BULAWAYO, Zimbabue – Zimbabue sentía garantizada la seguridad alimentaria después de que las autoridades locales se congratularon por la excelente cosecha de granos del año pasado. Pero los nuevos pronósticos sobre el fenómeno de El Niño vuelven a poner a prueba las metas de producción agrícola del país.
El devastador impacto de El Niño Oscilación del Sur (Enos) podría poner aún más de relieve la las carencias en materia de preparación de Zimbabue ante las catástrofes, ya que a lo largo de los años el país ha recibido advertencias tempranas de inminentes crisis humanitarias inducidas por el clima, pero no ha sabido establecer una respuesta a los diferentes fenómenos climáticos.
Este país del sur de África, sin salida al mar, ha realizado grandes inversiones en mecanización agrícola e irrigación, pero existe la preocupación de que El Niño que se avecina pueda poner a prueba si estas intervenciones ayudarán a mantener la producción de alimentos en un momento en que, según las agencias de ayuda, más personas necesitarán asistencia el año que viene.
Durante la temporada 2022/2023, Zimbabue registró su mayor cosecha de cereales en años, y el Ministerio de Agricultura anticipó que el país no importará alimentos a corto plazo.
Sin embargo, la nueva incertidumbre climática ha vuelto a sembrar la inquietud sobre la capacidad del país para alimentar a una población de unos 16 millones, donde miles de pequeños agricultores -principales los productores del maíz- dependen de la lluvia para sus actividades agrícolas.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), hasta 70 % de la población de Zimbabue depende de la agricultura de secano, lo que pone de manifiesto la vulnerabilidad de la seguridad alimentaria ante la amenaza de Enos, un cíclico fenómeno relacionado con el calentamiento del océano Pacífico.
En una actualización de julio, el Sistema Mundial de Información y Alerta de la FAO incluyó a Zimbabue entre los países del sur de África en los que había preparado lo que denominó «protocolos anticipatorios de la sequía» a consecuencia de El Niño.
Es probable que el fenómeno provoque un comienzo desigual de la temporada de lluvias 2023/2024 en Zimbabue.
La Red de Sistemas de Alerta Temprana contra la Hambruna (FEWS-NET, en inglés) señaló en una actualización de junio que es probable que las precipitaciones de diciembre a marzo, durante el apogeo de la estación lluviosa, sean inferiores a la media, lo que afectará negativamente a la próxima temporada agrícola.
Funcionarios del Ministerio del Clima afirman que El Niño ya ha afectado anteriormente a la producción agrícola, y señalan que aún queda mucho por hacer para contrarrestar sus efectos devastadores.
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Washington Zhakata, director del Departamento de Gestión del Cambio Climático del Ministerio de Medio Ambiente, explicó que «la combinación de sequía y escasez de agua reduce la productividad agrícola y la producción de alimentos, lo que repercute en la seguridad alimentaria y aumenta los precios de los alimentos».
Señaló que el país podría tener aún más de qué preocuparse tras el paso de El Niño.
«Las condiciones de El Niño favorecen la aparición de enfermedades y plagas en los cultivos. Cuando los cultivos se debilitan, se vuelven más susceptibles a infestaciones y enfermedades, afectando aún más los rendimientos agrícolas», dijo Zhakata a IPS.
Zimbabue se ha comprometido a construir un sector agrícola multimillonario, pero la incertidumbre climática podría desbaratar esos planes, ya que el país ha tardado en establecer infraestructuras como la irrigación y nuevas presas.
Según Zhakata, contramedidas como el aumento de la inversión en el sector podrían amortiguar al país frente a futuras perturbaciones climáticas.
«La inversión en infraestructuras de regadío, como presas, diques, pozos y sistemas de transporte de agua hasta los lugares donde se necesitará, proporcionará fuentes de agua alternativas durante los periodos de sequía, mejorará el acceso de los agricultores a los sistemas de regadío y fomentará prácticas eficientes de gestión del agua», dijo el alto funcionario.
Esto se produce mientras el Programa Mundial de Alimentos (PMA) afirma que más personas necesitarán ayuda alimentaria durante la tradicional temporada de escasez a principios del próximo año, ya agravada por El Niño.
«La vulnerabilidad nutricional es mayor en el pico de la temporada de escasez (enero-marzo), cuando se agotan las reservas de alimentos de la temporada de cultivo anterior y aumentan los precios en el mercado», explicó Mary Gallar, portavoz del PMA en Zimbabue.
«Reconociendo los retos que experimentan las comunidades de algunas zonas de escasos recursos, se espera que un gran número de personas dependan de la ayuda alimentaria a principios del próximo año», añadió.
Según la FAO, El Niño afectó por última vez a Zimbabue en 2016 y dejó a 40 millones de personas del sur de África necesitadas en forma apremiante de ayuda alimentaria.
Aún está por ver si las reservas de cereales del país serán suficientes en caso de otra sequía provocada por El Enos.
Las dos agencias de la ONU coinciden en que El Niño de 2016 redujo drásticamente las lluvias estacionales y las temperaturas más altas de lo normal vinculadas al fenómeno provocaron un descenso previsto del 12% en la producción total de cereales.
En medio de esta reducción prevista de la producción de alimentos, la abundante cosecha de cereales de Zimbabue en 2023 supondrá una prueba de fuego para las estadísticas cerealistas del país, que algunos analistas han cuestionado.
Según funcionarios del Ministerio del Clima, Zimbabue es uno de los muchos países que soportan el peso de la incertidumbre climática y que aún no se han beneficiado de las promesas de pérdidas y daños de los países ricos, lo que complica aún más los esfuerzos para abordar adecuadamente las emergencias relacionadas con el clima.
La 27 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27), celebrada en diciembre de 2022, » reconoció que los acuerdos de financiación existentes no son suficientes para responder a los impactos actuales y futuros del cambio climático y no son suficientes para hacer frente a las pérdidas y daños asociados a los impactos adversos del cambio climático», dijo Zhakata.
«Hasta ahora, ninguna de las Partes se ha beneficiado de este mecanismo; es un requisito previo contar con modalidades operativas claramente definidas y con recursos iniciales depositados en el fondo antes de poder acceder a él. Se espera que las modalidades se acuerden en diciembre (en la COP28) para allanar el camino a la puesta en marcha del Fondo», añadió.
Por el momento, a medida que se aproxima la sequía potencialmente devastadora de El Niño, los pequeños agricultores zimbabuenses podrían encontrarse con que no saben lo que hacen mientras cuentan sus pérdidas a falta de medidas para mitigar el impacto del cambio climático.
T: MF / ED: EG