NACIONES UNIDAS – Los países ricos experimentan un desarrollo sin precedentes, mientras la mitad de las naciones más pobres del mundo languidecen por debajo de sus niveles anteriores a la crisis de la covid-19, mostró el Índice de Desarrollo Humano 2013-2024 presentado por las Naciones Unidas este miércoles 13.
“La creciente brecha de desarrollo humano muestra que la tendencia de dos décadas de reducción constante de las desigualdades entre países ricos y pobres se está invirtiendo”, declaró Achim Steiner, administrador del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud) al presentar el informe.
El Índice de Desarrollo Humano (IDH) es un compendio de estadísticas que miden factores como la renta per cápita, el nivel educativo y la esperanza de vida en prácticamente todos los países. En la actual edición no figuraron Mónaco, uno de los más ricos, y Corea del Norte, uno de los más rezagados.
Suiza, Noruega e Islandia encabezan los IDH nacionales, mientras que la República Centroafricana, Sudán del Sur y Somalia están en los últimos lugares de la tabla.
En América Latina, Chile encabeza la lista en el puesto 44, seguido por Argentina con el 48 y Uruguay en el 52. En el final de la clasificación se sitúan El Salvador, en la casilla 126, Nicaragua en la 130, Guatemala en la 136, y, cerrando la lista, Honduras, en la 138.
“La creciente brecha de desarrollo humano muestra que la tendencia de dos décadas de reducción constante de las desigualdades entre países ricos y pobres se está invirtiendo”: Achim Steiner.
La economía más rica del mundo, Estados Unidos, ocupa un sorprendente vigésimo lugar en la clasificación, debido a la combinación de indicadores en el IDH.
En 2023, los 38 países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (la mayoría de las economías más ricas, más algunos acompañantes como Chile, Colombia y Costa Rica) alcanzaron puntuaciones más altas en el IDH en comparación con sus niveles en 2019.
En cambio, entre los 35 países menos adelantados que experimentaron un descenso de su IDH en 2020 o 2021, más de la mitad (18 países) aún no han recuperado sus niveles de desarrollo humano de 2019.
Steiner observó que “el fracaso de la acción colectiva para avanzar sobre el cambio climático, la digitalización, o la pobreza y la desigualdad, obstaculiza el desarrollo humano, empeora la polarización y erosiona aún más la confianza en las personas y las instituciones en todo el mundo”.
Las desigualdades mundiales se ven agravadas por una importante concentración económica.
Al respecto el informe del Pnud señala que casi 40 % del comercio mundial de bienes se concentra en tres naciones, y en 2021 la capitalización bursátil de cada una de las tres mayores empresas tecnológicas del mundo superó el producto interno bruto (PIB) de más del 90 % de los países.
La polarización política es también una preocupación creciente con repercusiones mundiales.
Según el informe, esa tendencia alimenta enfoques políticos orientados hacia adentro de los países, en clara contradicción con la cooperación mundial necesaria para abordar problemas urgentes como la descarbonización de las economías, el uso indebido de las tecnologías digitales, y los conflictos.
Para el Pnud eso es alarmante a la luz de las temperaturas récord de 2023, que ponen de relieve la necesidad inmediata de una acción unida para enfrentar la crisis climática, o de la inteligencia artificial, como una nueva frontera tecnológica en rápida evolución y con escasos o nulos mecanismos regulatorios de protección.
El informe destaca que la desglobalización no es factible ni realista en el mundo actual y que la interdependencia económica es elevada: ninguna región se acerca a la autosuficiencia, ya que todas dependen de las importaciones de otras regiones en 25 % o más de uno o varios tipos importantes de bienes y servicios.
También señala como obstáculo el avance de una emergente “paradoja de la democracia”: mientras que nueve de cada 10 personas en todo el mundo respaldan la democracia, más de la mitad de los encuestados expresan su apoyo a líderes que pueden socavarla saltándose las normas fundamentales del proceso democrático.
El informe formula la pregunta ¿Por qué se ha invertido la tendencia de dos décadas de reducción constante de las desigualdades entre países ricos y pobres?
Su análisis estructura la respuesta sobre una decena de razones, comenzando por los conflictos: el mundo tiene el nivel más alto de conflictos armados de base estatal desde 1945, con aumento de los conflictos unilaterales dirigidos contra civiles, y de personas desplazadas por la fuerza, 108 millones en 2022.
En segundo lugar, la covid, que cobró millones de vidas y provocó pérdidas permanentes, y tras la cual la recuperación ha sido desigual, pues los países desarrollados se han recuperado mucho más rápido que los de menor desarrollo.
La desigualdad en el acceso a las tecnologías y los recursos ahonda la brecha entre los que tienen y los que no, dificultando la capacidad de recuperación y avance.
El cambio climático exacerba las desigualdades, y los países y comunidades más pobres son los más afectados. La falta de avances sustanciales en la acción climática mundial agranda aún más la brecha entre las naciones ricas y las pobres.
Luego el informe menciona las respuestas insuficientes, la falta de cooperación mundial, la polarización en distintas esferas de la sociedad y el auge del populismo, lo que da prioridad a los intereses nacionales sobre la cooperación y la equidad mundiales, y socava los esfuerzos por reducir las desigualdades entre las naciones.
Del lado de las soluciones, Steiner abogó por adoptar “una agenda impulsada por las oportunidades, que haga hincapié en los beneficios de la transición energética y de la inteligencia artificial para el desarrollo humano. Tenemos la oportunidad de salir del estancamiento actual y reavivar el compromiso con un futuro compartido”.
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