WASHINGTON – La Organización Panamericana de la Salud (OPS) lanzó un nuevo llamado a fortalecer la red de atención primaria en el hemisferio, para el diagnóstico y tratamiento de una “enfermedad desatendida”, con motivo al conmemorarse este viernes 14 el Día Mundial de la Enfermedad de Chagas.
“El Chagas es una enfermedad que pocos conocen, aunque afecta a millones de personas”, dijo Jarbas Barbosa, director de la OPS, por lo que “hago un llamado a gobiernos, personal de salud y trabajadores comunitarios a realizar esfuerzos adicionales y concentrar su atención en las poblaciones más vulnerables”.
La enfermedad -que lleva el nombre del médico brasileño que la descubrió en 1909, Carlos Chagas- afecta a entre seis y siete millones de personas, la mayoría de ellas en América Latina, donde cada año se registran 30 000 nuevos casos y 10 000 muertes.
Sin embargo, se ha extendido a prácticamente todas las regiones del mundo, favorecida principalmente por las migraciones y el turismo.
En el hemisferio unos 75 millones de personas viven en las áreas expuestas a los vectores transmisores que la enfermedad, apuntó Herve Verhoosel, portavoz de Unitaid, una iniciativa internacional que promueve el acceso al tratamiento de enfermedades transmisibles en países en desarrollo.
“Esta afección, que en un principio se había observado en zonas rurales, ahora también se ha trasladado a entornos urbanos en 44 países que abarcan todos los continentes, salvo la Antártida”, observó Verhoosel.
El mal de Chagas es causado por un parásito llamado Trypanosoma cruzi, que se encuentra en las heces del “insecto de los besos”, Triatoma infestans, un hematófago que en ocasiones pica a las personas en los labios cuando duermen.
Endémico en 21 países de la región, el insecto triatomino es conocido con una amplia variedad de nombres: vinchuca en Argentina, Bolivia, Chile y Uruguay, mermelada en Colombia, chinche negra en Paraguay, chipo en Venezuela, chirimacha en Perú, hinchorro en Ecuador, chinche besucona en México y barbeiro palança en Brasil.
La enfermedad, que puede desarrollar complicaciones irreversibles para el sistema nervioso, el aparato digestivo y el corazón del paciente, se transmite con la picadura del insecto y también por transfusión sanguínea o trasplante de órganos, durante la gestación y el trabajo de parto, y por consumir alimentos contaminados.
Se estima que alrededor de 1,1 millones de mujeres en edad fértil están infectadas por el parásito T. cruzi en América Latina y que, cada año, 9000 niños contraen Chagas por transmisión maternoinfantil.
La enfermedad es casi 100 % curable si se detecta y trata en sus etapas iniciales, pero un problema es que, ante la falta de síntomas, muchas personas no son diagnosticadas ni reciben atención médica hasta desarrollar una condición crónica.
Massimo Ghidinelli, director interino del Departamento de Prevención, Control y Eliminación de Enfermedades Transmisibles de la OPS, dijo que “con tasas de detección del Chagas tan bajas, el tratamiento está llegando demasiado tarde”.
Por ello, “necesitamos involucrar a la comunidad y apoyar a los profesionales de unidades básicas de salud con capacitación e insumos críticos para enfrentar la enfermedad”, insistió Ghidinelli.
Desde 1990 -con apoyo de la OPS- los países de la región han avanzado en el control de la transmisión vectorial del Chagas, aplicado el tamizaje universal en bancos de sangre y en embarazadas, y mejorado los estándares de vivienda, pues uno de los hábitats de los triatominos son los techos de paja o tallos secos.
La OPS recomienda un tamizaje universal de Chagas para las embarazadas, y pruebas a los recién nacidos para conocer su estado serológico. También aconseja tratar a las madres y a los bebés positivos después del parto.
Barbosa hizo finalmente un nuevo llamado a “trabajar juntos para que pronto el Chagas sea una enfermedad eliminada como problema de salud pública”.
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