NACIONES UNIDAS – Los dos devastadores conflictos militares -Rusia contra Ucrania e Israel contra Hamás- han puesto de manifiesto una vez más la cruda realidad de que Naciones Unidas, creada hace 79 años para mantener la paz y la seguridad internacionales, ha fracasado en su misión política, al mismo tiempo que su credibilidad está en juego.
Se acusa a Rusia de violar la Carta de las Naciones Unidas al invadir un Estado-nación soberano y causar cientos y miles de muertos a lo largo de dos años, sin que haya indicios de una solución pacífica.
Las acusaciones contra Israel incluyen crímenes de guerra, genocidio, limpieza étnica y el asesinato desproporcionado de más de 30 000 civiles, en su mayoría mujeres y niños, en la Franja Gaza, en represalia por los 1200 asesinatos perpetrados por el movimiento islamista Hamás el 7 de octubre.
El secretario general de la ONU, António Guterres, que ha adoptado una postura diáfana y acertada en los dos conflictos, ha sido criticado por ambos países, e Israel ha pedido su dimisión a la par que que ha ignorado su pedido de reunirse en persona o por diálogo telefónico con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.
Además, el gobierno israelí sigue mostrándose desafiante -y rechaza las exigencias del organismo mundial- mientras se escuda en su viejo aliado político, económico y militar: Estados Unidos, uno de los cinco miembros permanentes y con poder de veto del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Según un informe publicado la penúltima semana de febrero en The New York Times, Estados Unidos ha utilizado su derecho de veto casi en 50 ocasiones -concretamente, 48 según algunas estimaciones- para proteger a Israel desde la creación de la ONU en 1945.
Mientras tanto, China y Rusia también han utilizado sus vetos para proteger a sus aliados, incluidos el régimen de Bashar al Assad en Siria y el régimen militar de Myanmar, paralizando el Consejo de Seguridad.
Dado que Rusia e Israel siguen mostrándose desafiantes, persiste una pregunta: ¿han dejado de ser útiles la ONU y su Consejo de Seguridad?
Norman Solomon, director ejecutivo del Institute for Public Accuracy y director nacional de RootsAction.org, dijo a IPS que los repetidos vetos de Estados Unidos a las resoluciones del Consejo de Seguridad para un alto el fuego en Gaza –el cuarto y último por ahora se produjo el martes 20– reflejan un renovado colapso moral en Washington, que suministra a Israel 80 % de sus compras de armas.
«Los vetos son medidas inconcebibles para mantener el asesinato masivo de palestinos por parte de un gobierno israelí que comete a diario crímenes de guerra a gran escala», afirmó.
La dirección de las Naciones Unidas y las principales agencias de la ONU han publicado un flujo constante de datos y condenas, destacando correctamente las «continuas acciones asesinas» del ejército israelí en Gaza, destaco Solomon.
«Pero el gobierno de Estados Unidos, que sigue ayudando e instigando esas acciones, ha inmovilizado deliberadamente al Consejo de Seguridad mientras continúa el desastre humanitario masivo con armas estadounidenses y el respaldo ‘diplomático’ de Estados Unidos», afirmó el especialista, autor de «La Guerra se hace Invisible: Cómo Estados Unidos oculta el coste humano de su maquinaria militar».
Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.
Stephen Zunes, profesor de Política en la estadounidense Universidad de San Francisco, dijo a IPS que más de la mitad de todos los vetos de Estados Unidos se han utilizado para proteger a Israel de las críticas y demandas de que cumpla las resoluciones de la ONU.
Esto, a pesar del hecho de que cada uno de ellos estaba bajo el Capítulo VI de la Carta de las Naciones Unidas, por lo que el Consejo de Seguridad no habría sido capaz de hacerlos cumplir de todos modos.
«Aunque Rusia y China no han utilizado su derecho de veto con tanta frecuencia, han abusado igualmente de este poder al proteger a aliados como Siria y Myanmar que, al igual que Israel, han cometido graves crímenes de guerra y otras violaciones del derecho internacional», dijo Zunes, quien ha escrito varias obras sobre el Consejo de Seguridad y su papel como directorio del foro mundial.
«Que las Naciones Unidas vean bloqueada repetidamente su capacidad de hacer cumplir su Carta es increíblemente frustrante para quienes creemos en un orden internacional basado en normas», argumentó.
Al mismo tiempo, dijo, obligar a líderes como el estadounidense Joe Biden y el ruso Vladimir Putin a bloquear resoluciones que de otro modo serían unánimes subraya su aislamiento en la comunidad internacional, dejando claro al mundo que son efectivamente cómplices de una conducta ilegal.
«Esto perjudica su credibilidad internacional y, por tanto, debilita su influencia diplomática. Como resultado, incluso las resoluciones infructuosas tienen el potencial de crear una mayor presión, tanto a nivel internacional como nacional, para que cambien sus políticas y permitan finalmente que las Naciones Unidas hagan su trabajo», declaró Zunes.
