CHIRILAGUA, El Salvador – Ni el gobierno central ni la mayoría de los 262 municipios de El Salvador han tenido la capacidad de instalar las suficientes plantas de tratamiento de aguas residuales que eviten que esos desechos se viertan directamente al medioambiente.
Como consecuencia, la mayoría de los ríos están contaminados a tal grado que solo 12 % de ellos cuenta con agua de buena calidad, y toda esa polución se traduce en enfermedades gastrointestinales y de otro tipo entre los 6,7 millones de habitantes de este país centroamericano.
Pero hay algunos pueblos y ciudades que llevan a cabo esfuerzos por mantener activas las plantas de tratamiento que han logrado montar, con apoyo financiero de instituciones internacionales.
Uno de esas localidades es Chirilagua, en el este de El Salvador, un municipio que linda en el sur con el océano Pacífico, el único que baña el litoral de este país del istmo centroamericano.
Esa municipalidad maneja una planta de tratamiento construida en sus alrededores como parte de un proyecto habitacional de 40 casas llamado La Española, para beneficiar a igual número de familias que resultaron afectadas por el huracán Mitch, que causó muerte y destrucción en América Central, en octubre de 1998.
El proyecto fue financiado en su mayor parte con fondos de la Junta de Andalucía, el gobierno de esa comunidad del sur de España.
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“El beneficio sería el medio ambiente y a las familias que habitan aquí alrededor porque entre menos se contamina el medio ambiente hay más salud para la población”, dijo a IPS Eduardo Ortega, encargado del mantenimiento de la planta.
En suma, la planta de tratamiento filtra, mediante varios procesos, incluyendo estanques llenos de tierra volcánica y grava, las aguas servidas que llegan a la estación.
“El objetivo es que el agua que es tratada no vaya a contaminar el río San Román”, aseguró por su parte Edwin Guzmán, jefe de la Unidad Medioambiental de la municipalidad de Chirilagua.
Muy cerca de esa localidad se encuentra otro asentamiento rural construido también por la cooperación española, con los mismos fines que La Española, llamado Flores de Andalucía, que también incluyó una planta de tratamiento.
Con mayor capacidad, esa estación también recibe las aguas servidas de El Cuco, a tres kilómetros hacia el sur, una aldea de pescadores a la orilla de la playa que ahora, con el crecimiento poblacional, es una localidad con modestos comercios, hostales y restaurantes que reciben a los turistas atraídos por sus playas de arenas grises y suave oleaje.
ED: EG