ACREÚNA / ORIZONA, Brasil – Una panadería comunitaria, la producción familiar de pulpa de frutas y la recuperación de nacientes hídricas son algunas iniciativas de la Red Energía de las Mujeres de la Tierra, organizada desde 2017 en el estado de Goiás, en el centro-oeste de Brasil.
Un recurso común son las fuentes de energía renovable no convencional, como la solar y la biomasa, que son fundamentales en la viabilidad económica y en la sostenibilidad ambiental de los proyectos.
La red articula 42 organizaciones de mujeres en 27 municipios de Goiás, un estado que, como toda la región centrooccidental, tiene su economía dominada por la agricultura de extensos monocultivos, especialmente de soja, maíz, caña de azúcar y algodón.
Es un contexto adverso para la pequeña agricultura familiar, por la baja densidad demográfica y mercados urbanos lejanos. Un movimiento de fortalecimiento del sector se intensificó en este siglo, con las Ferias Agro Centro-oeste Familiar promovidas por universidades locales.
Hay 95 000 fincas de agricultura familiar en Goiás, 63 % del total de establecimientos agrícolas.
“La red es el enlace entre la valorización de la mujer del campo, la agricultura familiar y la transición energética”, explicó a IPS Gessyane Ribeiro, una agrónoma que coordina el proyecto que usa fuentes alternativas de energía para empoderar las mujeres en la producción agrícola.
El proyecto Energía de las Mujeres de la Tierra, que generó la red, es impulsado por Gepaaf, una empresa conocida por las siglas de su nombre: Gestión y Elaboración de Proyectos en Asesoría a la Agricultura Familiar, y nacida de un grupo de estudios en la Universidad Federal de Goiás.
Una financiación a fondo perdido de la Caja Económica Federal, un banco estatal enfocado en el apoyo al área social y la vivienda, permitió a la empresa, en asociación con dos institutos y la universidad, desplegar las acciones que involucran a 92 agricultoras y puso en marcha 60 proyectos familiares y otros 16 colectivos hasta junio de 2023.
En Acreúna, municipio de 21 500 habitantes, 14 campesinas operan una panadería que provee panes variados, pasteles, tortas y bizcochos a las escuelas públicas locales, que suman cerca de 3000 estudiantes. Son mujeres del Asentamiento Genipapo, donde 27 familias recibieron tierras del gubernamental programa de reforma agraria.
La energía solar viabilizó la empresa de la Asociación de Pobladores del asentamiento, junto con las escuelas de enseñanza básica de las ciudades cercanas. El Programa Nacional de Alimentación Escolar establece que las escuelas beneficiarias destinen por lo menos 30 % de sus compras a la agricultura familiar.
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En Orizona, un municipio de 16 000 habitantes, Iná de Cubas obtuvo un biodigestor y ocho paneles fotovoltaicos, que generan el biogás y la electricidad para su producción de pulpas de frutas, también destinada a la alimentación escolar.
Otra tecnología distribuida por el proyecto, la bomba solar, recuperó y preserva una de las nacientes que forman un arroyo en Orizona. El equipo, alimentado por energía solar, bombea el agua de la naciente a un estanque de Nubia Lacerda Matias donde sus vacas sacian su sed.
Antes los animales iban directo a la naciente, ensuciando el agua y deteriorando el bosque en su entorno. Cercada el área, se protegió tanto el agua como la vegetación, que creció y se densificó, en beneficio de los pobladores que viven arroyo abajo.
ED: EG