Opinión

La administración de transición de Haití se enfrenta a una dura prueba

Este es un artículo de opinión de Andrew Firmin, redactor jefe de CIVICUS, la alianza internacional de la sociedad civil.

Crédito: Bruna Prado /POOL / AFP vía Getty Images

LONDRES – Ha habido importantes cambios en un Haití devastado por la violencia, pero aún está por ver si se producen los tan necesarios avances.

El primer ministro interino, Garry Conille juró, su cargo el 3 de junio. Conille, antiguo funcionario de las Naciones Unidas que ocupó brevemente el cargo de primer ministro hace más de una década, fue la elección de compromiso del Consejo Presidencial de Transición.

El Consejo se formó en abril para asumir temporalmente las funciones de la presidencia tras la dimisión del líder de facto Ariel Henry.

Recrudecimiento de la violencia

Haití ha vivido una violencia de bandas intensa y generalizada desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021. Henry se vio finalmente obligado a abandonar el cargo cuando el conflicto se intensificaba aún más.

En febrero, dos importantes redes de bandas unieron sus fuerzas. Las bandas atacaron el principal aeropuerto de Haití, obligándolo a cerrar durante casi tres meses e impidiendo que Henry regresara del extranjero.

Las bandas tomaron el control de las comisarías y de las dos mayores cárceles de Haití, liberando a más de 4000 presos. La violencia se cebó en una zona de la capital, Puerto Príncipe, hasta entonces considerada segura, donde se encuentran el palacio presidencial, la sede del gobierno y las embajadas.

El autor, Andrew Firmin

Los ciudadanos haitianos pagaron un precio más alto: la ONU calcula que unas 2500 personas murieron o resultaron heridas por la violencia de las bandas en el primer trimestre de este año, un asombroso aumento de 53 % respecto al trimestre anterior.

La sociedad civil no echará de menos a Henry. En general, se consideraba que carecía de legitimidad. Moïse anunció su nombramiento poco antes de su asesinato, pero nunca se formalizó, y luego ganó una lucha por el poder gracias en parte al apoyo de Estados extranjeros.

Su mandato fue un fracaso estrepitoso. Fue cuando las bandas parecían a punto de hacerse con el control total de Puerto Príncipe cuando Henry perdió definitivamente el apoyo de Estados Unidos.

Ahora, Estados Unidos, otros Estados y la Comunidad del Caribe (Caricom) han respaldado al Consejo y a una fuerza policial internacional dirigida por Kenia, que ya comenzó a desplegarse.

Evolución controvertida

Cabe esperar que los líderes de las bandas mantengan su resistencia a estos avances. El más destacado, el expolicía Jimmy Chérizier, exige participar en las conversaciones. Pero esto parece una pose. A Chérizier le gusta presentarse como un revolucionario, del lado de los pobres contra las élites.

De hecho, las bandas son depredadoras. Matan a inocentes, y los más pobres son los que más sufren. Las actividades con las que las bandas ganan dinero, como el secuestro extorsivo, la extorsión y el contrabando, se benefician de la débil aplicación de la ley y de la falta de autoridad central.

A los líderes de las bandas les conviene maximizar el caos durante el mayor tiempo posible y, cuando esto termine, buscarán un acuerdo con políticos favorables, como ya han hecho en el pasado.

Las disputas políticas convienen a las bandas, por lo que resulta preocupante que la creación del Consejo requiriera negociaciones extensas y prolongadas. El opaco proceso se caracterizó, evidentemente, por las maniobras interesadas de los políticos en su lucha por la posición y el estatus.

El órgano resultante tiene nueve miembros: siete con derecho a voto y dos observadores. Seis de los siete proceden de formaciones políticas, y el séptimo es un representante del sector privado. Un observador representa a grupos religiosos y el otro a la sociedad civil: Régine Abraham, científica agrícola de profesión, de la Agrupación por un Acuerdo Nacional.

La formación del Consejo fue seguida poco después por la llegada de una fuerza de avanzada de la policía keniana, a la que seguirán otras.

Ha tardado mucho en llegar. El plan actual de una fuerza policial internacional fue aprobado por una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU en octubre de 2023.

El gobierno de Kenia tomó la iniciativa, ofreciendo 1000 agentes, con un número menor procedente de otros lugares. Pero la oposición keniana obtuvo una orden judicial que impedía temporalmente el traslado. Henry se encontraba en Kenia para firmar un acuerdo de seguridad mutua con el fin de eludir la sentencia, cuando el cierre del aeropuerto le dejó retenido allí.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

Muchos haitianos desconfían, con razón, de la posibilidad de que intervengan potencias extranjeras.

El país tiene un triste historial de injerencias internacionales interesadas, sobre todo por parte del gobierno estadounidense, mientras que las fuerzas de la ONU no han sido salvadoras.

Una misión de mantenimiento de la paz de 2004 a 2017 cometió abusos sexuales e introdujo el cólera. Esta será la undécima misión organizada por la ONU desde 1993, y todas han sido acusadas de violaciones de los derechos humanos.

La sociedad civil haitiana señala el largo historial de la policía keniana de cometer actos violentos y abusos contra los derechos, y teme que no entienda la dinámica local.

También se plantea la cuestión de si los recursos invertidos en la misión no se emplearían mejor en equipar y apoyar adecuadamente a las fuerzas de Haití, que siempre han estado mucho peor equipadas que las bandas.

Las Precedentes iniciativas internacionales han fracasado manifiestamente a la hora de ayudar a reforzar la capacidad de las instituciones haitianas para proteger los derechos y defender el Estado de derecho.

Es hora de escuchar

La sociedad civil haitiana tiene razón al criticar el proceso actual por no estar a la altura de las expectativas.

Es imposible esperar que una sola persona represente la diversidad de la sociedad civil haitiana, por mucho que se esfuerce. Y esa persona ni siquiera tiene voto: el poder de tomar decisiones por mayoría de votos está en manos de partidos políticos que muchos consideran que han contribuido a crear el desorden actual.

El Consejo es también una institución dominada por los hombres: Abraham es su único miembro femenino. Dado que las bandas utilizan habitualmente la violencia sexual como arma, el Consejo no parece estar en buenas condiciones para empezar a construir un Haití libre de violencia contra las mujeres y las niñas.

Y dado el papel de las potencias internacionales en su creación, el Consejo, al igual que la misión liderada por Kenia, se expone a la acusación de ser una intervención extranjera más, dando lugar a sospechas sobre los motivos de quienes están detrás de él.

Los últimos pasos podrían ser el comienzo de algo mejor, pero sólo si se consolidan y avanzan en la dirección correcta. La sociedad civil está presionando al gobierno para que haga más: para que haya mucho más liderazgo femenino y más participación de la sociedad civil.

En cuanto a la misión dirigida por Kenia, la sociedad civil insta a que se establezcan salvaguardias sólidas en materia de derechos humanos, incluida la posibilidad de presentar quejas en caso de que la misión, como todas las anteriores, cometa abusos de los derechos humanos. No debería ser mucho pedir.

Andrew Firmin es redactor jefe de Civicus, codirector y redactor de Civicus Lens y coautor del Informe sobre el Estado de la Sociedad Civil de la organización.

T: MF / ED: EG

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