Ortensia Tserem (I) y María Huincho, dos migrantes internas que llegaron hace tres años a la periferia de Ica, la capital del departamento costero y desértico de nombre homónimo, en el centro-sur de Perú. Ellas y sus familias llegaron atraídas por la bonanza agroexportadora de la que es epicentro Ica, pero penan por trabajos temporales y, más aún, por la falta de acceso al agua potable, que tienen que comprar a camiones cisterna. Imagen: Mariela Jara / IPS

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