PORTLAND, Estados Unidos – Es hora de dar un paso adelante, hablar y objetar el antisemitismo. Los comentarios, el comportamiento y los sucesos antisemitas no pueden seguir siendo barridos debajo de la alfombra, editados sin ética para el consumo de los medios políticos o ignorados con la esperanza de que simplemente desaparezcan.
Los acontecimientos de hace varias semanas, así como los del pasado reciente que tuvieron lugar en los más altos niveles políticos de un país desarrollado avanzado, Estados Unidos, son indicativos de la preocupante tendencia creciente del antisemitismo en muchas partes del mundo.
El 22 de noviembre, el expresidente Trump cenó en su casa con el negacionista del Holocausto Nick Fuentes y el antisemita Kanye “Ye” West. El notorio evento fue seguido por las respuestas en gran parte silenciosas de muchos funcionarios y líderes republicanos, incluidos algunos que buscaban el despacho presidencial.
El comportamiento y las palabras repetidos del expresidente, incluida su preocupante respuesta a la tragedia de Charlottesville en 2017, y las tibias reacciones al antisemitismo de la mayoría de sus seguidores legitiman la animosidad expresada hacia los judíos estadounidenses.
Tal comportamiento y comentarios no pueden excusarse como instancias insignificantes que los medios de comunicación han exagerado. Tampoco pueden simplemente desviarse, disminuirse o explicarse con referencias a desviaciones irrelevantes en el extranjero.
El expresidente y sus diversos facilitadores han minimizado, desestimado y legitimado los sucesos de antisemitismo en Estados Unidos, incluido el acoso, las amenazas, el vandalismo, las agresiones, los asesinatos y los bombardeos. Los fracasos para abordar el antisemitismo que enfrenta Estados Unidos son imperdonables, vergonzosos y peligrosos.
La población judía de Estados Unidos es una proporción relativamente pequeña del país. En 2022, se estima que los judíos estadounidenses representarán un poco más del dos por ciento de la población estadounidense de 333 millones de habitantes. En cambio, el grupo religioso más grande, los cristianos, representa cerca de dos tercios de la población del país (Imagen 1).
A pesar de que los judíos estadounidenses representan una proporción relativamente pequeña de la población de Estados Unidos, la cantidad de incidentes antisemitas denunciados que involucran agresiones, acoso y vandalismo alcanzó un máximo histórico en 2021 de 2.717, o más de siete incidentes por día y casi el triple del nivel en 2015 (Imagen 2).
Los incidentes reprensibles del último tiempo tuvieron lugar en varios sitios de Estados Unidos, incluidos lugares de culto, centros comunitarios, escuelas y universidades. Las motivaciones del antisemitismo no siempre fueron evidentes, ya que normalmente carecían de una ideología o sistema de creencias identificable.
Sin embargo, una excepción notable es la teoría del “gran reemplazo” que promueven los grupos supremacistas blancos estadounidenses. Creen en la conspiración de que los cristianos blancos están siendo reemplazados intencionalmente en la población por personas de otras razas a través de la inmigración y otros medios.
Consideran que ese gran reemplazo está llevando a que los cristianos blancos ya no sean la mayoría dominante en Estados Unidos. En sus diversas manifestaciones y reuniones, incluido el suceso de Charlottesville en 2017, los manifestantes neonazis a menudo gritan tonterías antisemitas tan odiosas como «los judíos no nos reemplazarán».
En el informe “El estado del antisemitismo en Estados Unidos 2021”, del Comité Judío Estadounidense, aproximadamente 60 % de los adultos estadounidenses indicaron que el antisemitismo es un problema para el país. Sin embargo, aproximadamente una cuarta parte de los encuestados consideró que no lo era.
En cambio, aproximadamente 90 % de los judíos estadounidenses en el informe indicaron que el antisemitismo es un problema para el país y aproximadamente las tres cuartas partes de los judíos estadounidenses sintieron que hay más antisemitismo en el país hoy que hace unos cinco años. La mayoría de los judíos estadounidenses, 53 %, informó sentirse personalmente menos seguro que en 2015.
Contribuye al antisemitismo la aparente amnesia autoinducida entre algunos grupos extremistas con respecto a la persecución metódica seguida de los horrendos eventos que se cometieron contra los judíos de Europa hace aproximadamente ocho décadas. Esa amnesia se disipa fácilmente al ver el documental esclarecedor de Ken Burns, «Estados Unidos y el Holocausto».
El Holocausto dio lugar al asesinato de aproximadamente seis millones de judíos europeos, o aproximadamente 63 % de la población judía de Europa en ese momento.
Lamentablemente, el antisemitismo también fue evidente en la política de refugiados de Estados Unidos con respecto a los judíos europeos que buscaban asilo por su angustiosa persecución en la Alemania nazi.
