WASHINGTON – Los subsidios a los combustibles fósiles alcanzan niveles récord en el mundo y países productores de petróleo figuran entre las economías donde más recursos se dirigen a ese propósito, indicó un nuevo estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI).
El año pasado, esos subsidios llegaron a un récord de siete billones (millones de millones) de dólares, cuando los gobiernos apoyaron a los consumidores y a las empresas durante el aumento mundial de los precios de la energía, atizado por la invasión rusa de Ucrania y la recuperación económica de la pandemia.
El costo de esos subsidios equivalen a 7,1 % del producto bruto (PIB) mundial, y más de lo que los gobiernos gastan anualmente en educación (4,3 % del ingreso global) y dos tercios del 10,9 % que gastan en atención médica, según el FMI.
“Nuestros hallazgos se producen cuando la Organización Meteorológica Mundial afirma que julio fue el mes más caluroso registrado, lo que subraya la necesidad urgente de frenar el cambio climático inducido por el hombre”, indicaron los atores del informe.
La producción y el consumo de combustibles fósiles son responsabilizados por la emisión de gases de efecto invernadero que calientan la atmósfera, y el planeta se acerca al indeseado umbral de que la temperatura global promedio llegue a 1,5 grados centígrados por encima de los niveles de la era preindustrial (1850-1900).
El auge de los subsidios ocurre “mientras el mundo lucha por limitar el calentamiento global a 1,5 grados Celsius y partes de Asia, Europa y Estados Unidos se sofocan con un calor extremo”, subraya el informe.
Los subsidios a los combustibles fósiles aumentaron en dos billones de dólares en los últimos dos años, y los subsidios explícitos (cobrar menos por los costos de suministro) se duplicaron con creces hasta alcanzar 1,3 billones de dólares.
El estudio del FMI abarcó 170 países y muestra a China como la mayor economía en materia de subsidios explícitos a combustibles en 2022, al facilitar 270 000 millones de dólares con ese fin, de los cuales 201 000 millones se orientaron al gas natural, 59 000 millones a la electricidad y 8000 millones de dólares al petróleo.
Su escolta es Arabia Saudí, con 129 300 millones de dólares en subsidios, de los cuales 66 300 millones se dirigieron a petróleo, 53 800 millones a gas y 9200 millones a electricidad.
Indonesia facilitó subsidios por 78 000 millones de dólares, de los cuales 30 000 millones en petróleo, 26 000 millones en gas, 16 000 millones en electricidad y 6000 millones en carbón. La cuenta de Rusia llega a 70 700 millones de dólares, de los cuales 39 000 millones en petróleo y 30 000 millones en electricidad.
Cifras gruesas también muestran Irán (62 700 millones de dólares), Corea del Sur (65 000 millones), Turquía (59 000 millones), Argelia (45 000 millones), Alemania (43 000 millones), Japón (34 000 millones) India (32 000 millones), Egipto (27 000 millones), Qatar (23 000 millones) e Iraq (14 000 millones de dólares).
En América Latina, tres de sus tradicionales productores de hidrocarburos también registran importantes subsidios. En Argentina alcanzan a 14 200 millones de dólares, de los cuales 7100 millones en gas natural, 3400 millones en electricidad y 1600 millones de dólares en petróleo.
En México suman 14 600 millones de dólares, de los cuales 8000 millones al petróleo, 3700 millones a la electricidad y 2900 millones al gas. Y en Venezuela se subsidió a los combustibles fósiles por 8200 millones de dólares, de los cuales 7900 millones fueron a productos de petróleo.
Se trata de subsidios explícitos, y el FMI recuerda que “la mayoría de los subsidios son implícitos, ya que los costos ambientales a menudo no se reflejan en los precios de los combustibles fósiles, especialmente el carbón y el diésel”.
Según su análisis “los consumidores no pagaron más de cinco billones de dólares en costos ambientales el año pasado”.
Esa cifra “sería casi el doble” si el daño al clima se valorase en los niveles distintos o mayores a “suponer que los costos del calentamiento global son iguales al precio de las emisiones necesario para cumplir los objetivos de temperatura del Acuerdo de París”, pactado en 2015 para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero.
Se prevé que esos subsidios implícitos crezcan a medida que los países en desarrollo (que tienden a tener plantas de energía, fábricas y vehículos más contaminantes, junto con poblaciones densas cerca de estas fuentes de contaminación) aumentan su consumo de combustibles fósiles hacia los niveles de las economías avanzadas.
El estudio dice que si los gobiernos eliminaran los subsidios explícitos e impusieran impuestos correctivos, los precios del combustible aumentarían. Eso llevaría a empresas y hogares a considerar los costos ambientales al tomar decisiones de consumo e inversión.
El resultado sería una reducción significativa de las emisiones globales de dióxido de carbono, un aire más limpio, menos enfermedades pulmonares y cardíacas y más espacio fiscal para los gobiernos, asentó el estudio del FMI.
Considera finalmente que con los precios mundiales de la energía cayendo y las emisiones aumentando, “es el momento adecuado para eliminar gradualmente los subsidios explícitos e implícitos a los combustibles fósiles, para lograr un planeta más saludable y sostenible”.
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