Aumenta desnutrición entre mujeres embarazadas y madres jóvenes

Este artículo es parte de la cobertura de IPS del Día Internacional de la Mujer, este miércoles 8.

Una madre con su bebé de nueve meses en un centro de ayuda materna en Sudán. La nutrición adecuada de madres adolescentes y lactantes es fundamental y está en situación de grave riesgo en 12 países de África y Asia. Foto: Motjba Moawi/Unicef

NACIONES UNIDAS – El número de mujeres embarazadas y madres lactantes que sufren desnutrición aguda aumentó 25 % desde 2020 en 12 países que están “en el epicentro de la crisis alimentaria mundial”, ha advertido un nuevo informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

Catherine Russell, directora ejecutiva de Unicef, observó que “debido a la crisis alimentaria mundial, millones de madres y niños enfrentan hambre severa y desnutrición”, en un comunicado en el que subrayó las consecuencias nocivas de esta crisis para los hijos.

“Si la comunidad internacional no actúa con urgencia, esta crisis podría tener consecuencias duraderas para las generaciones futuras”, advirtió Russell, y subrayó que “prevenir la desnutrición infantil también implica combatir la desnutrición entre las adolescentes y las mujeres”.

El informe señala que entre 2020 y 2022 el número de mujeres embarazadas o lactantes que padecen desnutrición aguda aumentó de 5,5 a 6,9 millones, en 12 países en crisis alimentaria muy severa.

Esos 12 países (Afganistán, Burkina Faso, Chad, Etiopía, Kenia, Malí, Níger, Nigeria, Somalia, Sudán, Sudán del Sur y Yemen) constituyen el «epicentro de esta crisis nutricional».

El hambre muerde a muchos más países y personas, pues la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura  (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) en un reporte el pasado febrero indicaron que “349 millones de personas en 79 países padecen inseguridad alimentaria aguda”.

Además de los 12 mencionados como muy críticos, hay países como Pakistán, Siria, Sri Lanka, Haití, Guatemala y Honduras.

Su situación se ha visto agravada por la guerra en Ucrania –que impulsó los precios de los alimentos e interrumpió cadenas de suministro-, por la actual sequía, y por la persistencia de conflictos armados e inestabilidad en algunos países.

El documento, basado en datos sobre bajo peso y anemia en casi todos los países, estima que más de 1000 millones de mujeres y adolescentes, la octava parte de la población mundial, sufren de desnutrición, incluyendo bajo peso y baja estatura, más deficiencias de micronutrientes esenciales y anemia.

Publicado con motivo del Día Internacional de la Mujer, este miércoles 8, el informe recuerda que una nutrición inadecuada en mujeres y niñas puede conducir a un sistema inmunológico debilitado, un desarrollo cognitivo deficiente y un mayor riesgo de complicaciones graves durante el embarazo y el parto.

También puede generar efectos nocivos e irreversibles que amenazan la supervivencia, el crecimiento y el aprendizaje de los niños, así como su capacidad futura para mantenerse a sí mismos.

“A nivel mundial, 51 millones de niños menores de dos años tienen retraso en el crecimiento. Estimamos que en casi la mitad de los casos esto ocurre durante el embarazo y los primeros seis meses de vida, cuando la nutrición del niño depende totalmente de su madre”, subraya el informe.

El informe de Unicef señala que el sur de Asia y África subsahariana concentran a 68 % de las mujeres y las adolescentes con bajo peso y 60 % de las que padecen anemia, objeto de especial preocupación por ese fondo de la ONU.

Las crisis mundiales continúan obstaculizando desproporcionadamente el acceso de las mujeres a alimentos nutritivos.

En 2021, 126 millones de mujeres más que hombres experimentaron inseguridad alimentaria, en comparación con 49 millones más en 2019, lo que significa que las disparidades de género en esta área se han más que duplicado.

Por lo tanto, Unicef hizo un llamado a dar prioridad a las mujeres y las niñas en términos de acceso a alimentos nutritivos, e implementar medidas vinculantes para “ampliar la fortificación de alimentos comunes” como la harina, el aceite de cocina o la sal.

También se trata de “acelerar la eliminación de normas sociales y de género discriminatorias, como el matrimonio infantil y el reparto desigual de alimentos, recursos, ingresos y tareas domésticas dentro del hogar”.

“Sabemos lo que hace falta para que las mujeres y los niños que más lo necesitan reciban apoyo y servicios nutricionales que pueden salvarles la vida. Solo tenemos que movilizar la voluntad política y los recursos para actuar. No hay tiempo que perder”, concluyó Russell.

A-E/HM

 

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