BLANTYRE, Malaui – El caso de cólera notificado por el hospital de distrito de la región sur de Malaui, el 3 de marzo de 2022, fue el primero de la temporada 2021-2022, y una advertencia de lo que se venía: el peor brote de cólera registrado en este país africano en décadas.
Desde hace casi un año, el cólera se apoderó de Malaui, registrándose casos en los 29 distritos, y siguen aumentando.
En un hecho sin precedentes, los casos aumentaron bruscamente, incluso durante los meses de verano, cuando no se esperan diagnóstico y el país no se prepara para hacer frente a la enfermedad.
El 4 de este mes ya habían muerto 704 personas y se habían registrado 21000 casos, según datos oficiales. La tasa de letalidad se sitúa en 3,4%, por encima de la tasa recomendada de menos de 1%.
Maziko Matemba, director ejecutivo de Health and Rights Education Programme (HREP), una organización local de la sociedad civil, aseguró que la situación es alarmante y mantiene al país en una «espiral de crisis sanitarias».
«Empezamos el año 2022 con la esperanza de recuperarnos de la devastación de covid-19. Luego, la tormenta tropical Ana nos hizo retroceder en enero. Y en marzo, se instaló el cólera, que ya lleva 10 meses, y empeora a medida que pasa el tiempo. No habíamos tenido un brote de cólera desde hace mucho tiempo», dijo Matemba a IPS.
Cada vez aumenta más el miedo de que la propagación de la enfermedad sea aún mayor con el comienzo de la estación de lluvias, cuando suelen aumentar los casos en Malaui.
La tormenta tropical Ana tuvo un papel importante en este último brote, según especialistas. La tormenta afectó a 16 distritos, entre ellos Machinga, donde se registró el primer caso de cólera en marzo, y Nsanje, un distrito propenso a las inundaciones, y una de las primeras zonas en notificar casos de cólera en 2022.
Un informe final sobre el impacto de la tormenta, elaborado por el Departamento de Gestión de Desastres, reveló que en esos 16 distritos, más de 53000 letrinas quedaron destruidas y que 337 pozos, 206 grifos y ocho sistemas de abastecimiento de agua por gravedad resultaron dañados.
Según ese Departamento, esto se tradujo en una baja cobertura de saneamiento, un acceso limitado al agua potable y malas prácticas higiénicas, además de algunos lugares y comunidades que declararon defecar al aire libre y contaminar las pocas fuentes de agua disponibles.
Según el informe, esta situación elevó el riesgo de propagación del cólera y de otras enfermedades transmisibles.
«Por ello, se necesitan inmediatamente servicios de abastecimiento de agua potable, saneamiento e higiene para resolver los problemas derivados de su mala calidad. Además, es necesario rehabilitar retretes para evitar enfermedades infecciosas y transmitidas por el agua» contaminada.
Malaui no se recuperó del desastre, afirmó Matemba.
«La falta de recuperación de la infraestructura de agua y saneamiento destruidas en ese tiempo crearon condiciones propicias para la propagación del cólera. Eso se suma a un sistema de prevención deficiente. Solemos tomarnos la prevención con bastante indiferencia», se lamentó.
Save Kumwenda, experto en salud ambiental, afirmó que, además de los problemas de agua, saneamiento e higiene, hay evidencias de que la temperatura y las precipitaciones influyen en los brotes de cólera: la temperatura controla las epidemias y las precipitaciones actúan como mecanismo de dispersión.
«También están las condiciones socioeconómicas, que son factores clave en los brotes, ya que aumentan la exposición a los patógenos», puntualizó Kumwenda, profesor asociado de la Universidad de Ciencias Empresariales y Aplicadas de Malawi (MUBAS).
Según él, la situación podría empeorar porque en la estación de lluvias, estas propagan la bacteria a través de la contaminación de las masas de agua y de los alimentos.
El brote ha afectó con mayor dureza a las dos principales ciudades de Malaui: Lilongwe, la capital, y Blantyre, la ciudad comercial.
Por ejemplo, en los 7 días transcurridos entre el 29 de diciembre de 2022 y el 4 de enero de 2023, este país registró 2773 casos de cólera y 137 muertes. De ellos, Blantyre y Lilongwe concentran 47% de los nuevos casos y 53% de las nuevas muertes.
Según Kumwenda, eso se debe a que las dos ciudades, con problemas para la gestión de residuos sólidos y viejos sistemas de alcantarillado, tienen grandes zonas periurbanas donde los residentes dependen de pozos, perforaciones y agua de río, muy contaminada con la materia fecal de los inodoros, fosas sépticas rotas, tuberías de alcantarillado rotas y defecación al aire libre.
Y agregó que la mayoría de las casas de esas zonas no tienen retretes adecuados y muchas dependen de los que son compartidos.
Además, la mayoría de estos hogares no pueden permitirse pagar el agua de las cisternas tanto para beber como para uso doméstico. Por lo tanto, dan prioridad al agua potable sólo para beber y al agua no potable para otros usos, lo que provoca la contaminación de alimentos y utensilios, a la vez que contamina el agua potable disponible.
«La otra razón del elevado número de casos de cólera en estas ciudades es el gran número de personas que viven del trabajo a destajo, el que depende de los alimentos que se venden en mercados, donde las condiciones de higiene y saneamiento son deficientes», explicó.
La respuesta del gobierno fue retrasar dos semanas el inicio de las clases en ambas ciudades y sus alrededores. Malaui dio inicio al año lectivo 2022 el 3 de enero.
La ministra de Salud, Khumbize Kandodo Chiponda, afirmó en un comunicado que la apertura de las escuelas perjudicaría los esfuerzos de contención del brote, teniendo en cuenta que el cólera se transmite de una persona a otra a través de alimentos contaminados, agua e instalaciones sanitarias inadecuadas, una característica que existe en los establecimientos escolares.
«La confluencia de estudiantes, sobre todo en escuelas preescolares, primarias y secundarias, aumenta las posibilidades de una propagación descontrolada de la bacteria vibrio, causante de la enfermedad del cólera», afirmó.
En las dos semanas de postergación, el gobierno llevará a cabo una evaluación exhaustiva y mejorará la situación del agua y el saneamiento en las escuelas de ambas ciudades.
Para dar una respuesta nacional, entre otras medidas, el gobierno se comprometió a abrir más centros de tratamiento, allí donde hay focos de cólera, emplear más personal en los centros de tratamiento, intensificar la promoción de la higiene y evaluar la calidad del agua en zonas seleccionadas.
En noviembre del año pasado, Malaui puso en marcha la campaña reactiva de vacunación oral contra el cólera, dirigida a 2,9 millones de personas mayores de un año.
Kumwenda aseguró que Malaui necesita actuar con rapidez para detener el brote antes del inicio de la estación lluviosa, ya que hay pruebas claras de la inminente emergencia debido al aumento de los casos durante los meses cálidos.
Sin embargo, para controlar la enfermedad a largo plazo, este país deberá invertir en investigación para idear intervenciones basadas en la evidencia.
«Esto garantizará que las inversiones siempre apunten a intervenciones que logren un máximo de beneficios. Tenemos que comprender los principales causantes de la epidemia y también identificar los reservorios de la bacteria causante del cólera. Este conocimiento nos ayudará a prevenir fácilmente la reaparición de brotes», subrayó Kumwenda, presidente de la Asociación de Salud Ambiental de Malaui, un grupo de expertos en salud medioambiental.