NAIROBI – A diferencia del pasado, en el que los periodistas de Kenia cubrían libremente las protestas antigubernamentales sin sufrir daños, varios sucesos ocurridos en marzo aumentaron el temor al resurgimiento de brutales ataques físicos contra los profesionales de la comunicación.
Según el Consejo de Medios de Comunicación de Kenia, en un lapso de dos semanas, más de 25 periodistas fueron acosados, detenidos y retenidos en calabozos policiales, agredidos físicamente, se destruyeron equipos costosos y se borraron imágenes durante las manifestaciones encabezadas por la oposición.
Calvin Tyrus Omondi, que participó en las recientes protestas de marzo y en muchas otras antes, dijo a IPS que los periodistas suelen cubrir las manifestaciones situándose al lado de los policías porque allí están seguros.
Pero en las protestas de marzo, se dispararon botes de gas lacrimógeno contra los periodistas, entre otras agresiones. “Los cartuchos de gas lacrimógeno los utilizan los agentes de policía, así que muchos comunicadores estaban muy asustados porque el cartucho puede alcanzar y matar a alguien”, comentó.
“También había algunos matones a sueldo que no querían que continuaran las manifestaciones y tiraban piedras a los periodistas. Los periodistas no estaban seguros ni con los policías ni con la multitud. A algunos incluso les robaron”, añadió.
Uno de los incidentes más brutales fue la agresión sufrida por el camarógrafo Eric Isinta, que fue alcanzado por tres botes de gas lacrimógeno, en rápida sucesión, en la cara y el abdomen. Como resultado, cayó del vehículo de prensa y resultó gravemente herido.
“El acceso a información oficial fiable es de vital importancia en tiempos de crisis. Las noticias y las imágenes fiables pueden ayudar a proteger a los civiles y contribuir a rebajar las tensiones. Los periodistas son a menudo la fuente de esta información”, dijo a IPS Harrison Manga, director nacional de Media Focus on Africa.
Pero, amplió, “los periodistas también son a menudo el objetivo de las partes en una crisis, como se ha visto en los recientes ataques a periodistas que cubrían las manifestaciones convocadas por la oposición en Nairobi en marzo de 2023”.
“La libertad de prensa exige que los actores estatales y no estatales garanticen la seguridad de los periodistas en todo momento, y especialmente en tiempos de crisis”, dijo.
Por lo tanto, fue muy preocupante que figuras notables e influyentes del gobierno intensificaran abierta y públicamente sus ataques verbales contra los medios de comunicación, con comentarios que disiparon toda duda sobre la vulnerabilidad de los periodistas que cubren situaciones políticas inestables.
Jane Thuo, profesora de Periodismo y Comunicación de Masas, dijo a IPS que, en este contexto, el equipo para proteger a los periodistas en situaciones tan volátiles, en las que se utilizan bombas lacrimógenas como armas y se disparan balas reales, simplemente no es el adecuado.
Por ejemplo, el camarógrafo Isinta, que llevaba un casco protector, estuvo a punto de perder un ojo y sufrir una deformación permanente en la cara. Varios periodistas sufrieron heridas en la cabeza a pesar de llevar cascos, ya que los cartuchos de gas lacrimógeno se dispararon a propósito y con munición real.
“Tenemos que explorar la tecnología para mantener a salvo a nuestros periodistas. El periodismo con drones o el uso de vehículos aéreos no tripulados tiene un gran potencial para la recopilación de noticias en entornos volátiles, como protestas políticas, conflictos violentos y catástrofes naturales, sin poner en peligro la vida y la salud de nuestros periodistas”, explicó Thuo.
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Según la especialista, los drones, como pequeñas aeronaves no tripuladas manejadas a distancia por una persona en tierra, pueden facilitar que los periodistas se mantengan fieles a su vocación proporcionando al público información precisa y oportuna sin convertirse en daños colaterales o incluso sin perder costosos equipos.
Las imágenes de erupciones volcánicas, aldeas devastadas por la guerra y catástrofes nucleares han sido posibles gracias a la tecnología de los drones, y especialistas como Thuo insisten en que ha llegado el momento de que los periodistas africanos, sobre todo los que cubren conflictos armados activos, recurran a ella.
En la actualidad hay al menos 15 conflictos armados en África, en países como Sudán, la República Democrática del Congo, Camerún y Etiopía, donde, con gran riesgo para sus vidas, los periodistas siguen sacando a la luz crímenes atroces contra la humanidad en medio de los conflictos.
Por ello, las fotos, vídeos y retransmisiones en directo con drones pueden ayudar a los periodistas a que sus reportajes sean más perspicaces e innovadores, sobre todo en la cobertura de acontecimientos rápidos y en zonas demasiado peligrosas para los comunicadores.
Thuo habla de empresas, oenegés y universidades que están probando drones en este contexto, como el Laboratorio de Drones en Periodismo, de la maestría de Periodismo y Comunicación de Masas de la estadounidense Universidad de Nebraska Lincoln.
Más próxima está la AfricanDrone, una comunidad panafricana de operadores de drones y periodistas, está comprometida con el uso de drones e tareas de comunicación.
Una imagen bien puede valer más que mil palabras, pero los camarógrafos y fotógrafos se encuentran en el extremo receptor y en riesgo de sufrir daños corporales graves y potencialmente mortales.
Por eso, Thuo dice que las partes interesadas de los medios de comunicación deben, con carácter de urgencia, comenzar a explorar la legislación para facilitar el periodismo con drones en tiempos de crisis.
“Tenemos que tener en cuenta la protección de la intimidad de las personas, la seguridad pública y la ética periodística”, adujo la profesora de periodismo.
A su juicio, “es posible elaborar una legislación que tenga en cuenta estas cuestiones críticas, porque están en el corazón de los derechos humanos”.
“Hay margen para sopesar las ventajas y los inconvenientes de recoger noticias con drones en situaciones peligrosas y establecer un marco jurídico progresista”, observó Thuo.
Reconoció que, efectivamente, los drones pueden utilizarse mal.
Pero, remarcó que con amplias consultas con las partes interesadas de los medios de comunicación, especialistas en derechos humanos y expertos técnicos en campos como la industria de la aviación, “es posible establecer parámetros que permitan a los periodistas revolucionar la cobertura informativa utilizando tecnología como los drones”.
La legislación sobre drones en Kenia permite la propiedad de drones a ciudadanos mayores de 18 años, así como a empresas y organismos del gobierno. Todos los drones deben estar registrados por la Autoridad de Aviación Civil de Kenia.
Thuo aseguró que es necesario analizar la legislación keniana sobre drones para averiguar si restringe o facilita el periodismo con drones y en qué medida.
Una vez establecido esto, concluyó, tocará determinar las medidas que podrían tomar las partes interesadas para contribuir a mejorar la seguridad de los periodistas mediante una tecnología innovadora.
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