Persiste la lucha de mujeres indígenas de Perú por derechos del río Marañón

Movilización en defensa de los ríos realizada en la ciudad de Tarapoto, en la selva central de Perú, en abril de 2024. A los extremos, agarrando la banderola, las lideresas del pueblo kukama kukamiria Emilsen Flores, con polo verde, y Gilda Fasabi, con camiseta blanca. Imagen: Mariela Jara / IPS

LIMA – “Nuestra lucha es para que las nuevas generaciones tengan agua libre de contaminación, salud y una buena vida”, sostuvo Gilda Fasabi, del pueblo indígena amazónico kukama kukamiria, ante el tribunal que debe resolver la apelación de entidades estatales a la sentencia que en marzo declaró al río Marañón como sujeto de derechos.

Esta comunidad ancestral es uno de los 56 pueblos indígenas amazónicos reconocidos oficialmente en Perú que vive sobre todo en el departamento de Loreto, en la zona noreste del país, en plena Amazonía. Al estar asentado en las riberas del río Marañón, sufre las consecuencias de la contaminación por los permanentes derrames de petróleo del Oleoducto Norperuano de la empresa estatal Petroperú.

Esa situación que no solo violenta derechos humanos, sino que desconoce la relación espiritual del pueblo kukama con este elemento de la naturaleza como parte de su cosmovisión, llevó a la organización de mujeres indígenas, la Federación Huaynakana Kamatahuara Kana, a demandar a los sectores responsables.

Sesión de la audiencia de apelación de la sentencia que en primera instancia reconoció los derechos del río Marañón, desde una perspectiva ecocéntrica. En la imagen, la lideresa kukama Gilda Fasavi, prestando testimonio ante el tribunal explicando las razones para la ratificación del fallo.
Imagen: Juan Carlos Ruiz

La sentencia favorable que obtuvo el caso fue apelada por los demandados. 

La empresa Petroperú, así como los ministerios del Ambiente, y de Desarrollo Agrario y Riego, entre otros, cuestionaron la sentencia que, además, reconoce a las organizaciones indígenas como guardianas y defensoras del río Marañón, urge a la creación del Consejo de Cuenca Interregional con participación de los pueblos indígenas, y ordena a la empresa Petroperú a dar mantenimiento al Oleoducto Norperuano y actualizar su instrumento de gestión ambiental.

La audiencia para ver la apelación se realizó el 8 de mayo en la sala de la Corte Superior de Justicia de Loreto, en la ciudad capital Iquitos, hasta donde llegaron Gilda Fasabi y Emilsen Flores en representación de la federación de mujeres kukama, junto con sus abogados Juan Carlos Ruiz y Martiza Quispe del no gubernamental Instituto de Defensa Legal.

Son un conjunto de organizaciones de la sociedad civil que se aliaron para sumarse a la defensa del río Marañón. Además del IDL, se encuentran Fórum Solidaridad, el Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica, International Rivers, entre otras.

El Marañón nace en los andes peruanos y recorre once departamentos. Es uno de los más grandes afluentes del río Amazonas y se encuentra en grave riesgo por la contaminación del petróleo y metales pesados que afectan ecosistemas y el bienestar de los pueblos indígenas. En el caso de los que habitan Loreto es más grave al ser este departamento uno de los que tiene más personas pobres (43,5 %), por encima del promedio nacional de 29 %, según reportes oficiales.

La audiencia de apelación, que culminó con el anuncio de las juezas del tribunal de su próximo pronunciamiento, permitió profundizar en las demandas del pueblo kukama a través de las voces de sus lideresas, en los argumentos jurídicos que lo sostienen, y en la posición de entidades del Estado de desconocer los derechos de la naturaleza.

Avance hacia una visión ecocéntrica

El abogado Juan Carlos Ruiz declaró a IPS que la sentencia podría emitirse en dos meses dada la carga procesal de la corte y la complejidad del caso. Y lamentó que los demandados no estuvieran presencialmente en la audiencia pues evidencian la escasa importancia que le brindan al proceso.

Asimismo, consideró la sentencia en primera instancia un paso significativo para transitar de la visión antropocéntrica de proteger la naturaleza porque nos es útil, a otra ecocéntrica, es decir, protegerla porque tiene un valor en sí misma.

En la ciudad amazónica de Iquitos, Juan Carlos Ruiz (al centro con camisa blanca) y Maritza Quispe (con mochila en mano), abogados que acompañan la demanda de las mujeres kukama kukamiria, junto a lideresas de la federación al término de la audiencia de apelación de la sentencia que declara al río Marañón sujeto de derechos, entre ellas Gilda Fasabi con pantalón a rayas y a su lado Emilsen Flores.
Imagen: Juan Carlos Ruiz

“Este enfoque reconoce además otras cosmovisiones como lo garantiza el artículo 13 del Convenio 169 de la OIT (Organización Internacional del Trabajo), que obliga al Estado a respetar la relación espiritual entre los pueblos y sus territorios”, subrayó el abogado.

