SÍDNEY – La probabilidad de nuevos enfrentamientos sigue siendo alta luego de un importante ataque militar israelí a un campamento empobrecido de más de 23 500 refugiados palestinos en Jenin, al norte de la Cisjordania ocupada, a principios de julio.
El territorio palestino sin salida al mar, situado entre Israel al oeste y Jordania al este, ha sido ocupado ilegalmente, según el derecho internacional, tras la invasión de Israel hace 56 años.
“La destrucción que vi fue impactante. Algunas casas fueron completamente quemadas; los autos habían sido aplastados contra las paredes… Vi el trauma en los ojos de los residentes del campamento que habían presenciado la violencia. Los escuché hablar sobre su agotamiento y miedo”, declaró Leni Stenseth, comisionada general adjunta del Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en el Cercano Oriente (UNRWA), después de visitar Jenin el 9 de julio.
Ha habido numerosas incursiones israelíes en Yenin este año y las autoridades afirman que la invasión aérea y terrestre del 3 al 5 de julio tenía como objetivo a los grupos militantes palestinos que se cree son responsables de los ataques contra los israelíes. Doce palestinos y un israelí fueron asesinados, 900 casas dañadas o destruidas, los servicios diezmados y miles desplazados.
El ataque militar se produjo tras la muerte de cuatro colonos israelíes a manos de un palestino armado en la región en junio.
“Durante las últimas horas, nuestras fuerzas de seguridad han estado operando contra focos terroristas en la ciudad de Jenin”, dijo el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, el 3 de julio.
Desde entonces, los grupos de resistencia palestinos han fortalecido su retórica. Israel tenía la intención de “matar cualquier resistencia, y han fallado en ese 100 por ciento”, dijo un portavoz de las Brigadas de Jenin a los medios internacionales. Tanto israelíes como palestinos reclaman Cisjordania como parte de su patria.
Los grupos de resistencia armada palestina han crecido en la región en respuesta a la dura ocupación militar de Israel. La mayoría de los palestinos en Cisjordania son refugiados que viven en pobreza crónica, desempleo, abusos de los derechos humanos, privación de libertades civiles y apatridia. Todo esto es especialmente grave para los jóvenes en campamentos de desplazados a largo plazo.
“No me sorprende lo que pasó en Jenin. Después de 30 años (desde los Acuerdos de Oslo de 1993), no hay ningún plan para ellos (la gente de Jenin), ni desarrollo ni acuerdo político. Están perdiendo el futuro y la esperanza”, dijo Jawad Al Malhi, un palestino que vive en Cisjordania, en una entrevista con IPS desde allí.
El superpoblado campo de Jenin, establecido en 1953, es el hogar de tres generaciones de palestinos que fueron desalojados de sus aldeas de origen durante la ‘Nakba’ de 1948. La ‘Nakba’ se refiere al despojo generalizado de los palestinos de sus tierras y aldeas tradicionales durante la formación del estado de Israel. Tiene una densidad de población de 56.000 personas por kilómetro cuadrado.
En junio, un comité especial de las Naciones Unidas sobre los derechos humanos de los palestinos en los territorios ocupados informó que las muertes de palestinos a manos de las autoridades israelíes en Cisjordania en los primeros cinco meses de este año se habían disparado 124 % en comparación con el mismo período del año pasado.
El conflicto entre Israel y Palestina, en su año 75, es uno de los más largos del mundo. Pero Cisjordania, que estaba gobernada por Jordania, se convirtió en un campo de batalla cuando Israel se apoderó de ella y anexó Jerusalén Este durante la Guerra de los Seis Días en 1967. Los sucesivos gobiernos israelíes han ignorado la condena de su ocupación por parte de la comunidad internacional.
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Como desafío adicional, se alentó a los colonos israelíes a construir viviendas permanentes en Cisjordania. Y los ataques de los colonos a las comunidades palestinas vecinas, que implican agresiones físicas y profanación de viviendas y propiedades, se han producido con impunidad durante años.
Entre 2020 y 2022, la violencia de los colonos israelíes contra los palestinos aumentó 137 %, informa la ONU. Es poco probable que la tendencia se revierta después de la elección el año pasado de un nuevo gobierno israelí de línea dura encabezado por el primer ministro Benjamin Netanyahu, que se comprometió a fortalecer su control sobre Cisjordania.
