SÍDNEY – La última subida de las tasas de interés del Banco de la Reserva de Australia (RBA) llega antes de que se haya secado la tinta de la tan esperada revisión de su funcionamiento, publicada el 20 de abril. La amenaza de nuevas subidas es una clara señal de que el banco central se ha envalentonado, después que el gobierno aceptase todas las 51 decepcionantes recomendaciones del grupo independiente de expertos al que encargó la tarea.
La revisión del RBA
El ministro del Tesoro, Jim Chalmers, anunció el plan de revisión en julio de 2022, diseñada para impulsar una reforma que garantice que los acuerdos de política monetaria de Australia y las operaciones del RBA continúen apoyando resultados macroeconómicos sólidos para el país en un panorama complejo y en continua evolución.
Las recomendaciones del grupo de tres especialistas, encargado de revisar la estructura, la gobernanza y la eficacia del RBA, van desde la creación de una junta separada para tomar decisiones sobre los tipos de interés, a dar al banco central un doble mandato más simple para perseguir tanto la estabilidad de precios como el pleno empleo.
Decepción absoluta
El informe no cuestiona los tabúes sobre la inflación y el papel del Banco Central en una democracia social. Las recomendaciones de panel de revisión mantienen sin cambios el objetivo de inflación del RBA de entre 2 y 3 %, recomiendan de forma escandalosa eliminar del mandato del RBA la «prosperidad económica y el bienestar del pueblo de Australia» y la supresión del poder del gobierno para intervenir en las decisiones del RBA.
Esto hará que el RBA sea más anti inflacionista y más agresivo en su uso de la contundente herramienta de los tipos de interés, sin tener demasiado en cuenta las consecuencias sobre la ocupación laboral, especialmente cuando el mandato del RBA sobre el pleno empleo es impreciso.
Sin poder para intervenir en las decisiones del RBA, estas subidas de los tipos de interés obligarán al gobierno a recortar su gasto, ya que tiene que pagar más por los intereses de su deuda, mientras que sus ingresos fiscales se reducen cuando la economía se ralentiza.
Así, el bienestar de los ciudadanos en general, especialmente de los que perderán su empleo, empeorará a medida que el gobierno se esfuerce por encontrar dinero para ayudas presupuestarias específicas.
No es de extrañar que el ministro del Tesoro calificara la última decisión del RBA sobre los tipos de interés de «bastante brutal».
El vudú del objetivo de inflación de 2-3 %
Al aceptar el actual objetivo de inflación de 2-3 % del RBA, el panel de revisión ignora el hecho de que ese objetivo de inflación se ha convertido en un «evangelio económico global» sin ninguna base empírica o teórica.
El objetivo de 2-3 % fue sacado del aire y se convirtió en un mantra universal tras un comentario casual del entonces ministro de Finanzas de Nueva Zelanda en una entrevista televisiva, a lo que siguió una prédica tan incesante como arbitraría.
La recomendación ignora el cambio de circunstancias desde que se adoptó por primera vez el objetivo de inflación de 2-3 %. Tras la crisis financiera mundial de 2008-2009, muchos, incluido el entonces economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), Olivier Blanchard, sugirieron que un objetivo de inflación de 4 % sería más apropiado.
Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.
La relación de compensación entre inflación y desempleo (desarrollada en la llamada curva de Phillips) se ha ido aplanando con el paso de los años debido a la desregulación del mercado laboral, la deslocalización y otros factores.
Ello significa que tratar de alcanzar dogmáticamente un objetivo de inflación tan bajo requeriría una tasa de desempleo mucho más elevada, tal y como ha reconocido la expresidenta de la Reserva Federal de Estados Unidos y su actual secretaria del Tesoro, Janet Yellen.
Es decir, el tipo de interés debe subir más bruscamente infligiendo graves daños a las finanzas de las empresas, al gasto de los hogares y al presupuesto del Estado.
El pleno empleo, convidado pobre
El panel de revisión recomienda el mandato de «pleno empleo» junto con el objetivo de inflación.
Sin embargo, mientras que el objetivo de inflación tiene una cifra numérica (2-3 %), no se menciona ningún objetivo específico para el desempleo que pueda ser coherente con el concepto de pleno empleo. Cuando se le preguntó en una rueda de prensa, el ministro Chalmers reconoció: «Es un concepto controvertido».
El informe menciona el pleno empleo ¡100 veces! Pero no dice lo que significa; en su lugar, el panel acepta la actual definición y medida de pleno empleo del RBA, basada en un concepto discutible de «tasa de desempleo no aceleradora de la inflación (Nairu, en inglés)”.
Es decir, el pleno empleo es coherente con una tasa de desempleo por debajo de la cual la inflación se acelerará.
Hay consenso general en que los modelos basados en el concepto de Nairu son básicamente erróneos.
Un artículo en el boletín del propio RBA reconocía que «las estimaciones de los modelos de la Nairu son muy inciertas y pueden cambiar bastante a medida que se dispone de nuevos datos».
También el afamado economista estadounidense James Galbraith ha abogado por abandonar la Nairu. Y un artículo de opinión en The Financial Times ha concluido: «Cuanto antes se entierre y olvide la Nairu, mejor».
La socialdemocracia sacrificada
El grupo de expertos que ha establecido las bases para una reforma del RBA considera que hay demasiados factores que afectan a la prosperidad y el bienestar. Por ello, recomienda eliminar el tercer mandato que tiene actualmente RBA, «prosperidad económica y bienestar del pueblo de Australia», consagrado en la Ley del RBA de 1959.
Además, los expertos recomiendan eliminar la capacidad del gobierno para anular una decisión del RBA porque «socava el funcionamiento independiente de la política monetaria».
Con la aplicación de estas recomendaciones, el RBA no estará vinculado al compromiso de construir una sociedad más justa, aunque la prosperidad económica y el bienestar de las personas pueden seguir siendo un «objetivo primordial».
Y el ganador es…
Un RBA excesivamente independiente tendrá todo el poder que necesita para utilizar su única arma, la subida de los tipos de interés, para mantener la inflación en sacrosanto 2-3 %. Un banco de reserva envalentonado declarará que las consecuencias de sus acciones en los mercados laborales son coherentes con un pleno empleo vagamente definido, y con la prosperidad económica y el bienestar de la población.
Puede simplemente afirmar que las pérdidas de empleo y de ingresos son dolores a corto plazo para ganancias a largo plazo, sin tener que aportar ninguna prueba. Pero los dolores a corto plazo no existen.
Para muchos, la pérdida de empleo puede causar daños permanentes en su salud mental, su autoestima y su vida social, lo que a menudo conduce al suicidio. Las investigaciones del FMI demuestran que los efectos cicatrizantes de las recesiones pueden ser permanentes.
Así pues, el claro ganador de las reformas recomendadas es el Banco de la Reserva de Australia, y no la gente del país que lucha por encontrar un trabajo decente que les permita tener un techo y dos platos de comida en sus mesas.
Mientras tanto, la lucha ideológica antiinflacionaria del RBA con una herramienta de tipos de interés contundente beneficia a los cuatro grandes bancos.
Estos se embolsarán la cifra récord de 33 000 millones de dólares en beneficios gracias a la subida de los tipos de interés, mientras los australianos y las pequeñas empresas luchan contra el aumento de las quiebras y la pérdida de puestos de trabajo.
Anis Chowdhury es profesor adjunto de la Escuela de Negocios de la Universidad del Oeste de Sídney (Western Sydney University). Antes ocupó altos cargos en las Naciones Unidas en el área de Asuntos Económicos y Sociales.
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