BULAWAYO, Zimbabwe – La escalada de conflictos y el cambio climático amenazan la implementación de la Iniciativa de la Gran Muralla Verde, un ambicioso proyecto de recuperación de tierras en África.
Los promotores de la Gran Muralla Verde reclaman voluntad política para lograr una paz duradera y aumentar la inversión en la preservación del ambiente, que pretende potenciar el proyecto iniciado hace 16 años.
La competencia por los recursos naturales afectados por el cambio climático alimenta los conflictos entre países, en especial en África Occidental, una región comprendida en la Gran Muralla Verde. Este es un proyecto liderado por África para detener la marcha de la desertificación en todo el continente mediante la restauración de más de 100 millones de hectáreas de tierras degradadas.
Árboles que darán dinero
En un principio, el proyecto apuntaba a plantar árboles en la región del Sahel, desde Senegal, al oeste, hasta Yibuti, al este, pero se amplió su alcance para abarcar la recuperación de tierras degradadas en más de 20 países con vistas a secuestrar 250 millones de toneladas de carbono y crear 10 millones de empleos verdes de aquí a 2030, afirman sus promotores.
Hasta la fecha, el proyecto ha cubierto más del 4% de los 100 millones de hectáreas previstos, y avanza a buen ritmo para cumplir el plazo, asegura Paul Elvis Tangem, coordinador de la Iniciativa de la Gran Muralla Verde en la Comisión de la Unión Africana.
Según un informe de situación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Gran Muralla Verde necesita cubrir 8 millones de hectáreas al año con un coste de hasta 4300 millones de dólares para cumplir con el plazo de ejecución.
Tangem explicó que el proyecto, que recibió una diversidad de recursos de gobiernos, donantes y bancos multilaterales de desarrollo, necesitaría más de 50000 millones de dólares estadounidenses para completarse en 2030. En la actualidad, se comprometieron unos 27000 millones de dólares, una cantidad aparentemente enorme, pero que, según él, no es tanto teniendo en cuenta el rendimiento de la inversión de 1:7 dólares en soluciones basadas en la naturaleza.
Tangem señala que las crecientes repercusiones del cambio climático en el continente justifican la rápida puesta en marcha del proyecto, que ahora es algo más que solo plantar millones de árboles. Tiene un enfoque holístico para desbloquear beneficios económicos y ecológicos para muchos países.
Lanzada en 2007, la Gran Muralla Verde prevé que la iniciativa de restauración de tierras acarree prosperidad económica en los países participantes, cree empleo, reduzca el hambre y disminuya los conflictos, vinculados a la lucha por el acceso y el uso de los recursos naturales a lo largo y ancho de África.
«Las distintas COP (Conferencia de las Partes), desde la COP 15 de la CMNUCC (Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático), la COP27 y la COP15 del CDB (Convencio sobre la Diversidad Biológica), reconocen que la Gran Muralla Verde es un proyecto importante, lo que le dio un mayor impulso a su integración en todos los planes de desarrollo, así como mayor visibilidad», declaró Tangem, agregando que los efectos actuales del cambio climático y los conflictos derivados del uso de recursos naturales son retos que el proyecto pretende resolver.
Restaurar la tierra, restaurar la paz
Los conflictos y el clima son actualmente las mayores amenazas para la plena realización de la Gran Muralla Verde, explicó Tangem, añadiendo que el impacto de la sequía en toda África justifica su importancia, que acaparó la atención mundial como solución a la degradación de tierras, la sequía y la desertificación.
«Los principales desafíos que tenemos ahora, y en especial los agricultores, es la cuestión de las praderas, que es el mayor motivo de conflicto en las tierras áridas de África», dijo Tangem a IPS, destacando que había una gran competencia por los pastizales entre países y dentro de ellos, sobre todo en África Occidental, atravesada por parte de la Gran Muralla Verde. También mencionó el conflicto en la región de Tigray como más ambiental que político.
«Es la competencia por la tierra; la política es lo que vemos, pero las causas subyacentes son los recursos naturales», aseguró Tangem. «La gente no quiere decir la verdad, pero en África, muchos conflictos se producen básicamente en las tierras áridas, que son las zonas más vulnerables al cambio climático y en las que se centra la Gran Muralla Verde. Así que tenemos un desafío».
Tras señalar que ahora es imposible trabajar en Malí, Burkina Faso, República de Níger, Chad, Nigeria, Etiopía y Eritrea como consecuencia de los conflictos, Tangem subrayó la necesidad de restablecer la paz recuperando el ambiente.
El mayor reto que tenemos hoy en día es la seguridad», observó Tangem. «Los conflictos son un gran, gran desafío. La mayoría de los retos actuales se deben a la competencia por los recursos naturales, el uso de los beneficios al compartir los escasos recursos de agua, tierra fértil, pesca y tierras de pastoreo».
Cuando se puso en marcha la Iniciativa de la Gran Muralla Verde, había escepticismo de que no fuera algo bueno, dijo Tangem, pero ahora es el proyecto que hay que apoyar.
En noviembre de 2022, los líderes mundiales lanzaron la Alianza Internacional para la Resiliencia a la Sequía con el fin de dar un impulso político y que la resiliencia de la tierra a la sequía y al cambio climático sea una realidad para 2030. La Alianza da un impulso a la Iniciativa de la Gran Muralla Verde.
Las sequías golpean con más frecuencia y dureza que antes, casi un tercio más desde 2000. Se prevé que el cambio climático provoque sequías más graves en el futuro. Las últimas sequías en Australia, Europa, el oeste de Estados Unidos, Chile, el Cuerno de África y el sur de África demuestran que ningún país o región es inmune a sus efectos, que ascienden a miles de millones de dólares cada año, por no hablar del sufrimiento humano, afirmó Ibrahim Thiaw, secretario ejecutivo de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación.
La ONU reconoció a la Iniciativa de la Gran Muralla Verde como uno de los 10 esfuerzos pioneros para revitalizar el entorno natural, designándola como una de sus primeras Iniciativas Emblemáticas de la Restauración Mundial.
Tangem dijo que ese reconocimiento a la Iniciativa de la Gran Muralla Verde como programa clave para la recuperación de tierras la había elevado por encima de un proyecto meramente africano.
«Cuando la gente todavía hablaba sobre la realidad del cambio climático, África vio la necesidad de responder al desafio a través de este programa. El proyecto colocó a la desertificación y a la sequía en la agenda mundial», afirmó Tangem.
Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), advirtió de que el mundo no puede hacer la vista gorda ante las repercusiones y los efectos de tierras degradadas en lugares como el Sahel, donde millones de personas se enfrentan a múltiples vulnerabilidades, como los vaivenes climáticos y los conflictos. Es urgente actuar para contener la sequía, subrayó Andersen.
Tras señalar que la desertificación se convierte en una crisis generalizada, Ursula Gertrud von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, integrante de la Alianza Internacional para la Resiliencia a la Sequía, afirmó que esta apunta a encontrar soluciones basadas en la naturaleza y en enfoques tecnológicos y sociales adecuados para evitar una mayor degradación de la tierra.
Los presidentes Pedro Sánchez Pérez-Castejón, de España, y Macky Sall, de Senegal, promovieron la creación de la Alianza como «una solución específica de las Naciones Unidas» a los impactos del cambio climático. En un comunicado conjunto, declararon que aumentar la resiliencia ante los desastres provocados por la sequía era la forma de asegurar los logros alcanzados en los objetivos de desarrollo sostenible, especialmente para las personas más vulnerables.