MÉXICO – De repente, el flash de oscuridad alteró por unos segundos el ambiente dicharachero de un bar en el sur de Ciudad de México. Luego renació el bullicio, alterado cada tanto por los apagones intermitentes.
“Desde hace días, hay cuatro o cinco apagones diarios. Duran unos minutos y luego vuelve la luz. El problema son máquinas como la del café, que pueden dañarse con tanto encendido y apagado”, relató a IPS una mesera del lugar.
Las interrupciones del servicio eléctrico en varias ciudades de México en las últimas semanas dejan en evidencia la urgencia de transitar hacia formas energéticas menos contaminantes y de ampliar la red eléctrica nacional en una nación de unos 129 millones de habitantes, de los cuales unos dos millones carecen del servicio, mientras otros más carecen de servicio de calidad.
Esta oscuridad proviene de la falta de reserva de energía, por generación insuficiente y capacidad de transmisión de la red, para atender saltos de demanda, por el uso de aires acondicionados para aliviar el calor que azota a esta nación latinoamericana en las últimas semanas, a raíz de la crisis climática.
A juicio de Karla Cedano, investigadora del Instituto de Energías Renovables de la estatal Universidad Nacional Autónoma de México, falta una visión integral del sector eléctrico, que abarque desde generación hasta distribución.
“No se ha invertido históricamente en innovación, en mantenimiento y, por tanto, en crecimiento. No hay redundancia y sin ella se vuelve una emergencia. Debería garantizarnos un servicio eléctrico sostenible, mediante la planeación, la inversión, el rediseño de subsidios. Es muy importante que el sistema primero sea sostenible y luego resiliente”, explicó a IPS.
La normatividad establece que el Sistema Eléctrico Nacional debe operar con una reserva de al menos 6 % y si baja de ese nivel el Centro Nacional de Control de Energía (Cenace), el regulador de la red, declara el estado operativo de emergencia. Esa reserva descendió a menos de 3 % durante los apagones de la primera semana de mayo.
En enero y abril últimos, el Cenace también declaró estado de emergencia. Lo mismo ocurrió en octubre y noviembre de 2023.
“No se ha invertido históricamente en innovación, en mantenimiento y, por tanto, en crecimiento. No hay redundancia y sin ella se vuelve una emergencia. Debería garantizarnos un servicio eléctrico sostenible, mediante la planeación, la inversión, el rediseño de subsidios. Es muy importante que el sistema primero sea sostenible y luego resiliente”:
Karla Cedano, IER-UNAM
En rezago
La gestión del presidente Andrés Manuel López Obrador, que inició en diciembre de 2018 y conocido popularmente por sus iniciales AMLO, frenó la transición energética, para fortalecer a las estatales Comisión Federal de Electricidad (CFE), con la quema de gas para generación eléctrica, y Petróleos Mexicanos, y así favorecer a los fósiles.
Canceló también a finales de 2018 las licitaciones de líneas de transmisión del sureño estado de Oaxaca, del centro del país y de los norteños estados de Sonora a Baja California, lo que potenció la congestión en la red.
Aunado a ello, solo agregó unos 400 kilómetros de tendido eléctrico desde 2019, para una extensión que totalizó 110 558 kilómetros en 2023.
Desde 2019, la demanda eléctrica crece cada año 3 %, atendido mediante la operación de centrales de ciclo combinado que queman gas y usan vapor para la generación del fluido.
Para el experto energético Odón de Buen, la planificación falló en la identificación de puntos de alta demanda y la imposibilidad de trasladar energía de una región a otra.
“La demanda ha ido modificándose por el aire acondicionado y la posibilidad de llevar la energía a otro lado se complica. En México, lo que determina la necesidad de inversión es la demanda máxima y ahora ocurre en las tardes, por el uso del aire acondicionado. Al sistema lo sorprendió, porque no es la época de pico de consumo”, explicó a IPS.
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CFE solo invierte en la planta solar de Puerto Peñasco, en el norteño estado de Sonora, y cuya primera fase genera 120 megavatios (Mw), y paneles solares de 18 Mw de capacidad, en el mayor mercado mayorista de América Latina, situada en el sudoriente capitalino.
En cambio, construye al menos seis generadoras a gas, por unos 4000 megavatios de capacidad instalada, y moderniza al menos nueve hidroeléctricas, a pesar de la sequía y las proyecciones sobre lluvias variables en las próximas décadas.
La sequía intensa que afecta al país ha mermado el nivel de las hidroeléctricas y, en consecuencia, la producción eléctrica, como ha ocurrido en Brasil, Ecuador y Panamá.
Oídos sordos
Pero la Secretaría (ministerio) de Energía y CFE desoyeron las advertencias sobre la desinversión en transmisión y energías renovables. La consecuencia: la oscuridad.
Por lo tanto, la tendencia del promedio anual de interrupción del servicio sube desde 2019, aunque se haya movido en subibaja, y rebasa las meta estipuladas por la propia CFE y la gubernamental, pero autónoma, Comisión Reguladora de Energía (CRE).
En 2019, el lapso de corte promedio sumó 3,198 minutos, que decreció al año siguiente a 2,216 minutos. En 2021 incrementó de nuevo a 6,123 minutos y, doce meses después, se deslizó casi a la mitad (3,471 minutos). Pero en 2023 trepó al récord de casi 12 minutos.
“La demanda ha ido modificándose por el aire acondicionado y la posibilidad de llevar la energía a otro lado se complica. En México lo que determina necesidad de inversión es la demanda máxima y ahora ocurre en las tardes, por el uso de aire acondicionado. Al sistema lo sorprendió, porque no es la época de pico de consumo”:
Odón de Buen, experto energético
La falta de energía limita también la relocalización de mano de obra (nearshoring) desde naciones asiáticas para acceder al lucrativo mercado de Estados Unidos, el mayor socio comercial de México.
La académica Cedano alertó del creciente costo ambiental y socioeconómico de un sistema obsoleto.
Hay que “trabajar más en generación distribuida, en tener una matriz suficientemente mixta, con grandes espacios de almacenamiento. Hay soluciones, pero son decisiones políticas. No sigamos pensando en fósiles. Hay muchas formas de electrificar y hacerlo de forma significativa”, con sol, viento y biomasa, planteó.
Por su parte, el experto de Buen vaticinó más declaraciones de emergencia.
“Viene la época de mayor calor y demanda eléctrica. Una solución pueden ser las instalaciones solares en casas y comercios. Puede ser una forma de administrar las cargas fuertes a la hora de demanda máxima. Otra serían tandeos (distribución programada) por regiones. Si son apagones pequeños, algunos se van a quejar, pero no todos. Tiene que haber una decisión política”, propuso.
Mientras se aproxima el verano boreal a partir de junio y, con él, la alarma de temperaturas elevadas, aparece también la perspectiva de una red eléctrica bajo estrés.