La erosión de los derechos palestinos y la esperanza de que Cisjordania se convierta en el sitio de su futuro estado ha profundizado la pérdida que sienten quienes viven en sus numerosos campos de refugiados.
Uno de ellos es Shu’fat, un extenso laberinto de edificios congestionados que se construyen cada vez más altos a medida que cada generación trata de vivir dentro de sus límites en las afueras de Jerusalén. Fue creado como un campo de refugiados en 1965 y ahora está flanqueado de un lado por el muro de separación israelí o «apartheid».
Jawad al Malhi nació en Shu’fat después de que su familia, que fue desalojada de su aldea, se mudara allí en 1966. Su casa está a unos cientos de metros del estrecho puesto de control, atendido por soldados israelíes armados, con los que él y otros residentes se ven obligados a negociar diariamente para ir a las tiendas, al hospital y acceder a los servicios públicos y escuelas para sus hijos.
Los desafíos de la vida solo se han intensificado con el rápido crecimiento de la población de Shu’fat.
“En la década de 1980, había unas 10.000 personas viviendo en Shu’fat, pero ahora son 120.000. Entonces, ya no ves la luz; no ves el sol debido a los edificios más altos. No hay espacio, y es difícil caminar hacia cualquier lugar. No hay lugares para autos ni lugares para personas”, describió Al Malhi, y agregó que la vida en el campamento “definitivamente ha empeorado mucho en la última década”.
Ahora que tiene cincuenta años, Jawad ha pasado la mayor parte de su vida haciendo arte sobre la vida en el campamento y la experiencia humana de la ocupación. Y ha ejercido como profesor de arte dedicado a los niños del campamento.
Describió un video que hizo en Shu’fat, llamado Gas Station (gasolinera), que dio una idea de la vida de los jóvenes palestinos en la actualidad. El video registra la vida de los jóvenes que trabajan en una pequeña gasolinera en los márgenes del campamento.
A medida que pasan las horas y el día se convierte en noche, sus interacciones en torno a una cabina prefabricada y un tanque de gasolina se desarrollan en un ciclo interminable de espera. El tiempo cambia, pero crucialmente nada más lo hace.
“Entre la generación más joven, ahora hay más desconfianza y sospecha [hacia las personas y el mundo]. Los jóvenes sueñan con abandonar el campamento, pero no pueden irse. Es muy difícil para los jóvenes construir vidas y relaciones sociales saludables”, dijo Al Malhi. El desempleo entre la juventud palestina se estima en 30 %.
Haneen Kinani, del Instituto Palestino para la Diplomacia Pública en Bruselas, dijo a IPS desde esa capital europea que la mayoría de la generación más joven “nunca ha visto la vida sin asedio, redadas y un brutal régimen militar israelí que los deshumaniza”.
Numerosos factores alimentan la evidencia del creciente descontento entre los palestinos más jóvenes, incluido el fracaso de los Acuerdos de Paz de Oslo de 1993, la ausencia de un proceso de paz tangible y la ineficacia de la autoridad palestina, responsable de administrar las áreas de Cisjordania controladas por los palestinos. para abordar las acciones de Israel.
“En la actualidad, no hay perspectivas de una solución política. El gobierno israelí no está dispuesto a comprometerse y no tiene una política más allá de la posible anexión formal de partes de Cisjordania. Al mismo tiempo, la autoridad palestina es demasiado débil para poder negociar algo”, dijo a IPS John Strawson, profesor de derecho de la Universidad del Este de Londres.
Algunas naciones, como el Reino Unido, Canadá y Australia, han pedido a Israel que deje de construir asentamientos agresivos, vistos como un estímulo para la violencia. Pero los comentaristas señalan que el apoyo inquebrantable que Israel recibe de Estados Unidos es un factor importante en su impunidad continua.
Nasser Mashni, presidente de la Red Australiana de Defensa de Palestina (Apan, en inglés) dijo que era hora de que esto cambiara.
“La ONU y los países individuales deberían tomar medidas inmediatas y decisivas, como ha demostrado que es posible con la invasión rusa de Ucrania. Israel debe estar sujeto a sanciones internacionales y de la ONU hasta que cumpla con sus obligaciones según el derecho internacional”, dijo a IPS.
T: MLM / ED: EG