BOA VISTA, Brasil – Roraima, el más norteño estado de Brasil, en la frontera con Guyana y Venezuela, vive una transición energética que apunta los dilemas y posibles soluciones para un suministro seguro y sustentable de electricidad en la Amazonia.
Se trata del único estado fuera del Sistema eléctrico Interconectado Nacional (SIN) y por eso dependiente de centrales termoeléctricas a diésel y gas natural, fuentes caras y contaminantes, que responden por 79 % de su consumo.
El costo financiero y ambiental se agranda por el transporte de los combustibles fósiles por camiones desde Manaus, capital del vecino estado de Amazonas, a 780 kilómetros de Boa Vista, capital de Roraima.
Pero el roraimense paga uno de los precios más bajos de la electricidad en el país, gracias a un subsidio que va a la cuenta de los demás consumidores. Lo mismo ocurre con otros sistemas aislados en municipios de la Amazonia profunda.
Esos subsidios costarán cerca de 2300 millones de dólares este año de 2023 y benefician a tres millones de brasileños, según la reguladora Agencia Nacional de Energía Eléctrica.
Una quinta parte del total le toca a Roraima, que de 2001 a 2019 contó con la electricidad importada de Venezuela y por eso demandó menos subsidio a la vez que disfrutó de cierta seguridad energética, afectada en los últimos años por el deterioro de la proveedora, la central hidroeléctrica de Guri, que suspendió el suministro dos años antes del final del contrato.
Por suerte Roraima pudo contar con el gas natural de yacimientos amazónicos, extraído en Silves, a 200 kilómetros de Manaus, para abastecer la central termoeléctrica Jaguatirica II, inaugurada en febrero de 2022, con capacidad de 141 megavatios, dos tercios de la demanda del estado.
Redujo así la dependencia del diésel, más caro y más contaminante.
Pero lo que buscan varias iniciativas locales es sustituir los combustibles fósiles por fuentes limpias, como la solar, la eólica y la biomasa.
Es el camino hacia la seguridad energética, con sustentabilidad, cree Ciro Campos, uno de los coordinadores del Foro de Energías Renovables de Roraima, como representante del Instituto Socioambiental (ISA), una organización no gubernamental indigenista y ambientalista.
En ese camino se adelantó la alcaldía de Boa Vista, la capital que concentra dos tercios de la población roraimense. Paneles fotovoltaicos cubren el techo de la sede de la alcaldía, de mercados municipales y un terminal de autobuses o sirven de techo a parqueos del teatro municipal y de la Secretaría de Servicios Públicos y Medio Ambiente.
Además se construyó en las afueras de la ciudad una planta de 15 000 paneles con capacidad para generar 5000 kilovatios, el límite para la llamada generación distribuida en Brasil.
En total son siete plantas con potencia de 6700 kilovatios, además de 74 paradas de autobús con algunos paneles, una parte dañada por el robo de componentes, lamentó Thiago Amorim, el secretario de Servicios Públicos y Medio Ambiente.
Además del objetivo ambiental, la energía solar permite a la alcaldía ahorrar el equivalente a 960 000 dólares al año, recursos que se destinan a las inversiones sociales. Boa Vista se presenta como “la capital de la primera infancia” y conquistó el reconocimiento nacional e internacional a sus programas hacia la niñez.
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Para el Foro de Energías Renovables y el Consejo Indigenista de Roraima (CIR), que fomentan las fuentes limpias, se trata de reducir el consumo del diésel, un combustible fósil traído de lejos y de suministro incierto, y de evitar la construcción de la central hidroeléctrica de Bem Querer (buen querer, en portugués).
El proyecto, aún sin estudios detallados, represaría el río Branco, mayor recurso hídrico de Roraima, para formar un embalse de 519 kilómetros cuadrados que inundaría incluso parte de Boa Vista. Afectaría nueve territorios indígenas directamente y otros indirectamente, señaló Edinho Macuxi, coordinador general del CIR.
Bem Querer tendría capacidad instalada de 650 megavatios, el triple de la demanda roraimense. Despierta interés porque abastecería también a Manaus, metrópoli de 2,2 millones de habitantes carente de mayor seguridad energética, y podría generar más electricidad justo cuando merma la generación de otras hidroeléctricas amazónicas.
Roraima tiene casi todo su territorio en el hemisferio norte, con el período más lluvioso entre abril y septiembre, justo cuando hay estiaje en el resto de la Amazonia. La hidroelectricidad roraimense sería complementaria para toda la parte brasileña del bioma.
Por eso Bem Querer es un proyecto casado con la construcción de la línea de transmisión entre Manaus y Boa Vista, ya lista para empezar, que incorporaría Roraima al Sistema Interconectado Nacional, para importar o para exportar electricidad.
“Podemos nos conectar, pero rechazamos la dependencia, queremos un modelo energético seguro y autónomo. Tendremos diez años para buscar soluciones viables económicamente y políticamente”, sostuvo Ciro Campos.
ED: EG