GINEBRA – La región del Atlántico Norte recibirá este año entre 17 y 25 tormentas, de las cuales hasta siete pueden convertirse en huracanes importantes con vientos de más de 178 kilómetros por hora, advirtió este viernes 24 un reporte de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
La temporada de huracanes prevista, superior a la media y que durará del 1 de junio al 30 de noviembre, se atribuye al elevado calor del océano y al desarrollo previsto del fenómeno meteorológico La Niña -vientos fríos en la zona ecuatorial de otro océano, el Pacífico-, que provocará un enfriamiento significativo de las aguas.
Por lo general, en un año promedio se producen 14 tormentas a las que se les da nombre y con velocidades de viento que superan los 65 kilómetros por hora, y la media habitual es de tres huracanes importantes al año.
Según datos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (Noaa), esto marcaría el noveno año consecutivo de anomalías, pues la última temporada inferior a lo normal ocurrió en 2015.
“Basta con un solo huracán que toque tierra para hacer retroceder años de desarrollo socioeconómico. Por ejemplo, el huracán María en 2017 le costó a Dominica el 800 % de su producto interno bruto (PIB)”, observó la secretaria general adjunta de la OMM en esta ciudad suiza, Ko Barrett.
El más terrible hasta ahora ha sido el huracán Mitch, que en 1998 azotó América Central y las penínsulas de Yucatán (México) y Florida (Estados Unidos), dejando 19 300 personas muertas y 48 000 millones de dólares en pérdidas materiales.
Entre 1970 y 2021, los ciclones tropicales (incluidos los huracanes) fueron la principal causa de pérdidas humanas y económicas a nivel mundial y causaron más de 2000 desastres.
A pesar de eso, el número de muertos disminuyó, de más de 350 000 en la década de 1970 a menos de 20 000 entre 2010 y 2019. Las pérdidas económicas reportadas para 2010-2019 ascendieron a 573 200 millones de dólares.
Las alertas tempranas mejoradas y la gestión del riesgo de desastres han servido para reducir significativamente las muertes relacionadas con los huracanes.
Sin embargo, los pequeños Estados insulares en desarrollo del Caribe siguen afectados de manera desproporcionada por estos fenómenos, indicó Barrett.
Por ello, la OMM y sus socios abogarán por una inversión más coordinada y específica en sistemas de alerta temprana en la Conferencia Internacional sobre los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo, que tendrá lugar la próxima semana en Antigua y Barbuda.
“Necesitamos estar especialmente atentos este año debido al calor oceánico casi récord en la región donde se forman los huracanes del Atlántico y el cambio a condiciones de La Niña, que en conjunto crean las condiciones para una mayor formación de tormentas”, insistió Barrett.
El aumento del nivel del mar, agravado por las marejadas ciclónicas, aumenta el riesgo potencial para las comunidades costeras.
Por otra parte, la OMM mostró el listado de nombres para los huracanes previstos en la temporada 2024. Nombrar ciclones tropicales simplifica el seguimiento -por meteorólogos, medios de comunicación, agencias de gestión de emergencias y el público-, especialmente cuando hay varias tormentas activas al mismo tiempo.
La OMM ha establecido procedimientos estrictos para nombrar ciclones tropicales, que varían según la región. En el Atlántico y el hemisferio sur, los ciclones reciben nombres alfabéticamente, alternando entre nombres masculinos y femeninos. En otras regiones, los nombres siguen el orden alfabético de los países.
Esta temporada de huracanes también presenta la posibilidad de que se produzca un monzón en África occidental por encima de lo normal, que puede producir ondas del este africano que generen algunas de las tormentas atlánticas más fuertes y duraderas.
Finalmente, los vientos alisios ligeros permiten que los huracanes crezcan en fuerza sin la interrupción de una fuerte cizalladura del viento, y también minimizan el enfriamiento del océano, según el comunicado de la Noaa.
El Centro Meteorológico Regional Especializado de la OMM en Miami, sureste de Estados Unidos, prevé una serie de mejoras en las comunicaciones de pronósticos y la provisión de pronósticos y avisos sobre vientos, precipitaciones, marejadas ciclónicas e inundaciones, así como evaluaciones de impacto.
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