También explicó que el conocimiento que tiene el pueblo kukama del río es tal, que saben de todos los peces, los sonidos que emiten y lo que significan. “Es otra manera de entender el universo, para la gente de Lima, el río puede ser un hueco con agua, para ellos es un lugar sagrado donde viven espíritus y sus ancestros. Somos parte de un país pluricultural y hay un derecho a la identidad cultural que debemos reconocer”, recordó.

Toda ideología que propugna la superioridad de una cultura sobre otra es inmoral, ilegal y discriminatoria, subrayó Ruiz.

El abogado alertó que el tema de fondo en la discusión en torno a la sentencia es que la oposición vendrá de quienes hacen negocio con los bienes de la naturaleza. Y adelantó que su ratificación beneficiaría a los ríos del país y a los pueblos indígenas, no solo el kukama.

Agua sin contaminación para vivir

Gilda Fasavi vive en la comunidad nativa de Parinari del río Marañón junto con otras mujeres y familias kukama kukamaria, término que significa “chacra pequeña amamantada”, según el Instituto Nacional de Cultura. Allí nació y creció al igual que su madre, padre y abuelos. 

En la audiencia de apelación, frente al tribunal presidido por la jueza Roxana Carrión, Fasavi describió el vínculo con el río: “allí tenemos nuestra familia y nuestros chamanes (guías espirituales), que también están sufriendo con la contaminación, ellos viven en el agua y así lo hemos sentido siempre. No estoy loca para contar lo que no es”, manifestó.

Gilda Fasabi, lideresa indígena amazónica del pueblo kukama kukamiria, de la Federación Huaynakana Kamatahuara Kana, organización que demandó a sectores del Estado por la contaminación del río Marañón, en cuyas riberas están asentadas las familias, expuestas a graves daños en su salud y ambientales.
Imagen: Mariela Jara / IPS

“Quién vive sin agua, por eso protegemos el río, porque vivimos allí. Como mujeres luchamos para que lo respeten y sea sujeto de derechos, para que las nuevas generaciones tengan buena salud y una buena vida como todos se merecen, queremos dejar a nuestros hijos y nietos lo que antes tenían nuestros abuelos, agua sin contaminación”, dijo con firmeza.

Fasabi, de 40 años, es madre de tres hijas de 26, 19 y 17 años. La primera es maestra rural y las otras estudian. Es cabeza de su hogar desde hace tiempo, tras separarse de su pareja para vivir tranquila. En su historia, el río Marañón es una presencia constante, no solo como fuente de su sustento sino de su modo de relacionarse con su entorno, con el mundo, el que se ve y el que se siente.

En declaraciones a IPS, brindadas en la ciudad de selva central, Tarapoto, durante el Pre FOSPA (Foro Social Panamazónico) de Perú, realizado a fines de abril, indicó que ellas, como federación de mujeres kukama, hicieron la demanda porque, como madres, son las más perjudicadas pues son las principales usuarias del agua para garantizar la alimentación de sus hijos y el aseo del hogar.

También explicó que para ellas el río Marañón es su banco, mercado, farmacia, “es todo para nosotras”, y que para su pueblo el agua significa mucho, es el lugar donde están los seres que los protegen.

Fasabi recordó que en su infancia, a diferencia de la actualidad, había bastante pescado y grande, no necesitaba ir muy lejos para conseguir lo que su familia necesitaba para alimentarse. “Mis hijas no están mirando lo que yo he mirado, queremos que nuestras futuras generaciones lo gocen también y para eso defendemos el agua del río”, explicó.

También buscan defender a los animales de la contaminación, apuntó.

“No hay peces, ahorita en mi zona te vas a pescar todo el día para que vengas trayendo apenas un kilo, tres pescados, y no es dable. Eso a mí me indigna, las empresas no entienden porque ellos no viven la realidad que nosotros vivimos en nuestras comunidades. Cuánto hemos pedido que cuando haya consulta previa, vengan, nos consulten, y vean cómo estamos”, puntualizó.

Deploró la falta de comprensión de quienes mantienen y quieren imponer un tipo de visión del mundo a todas las poblaciones, pese a que son ampliamente diversas, y que ello implique vulneraciones a sus derechos humanos y los de la naturaleza, de la que se siente parte.

“En el Marañón nosotros nos bañamos, lavamos; con esa agua cocinamos, esa agua tomamos. ¿Qué más agua vamos a tomar? No hay otra agua. Eso estamos consumiendo, es lo que tenemos. Por eso la presidenta de nuestra Federación les dijo a los de la empresa, en la primera audiencia: nuestros hijos también merecen tener la vida que tienen tus hijos”, subrayó. 

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