WASHINGTON – A comienzos de este año, la administración de Joe Biden suspendió la aprobación de exportaciones de gas natural licuado (GNL) a países que no tienen un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, alegando «la urgencia de la crisis climática».
Fue una decisión aplaudida por activistas del clima y criticada por representantes de la industria del petróleo y el gas.
Aunque el gobierno de Biden pretendía enviar un mensaje sobre la lucha contra el cambio climático, es importante situar la historia del GNL en el contexto más amplio de las emisiones.
Las exportaciones de GNL son una parte significativa y visible del panorama de las emisiones de gas natural, pero, en última instancia, alcanzar los objetivos climáticos internacionales requerirá más acciones dirigidas al consumo nacional de gas y al consumo mundial de combustibles fósiles.
Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), la demanda mundial de gas natural ascendió a 4,067 billones (millones de millones) de metros cúbicos en 2022, incluidos 919 billones de metros cúbicos en Estados Unidos.
La combustión de este gas natural produjo 7,5 gigatoneladas de dióxido de carbono a nivel mundial. Esto incluye 1,7 gigatoneladas dentro de Estados Unidos, lo cual equivale a 38 % de las emisiones del país originadas en la combustión de combustibles fósiles.
Es importante destacar que estas cifras no incluyen las emisiones de metano relacionadas con el gas natural, un potente gas de efecto invernadero que aumenta sustancialmente el impacto climático del uso del gas.
En 2022, la AIE estimó que las emisiones mundiales de metano del sector energético fueron de 135 millones de toneladas, además de las emisiones de combustión.
El petróleo y el gas, a menudo producidos combinadamente, representaban 58 % de estas emisiones de metano a nivel mundial, siendo Estados Unidos responsable de alrededor de 12% del total mundial.
Las estimaciones de las emisiones de metano varían sustancialmente, lo que ha llevado a mejorar los métodos de detección por satélite y de otro tipo.
Las exportaciones de GNL han sido una parte creciente del paisaje del gas natural, pero todavía representan una parte minoritaria. El comercio mundial de GNL alcanzará unos 550 000 millones de metros cúbicos en 2023, lo que supone alrededor de 13 % de la demanda mundial de gas.
La historia del GNL estadounidense es aún más llamativa. Hasta 2016, Estados Unidos solo exportaba una cantidad limitada desde una instalación. La revolución del gas de esquisto o lutitas no solo abarató el gas estadounidense, sino que también hizo que la producción interna de gas casi se duplicara en las últimas dos décadas, lo que impulsó un aumento de las exportaciones de GNL.
La capacidad de GNL de Estados Unidos ha pasado de 600 millones de metros cúbicos en 2015 a 124 000 millones de metros cúbicos en 2023.
Las plantas de GNL actualmente en construcción no se verán afectadas por la interrupción y para finales de la década elevarán la capacidad a más de 230 000 millones de metros cúbicos al año.
Es importante destacar que, incluso después de que estas nuevas instalaciones de exportación de GNL entren en funcionamiento en 2030, solo representarán 22% de la producción interna de gas natural de Estados Unidos y 25 % de su consumo.
Estas cifras demuestran que, si bien las exportaciones de GNL representan un uso importante y creciente del gas de producción nacional, el consumo de gas natural dentro de Estados Unidos y sus emisiones relacionadas representan un reto climático mayor.
¿Qué se puede hacer y qué se hará para hacer frente a estas emisiones?
A este respecto, es importante comprender cómo se consume el gas natural en Estados Unidos. El mayor usuario es el sector eléctrico (40 %), seguido de la industria, que también lo utiliza como materia prima para procesos químicos (26 %) y los edificios (24 %).
La demanda de gas en el sector energético podría aumentar aún más si se confirman las recientes proyecciones sobre el rápido incremento de la demanda de electricidad. Estos usos determinan las necesidades de reducción de emisiones y las medidas correspondientes.
La bibliografía es rica en formas de abordar las emisiones nacionales de gas natural en Estados Unidos y en otros países. Un ejemplo es la sustitución del gas natural en el sector eléctrico por energías renovables y otras alternativas con menos emisiones.
Un uso más eficiente de la energía puede amortiguar o reducir la necesidad de combustión de gas natural.
La incorporación de tecnologías de captura, uso y almacenamiento de carbono cuando sea factible y económico también puede reducir las emisiones, sobre todo en la industria y la energía.
Además, la combinación de estas estrategias en distintos grados puede aportar soluciones aún más sólidas que su aplicación por separado.
También es necesario subrayar la importancia de las emisiones de metano que fluyen de la producción nacional y el procesamiento del gas natural, tanto si se consume en el país como si se exporta como GNL o gas de gasoducto.
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La reducción de estas emisiones de metano a lo largo de toda la cadena de valor del gas debe seguir siendo uno de los focos de la acción climática, dado su impacto a corto y medio plazo en el calentamiento global.
La reducción del gas natural y otras emisiones requerirá una acción que se extienda más allá del gobierno federal.
Esto incluye los esfuerzos de los estados de Estados Unidos, como el programa de mercado de carbono de la Iniciativa Regional de Gases de Efecto Invernadero y el plan de acción climática 2022 de California, así como de la industria, las empresas, la sociedad civil y otras partes interesadas. También incluye influir en otros países.
Aunque en la actualidad Estados Unidos solo produce alrededor del 14% de las emisiones mundiales de CO2, al ser la mayor economía del mundo, la nación más rica en términos de patrimonio neto y el segundo emisor de gases de efecto invernadero, por detrás de China, marca la pauta en la acción climática internacional.
Sin un liderazgo firme de Estados Unidos, cabe esperar que las emisiones de varios países se mantengan muy por encima de lo necesario para evitar un cambio climático peligroso.
Comprender y abordar las emisiones potenciales generadas por las exportaciones de GNL estadounidenses forma parte de establecer ese tono, y tiene una importancia que va más allá del tamaño real y la proporción de las emisiones relacionadas con el GNL.
El GNL es un elemento importante de la agenda climática, pero sólo una parte de la ecuación. Comparado con el consumo nacional de gas natural o con el uso global de la energía, ni siquiera es la mayor parte de la historia.
El grueso de nuestros esfuerzos debe centrarse en abordar las emisiones relacionadas con el uso doméstico de gas natural y otros combustibles fósiles, y en fomentar la actuación de China y otros países en el exterior. Las emisiones relacionadas con el GNL son importantes, pero el peso del reto del cambio climático va más allá.
Philippe Benoit es director gerente de la plataforma Global Infrastructure Analytics y Sustainability 2050 (Análisis de infraestructura global y sostenibilidad 2050). Anteriormente ocupó cargos directivos en el Banco Mundial y la Agencia Internacional de la Energía.
Anne-Sophie Corbeau dirige la investigación sobre gas natural e hidrógeno en el Centro de Política Energética Global de la Escuela de Asuntos Públicos e Internacionales de la estadounidense Universidad de Columbia y es profesora visitante en la Universidad de SciencesPo.
T: MF / ED: EG