Quizás el suceso individual más memorable que refleja su innoble política de refugiados en el pasado es la negativa del gobierno de Estados Unidos en 1939 a permitir la entrada a unos 900 refugiados judíos que buscaban asilo a bordo del USS St. Louis que había llegado a Miami, Florida. El barco se vio obligado a regresar a Europa, donde casi un tercio de los pasajeros fueron asesinados en el Holocausto.
Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.
Además, con demasiada frecuencia, Estados Unidos ha optado por ignorar su preocupante pasado antisemita y las muchas figuras populares que eran abiertamente antisemitas en sus ataques públicos contra el carácter y el patriotismo de los judíos estadounidenses. Entre esas figuras innobles se encuentran Henry Ford, Charles Lindbergh, Charles Coughlin, Fritz Kuhn, Coco Chanel y Louis Farrakhan.
Asimismo, además de enfrentar cupos educativos en las principales universidades en la década de 1920, incluidas Harvard, Yale, Princeton y Columbia, los judíos estadounidenses sufrieron discriminación entre las principales profesiones y restricciones en la vivienda residencial. También se les negó la membresía a la mayoría de los clubes, campamentos, centros turísticos y asociaciones, y algunos anuncios de hoteles excluyeron explícitamente a los judíos estadounidenses.
Si bien esa trágica historia reciente permanece fuera de toda duda, muchos de los supremacistas blancos antisemitas de Estados Unidos, incluidos Fuentes y West, continúan negando la existencia del Holocausto, expresan una retórica de odio y discriminan a los judíos estadounidenses. I
ntentan negar los hechos históricos del genocidio nazi, promover la afirmación falsa de que el Holocausto fue inventado o exagerado en gran medida para promover los intereses judíos, y mostrar la bandera de la esvástica nazi y hacer el gesto de «Heil Hitler».
El antisemitismo también alimentó las críticas y la oposición a muchos líderes políticos estadounidenses en el pasado que intentaron abordar la discriminación contra los judíos estadounidenses.
Por ejemplo, en una conferencia de unas 20.000 personas en la ciudad de Nueva York en 1939, Fritz Kuhn, líder de la Federación Germano Estadounidense, se burló del presidente Franklin Roosevelt como “Frank D. Rosenfeld”, se refirió al New Deal como el “Jew Deal”, y declaró a los judíos enemigos de Estados Unidos.
Algunos líderes políticos estadounidenses actuales, incluidos algunos que buscan ansiosamente convertirse en presidente, continúan descartando o ignorando el antisemitismo.
Cuando se enfrentan a comportamientos y palabras ofensivos, como la cena reciente del expresidente con dos notorios antisemitas, la reticencia inicial de muchos líderes políticos, que roza el mutismo, para expresar su indignación solo contribuye al antisemitismo.
No importa el lugar, la ocasión o el momento, el electorado estadounidense no puede tolerar ni apoyar a quienes promueven, permiten o aprueban el antisemitismo. En particular, los funcionarios gubernamentales electos y designados de EE. UU. deben rendir cuentas por sus palabras y actos.
Un desarrollo alentador en Estados Unidos fue una carta firmada recientemente por más de cien miembros del Congreso al presidente Joe Biden en la que se pedía una estrategia nacional unificada para monitorear y combatir el antisemitismo en el país. La carta también reconoció que el aumento del antisemitismo está poniendo en peligro a las personas en las comunidades judías tanto en Estados Unidos como en el extranjero.
Otro acontecimiento alentador destinado a reconocer el aumento del antisemitismo fue la Cumbre de Alcaldes contra el Antisemitismo de 2022. Más de 25 alcaldes de todo el mundo y decenas de funcionarios de gobiernos locales participaron en la Cumbre de dos días celebrada en Atenas, Grecia, del 30 de noviembre al 1 de diciembre.
La Cumbre destacó el importante problema del aumento del antisemitismo en todo el mundo y presentó estrategias y soluciones para abordarlo. Varios países del mundo informaron un aumento de los incidentes antisemitas entre 2020 y 2021.
Además del aumento de incidentes de aproximadamente un tercio en Estados Unidos, se informaron aumentos porcentuales más altos en Australia, Canadá y Francia (Imagen 3).
La Cumbre de Alcaldes también proporcionó un marco para el intercambio de ideas y la cooperación entre ciudades. La reunión también enfatizó el papel especial de los alcaldes en la creación de sociedades inclusivas para sus ciudades.
Finalmente, recordando las trágicas lecciones del pasado reciente y preocupados por el creciente antisemitismo de hoy, es hora de que todos hablen y denuncien el odio, la discriminación y la violencia. Tolerar el antisemitismo es categóricamente incorrecto y representa una grave amenaza moral para el mundo en el siglo XXI.
Joseph Chamie es demógrafo consultor, ex director de la División de Población de las Naciones Unidas y autor de numerosas publicaciones sobre temas de población, incluido su libro más reciente: “Nacimientos, fallecimientos, migraciones y otros asuntos importantes sobre población”.
T: MLM / ED: EG