Una “pequeña India” en la pequeña Armenia

Migrantes indios, en el centro de Ereván, la capital de Armenia, a fines de noviembre. Según el Servicio de Migración, más de 37 000 indios llegaron a Armenia tan solo en los primeros nueve meses de 2023. Imagen: Lilit Gasparyan / IPS

EREVÁN – Como cada noche, el olor de la comida india se extiende por el distrito de Halabian, en el noroeste de Ereván, la capital de Armenia. Los que salieron a trabajar temprano por la mañana ya están de vuelta en casa.

«Trabajamos en la construcción», dice Sahil, un joven indio de 23 años,  en el patio de una humilde casa de una sola planta. Dejó a su familia en Punyab -un estado del norte de la India- hace dos meses y medio para viajar junto con otros dos amigos a Ereván.

“Oímos que había una gran demanda de mano de obra y que la paga era buena. Recibimos 5000 dram por día (unos 12,5 dólares). En India puedes vivir cómodamente con ese dinero”, asegura el joven migrante IPS. Con la canasta de consumo mínima rondando los 200 dólares no es fácil arreglárselas en Armenia con ese salario.

“Todos compartimos habitaciones y reducimos los costes al mínimo. Solo así puedo enviar al menos 150 dólares a mi familia en India cada mes”, explica Sahil, antes de subrayar que tiene un permiso de trabajo del Servicio de Migración de Armenia.

Este país de Asia occidental se ha convertido en un destino popular para trabajadores indios que buscan oportunidades laborales. Según datos del Servicio de Migración, más de 37 000 indios entraron en Armenia tan solo en los primeros nueve meses de 2023.

«Hablamos de fe, cultura, mentalidad, estilo de vida… Además, nuestra sociedad es muy conservadora, por eso creo que para los indios será muy difícil integrarse»: Vigen Hakobyan.

Koma Mera, de 20 años, cobra un salario similar limpiando uno de los gimnasios más populares de Ereván. “Tengo tres hermanas y un hermano. Los extraño mucho, pero tenemos muchos problemas económicos, por eso estoy aquí ahora”, dice ella a IPS sentada en su litera de un dormitorio compartido, justo después de hablar con su madre por videollamada.

Tras pagar el alquiler del alojamiento y cubrir los gastos básicos, envía el dinero restante a la India para que a sus hermanas pequeñas “no les falte nada en casa”.

“Vivir en otros países sería muy caro, por eso me vine a Armenia. Es un buen país para ganar dinero, esa es la razón por la que encontrarás tantos indios aquí. Cuando los veo en la calle siento que no estoy sola”, añade.

No obstante, Koma cree que las cosas serían “más fáciles” si los locales cambiaran ciertas actitudes hacia ellos.

“Aquí hay gente buena, pero también gente grosera con nosotros”, explica. “Cada vez que me siento en el trabajo para descansar un poco, me ponen esa cara con la que me dicen que debo seguir trabajando. Además, los armenios nunca se sientan a la mesa con nosotros durante la pausa del almuerzo”, dice la migrante.

Un hombre indio cocina un plato de su país en el pequeño apartamento que alquila con otros compatriotas en Ereván, la capital de Armenia. Por lo general, salen a trabajar bien temprano en la mañana y regresan tras una larga jornada de trabajo, ahorrando lo más que puede para enviar a sus familias. Imagen: Lilit Gasparyan / IPS

Mal remunerados y poco cualificados

Ubicada en la región del Cáucaso, Armenia es un país pequeño y casi monoétnico con una población de alrededor de tres millones. Según el último censo, de 2011,  solo 2 % de sus habitantes pertenece a otros grupos étnicos, como los yezidíes y los asirios.

Sin embargo, el panorama podría ser diferente cuando se publiquen los resultados del censo de 2022. Según los últimos datos del Comité de Estadística, las cifras de los de extranjeros que recibieron el estatus de residencia casi se duplicaron en tan solo un año, sumando más de 16 000 personas.

Desde del Servicio de Migración aseguraron a IPS que solo este año unos 2100 ciudadanos de la India solicitaron obtener el estatus de residencia basado en su actividad laboral en el país.

Un régimen de visas flexible, establecido en 2017, ha abierto el país a los extranjeros.