Solomon afirmó que las antiguas desigualdades estructurales de la ONU y las incipientes hostilidades de la segunda guerra fría la han empujado a un rincón improductivo de estancamientos geopolíticos.
«El poder desmesurado del Consejo de Seguridad y su vulnerabilidad a los vetos de sus miembros permanentes han ejercido una doble influencia para marginar a la mayor parte del mundo en cuestiones de guerra, paz y derechos humanos», remarcó.
Planteó que la Asamblea General, el máximo órgano de la ONU y donde están representados sus 193 Estados miembros, incluye ciertamente a representantes de muchos gobiernos con sus manos fariseas cuando no sucias o incluso ensangrentadas, pero aun así esas casi 200 naciones reflejan, así sea indirectamente, al mundo en su conjunto.
Una y otra vez, dijo Zunes, la Asamblea General ha votado condenando justa y abrumadoramente las acciones de los poderosos.
Sin embargo, existe dentro de la ONU un llamado «factor de poder real», ejercido en gran medida por el Consejo de Seguridad. Y la capacidad del Consejo de Seguridad para impulsar la paz y los derechos humanos se ve socavada por el poder de un solo gobierno para bloquear esa iniciativa.
«Estados Unidos representa solo 4 % de la población mundial, y en el caso de Rusia la cifra es inferior a 2 %. Incluso en el caso de China, la cifra no supera 17 %. Sin embargo, los gobiernos de estos países arrojan sombras sobre las brillantes promesas de las Naciones Unidas», declaró Solomon.
En este contexto de poder, señaló, la nueva guerra fría solo puede ser ominosa para la ONU como organismo mundial que podría ayudar a curar las heridas del mundo en lugar de permitir que se enconen.
Durante las últimas décadas, Estados Unidos lideró el mundo en magnitud y frecuencia de agresiones flagrantes contra otros países.
En este siglo, Afganistán, Iraq, Libia y otras naciones fueron objeto de ataques liderados por Estados Unidos con horribles resultados de carnicería. La invasión rusa de Ucrania hace dos años fue una afirmación similar de «la fuerza hace el derecho», iniciando y manteniendo la matanza.
Al tiempo que, por supuesto, bloqueaban cualquier condena de sus propias acciones, Estados Unidos y Rusia también encubrían a sus aliados, utilizando el veto en el Consejo de Seguridad para protegerlos de la condena, declaró Solomon.
Mientras tanto, en una declaración hecha pública el 24 de febrero, el alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk, consideró que el ataque armado a gran escala de Rusia contra Ucrania, en una guerra que entro ese día en su tercer año y sin final a la vista, sigue causando violaciones graves y generalizadas de los derechos humanos, destruyendo vidas y medios de subsistencia.
En su último informe, la Misión de Observación de los Derechos Humanos de la ONU en Ucrania (HRMMU, en inglés) ha verificado 30 457 víctimas civiles desde el 24 de febrero de 2022: 10 582 muertos y 19 875 heridos, aunque es probable que la cifra real sea significativamente mayor.
Millones de personas han sido desplazadas, miles han perdido sus hogares y cientos de instituciones médicas y educativas han sido dañadas o destruidas, afectando significativamente a los derechos de las personas a la salud y la educación.
«El impacto a largo plazo de esta guerra en Ucrania se dejará sentir durante generaciones», afirmó Türk.
Y, el 15 de febrero, la asesora especial del secretario general de la ONU para la Prevención del Genocidio, Alice Wairimu Nderitu, declaró que sigue «horrorizada» por la situación en Medio Oriente y por la insoportable pérdida de vidas en la región, con denuncias de violaciones del derecho internacional.
Por ello, pidió un alto el fuego humanitario, el pleno cumplimiento del derecho internacional y la priorización de la protección de los civiles, así como la intensificación de los esfuerzos diplomáticos para poner fin a esta crisis.
También subrayó que «los civiles nunca deben pagar el precio de un conflicto del que no tienen ninguna responsabilidad. Sus derechos más básicos deben ser protegidos y preservados, y sus necesidades humanitarias deben ser atendidas».
Haciéndose eco de las palabras del secretario general de la ONU, la asesora especial reiteró que las violaciones del derecho internacional humanitario nunca pueden justificar el castigo colectivo de la población de Gaza.
«Los civiles deben ser protegidos en todo momento en ambos bandos», subrayó. Además, pidió a todos los actores relevantes que refuercen su determinación para encontrar soluciones que pongan fin a este conflicto.
«Esto requiere, en primer lugar, garantizar la protección de los civiles y de las infraestructuras civiles de acuerdo con el derecho internacional. E incluye el retorno seguro de todos los rehenes que aún mantiene Hamás en Gaza, así como investigar los actos de violencia sexual presuntamente cometidos en el contexto de los ataques del 7 de octubre de 2023 y sus secuelas», planteó Nderitu.
T: MF / ED: EG