En el caso de los indios, fueron los estudiantes los que iniciaron el camino dado el bajo costo de los estudios universitarios. Les siguieron los trabajadores y, a día de hoy, los indios conforman el segundo grupo de extranjeros más numeroso tras los rusos y por delante de los iraníes.

Pero el mercado laboral es pequeño. Los datos de 2022 del Comité de Estadística  revelaron que alrededor de 13 % de la fuerza laboral está desempleada.

Koma Mera, de 20 años, habla con su madre en su habitación alquilada y compartida en Ereván. Se encuentra entre los 2100 ciudadanos de la India que, según el Servicio de Migración de Armenia, han solicitado obtener el estatus de residencia por su actividad laboral. Imagen: Lilit Gasparyan / IPS

En sesión informativa con periodistas el 20 de noviembre en la legislativa Asamblea Nacional de Armenia, el ministro de Economía, Vahan Kerobyan, dijo que los inmigrantes indios son en su mayoría profesionales mal pagados y poco calificados, y que trabajan principalmente en la construcción, la agricultura y los servicios.

“He venido de Gegharkunik (a 100 kilómetros al este de Ereván). Estoy dispuesto a trabajar por 10 000 dram por día, pero el encargado dice que puede contratar a un indio por la mitad de ese salario para el mismo trabajo”, explica a IPS un armenio de unos 50 años, Narek, que prefiere no revelar su nombre completo.

Desde su oficina en el centro de Ereván, Vigen Hakobyan, un conocido politólogo y analista armenio, comparte otra versión con IPS:

“Se está construyendo por los cuatro costados de Ereván y hay una gran demanda de trabajadores de la construcción desde el año pasado. Los armenios generalmente se niegan a hacer ese trabajo porque dicen que el salario es bajo», explica el experto.

“Los indios también conducen taxis, hacen repartos y limpian. La mayoría regresa a la India después de ganar dinero, pero los armenios tienen la impresión de que los extranjeros han entrado en sus hogares y no tienen intención de salir. Hay cierta desconfianza hacia ellos”, subraya Hakobyan.

El analista apunta a “diferencias fundamentales” entre foráneos y locales. “Hablamos de fe, cultura, mentalidad, estilo de vida… Además, nuestra sociedad es muy conservadora, por eso creo que para los indios será muy difícil integrarse”, concluye el analista.

Deepali Shah pinta un “mehendi” con henna en la mano de una clienta en su vivienda en Ereván. Lo que una vez fue un pasatiempo se ha convertido en una negocio para ella desde que llegó a Armenia, a donde la empresa de su marido lo trasladó hace siete años. Imagen: Lilit Gasparyan / IPS

Como en casa

Este aumento de inmigrantes indios también ha allanado el camino para estafadores y traficantes de personas. Se han reportado casos de personas a las que se les ofrecieron trabajos falsos en países occidentales, para despues quedarse varados en Armenia.

Sin embargo, todo es muy distinto cuando se viaja con seguridad y se cuenta con un trabajo digno que garantice estabilidad.

Es el caso de Parangesh Shah y Deepali, una pareja india de 40 años que ha pasado los últimos siete en Armenia. Parangesh, especialista en el procesamiento de diamantes, fue trasladado entonces a este país del Cáucaso por su empresa en la India.

«Ni siquiera sabíamos dónde estaba Armenia. No habíamos oído hablar de este país antes», explica Deepali a IPS en su casa decorada al estilo indio.

Ella ha convertido una pequeña afición en un negocio. Realiza dibujos tradicionales indios sobre la piel con henna. Se llaman “mehendi” y su precio oscila entre 2,5 y 125 dólares, dependiendo del volumen y la complejidad del trabajo.

“Cuando llegué le hice un mehendi en la mano a una de mis amigas y publiqué una foto en las redes sociales. Poco después, muchas chicas me contactaron pidiéndome que les hiciera uno. Ahora tengo muchas clientas, casi todas armenias”, afirma.

Muchas cosas han cambiado para ellos durante estos siete años. Hoy les invitan a bodas armenias y bailan canciones tradicionales. La pareja dice que nunca hubiera podido imaginar que Armenia se convertiría en una “pequeña India” para ellos.

“Es un país hermoso. Además, los indios trabajan en tiendas, reparten comida, hacen reparaciones en el hogar…”, dice Deepali. «Casi me siento como en casa», concluye.

ED: EG

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