Energía solar beneficia a los niños y los indígenas en el norte de Brasil

Vista aérea del Teatro Municipal de Boa Vista, con su aparcamiento de paneles fotovoltaicos, cerca del centro de una ciudad de anchas avenidas, espacios vacíos, mucha energía solar y buena calidad de vida en comparación con otras ciudades de la Amazonia brasileña. Al fondo el río Branco que podrá ser represado 120 kilómetros aguas abajo para la construcción de una central hidroeléctrica que inundaría parte de esa capital del estado de Roraima. Foto: Prefectura de Boa Vista

BOA VISTA, Brasil – La energía solar vive un boom en Roraima, un estado del extremo norte de Brasil, en beneficio de los indígenas y de los niños en su capital,  Boa Vista, y de la seguridad energética de toda la población escarmentada por la escasez de electricidad y los apagones.

La prefectura (alcaldía) de Boa Vista, un municipio de 437 000 habitantes, instaló siete plantas de energía fotovoltaica que le aseguran un ahorro anual equivalente a unos 960 000 dólares, al cambio actual con el real.

“Esa suma la convertimos en inversiones en salud, educación y en la acción social que es la prioridad de la alcaldía porque somos ‘la capital de la primera infancia’”, destacó Thiago Amorim, secretario municipal de Servicios Públicos y Medio Ambiente.

Los paneles fotovoltaicos proliferaron en los techos de edificios y parqueos públicos del municipio. La unidad más grande se construyó en las afueras de la ciudad, se trata de una central de 15 000 paneles con capacidad instalada de 5000 kilovatios.

Dentro de la ciudad se destacan el aparcamiento del Teatro Municipal, un terminal de autobús, un mercado y la misma sede de la alcaldía, cubiertos de paneles. Además hay 74 paradas de autobús con pocas placas, pero muchos se dañaron por el robo de sus componentes, reconoció Amorim a IPS en una entrevista en su despacho.

En total, el municipio terminó el 2020 con una capacidad de generación fotovoltaica de 6700 kilovatios, que corresponden al consumo de 9000 hogares locales. Además promueve la eficiencia energética en las áreas bajo la gestión municipal.

“Ya tenemos 80 % de la ciudad iluminada por lámpara LED, más eficientes. La meta es alcanzar 100 % en 2023”, sostuvo el secretario municipal.

El parque de energía solar, a unos 10 kilómetros del centro de Boa Vista, tiene 15 000 paneles con potencia de 5000 kilovatios. Es una de las siete unidades de generación eléctrica que construyó la alcaldía, para ahorrar cerca de 960 000 dólares anuales en energía y aumentar así las inversiones que hacen de Boa Vista «la capital de la primera infancia». La planta se ubica en la llanura del noreste de Roraima, una extensa sabana de 42 706 kilómetros cuadrados, que contrasta con la imagen boscosa de la Amazonia. Foto: Prefectura de Boa Vista

La alcaldía, durante la gestión de Teresa Surita (2013-2020), fue pionera en la multiplicación de las plantas fotovoltaicas y también en la atención integrada a la niñez desde el embarazo hasta la adolescencia, cuando en este país el estudiante pasa a la educación secundaria, en centros a cargo de los estados.

Su programa Familia que Acoge concierta los servicios de salud, educación, asistencia social y comunicación para las madres y niños, desde la gestación y durante los seis primeros años de vida de los hijos. Las guarderías pasaron a llamarse Casas Madre.

Las escuelas municipales de enseñanza primaria presentaron en los últimos años indicadores mejores que el promedio nacional y probaron su buen desempeño al mantener su quinto lugar entre las 27 capitales brasileñas en la evaluación de sus alumnos.

Es una hazaña sobresaliente porque la afluencia de migrantes venezolanos más que duplicó la cantidad de alumnos en las escuelas de Boa Vista en la última década.

Esa “invasión” no afectó la calidad de la enseñanza, según los indicadores del Sistema de Evaluación de la Educación Básica del Ministerio de Educación.

Una «selvita amazónica», en el centro de la ciudad de Boa Vista, con esculturas de animales gigantescos. Es el principal parque infantil de las tres decenas en la urbe, con juguetes y tallas de animales que sirven para el uso de los niños. Son espacios con que la capital de Roraima, el estado del extremo norte de Brasil, busca educar y acercar a los niños a la realidad de la Amazonia. Foto: Mario Osava / IPS

Los resultados de la política hacia la primera infancia obtuvieron el reconocimiento de varios entes especializados nacionales e internacionales, inclusive del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, a través del Sello Unicef en 2016 y 2020.

Más visibles que las placas solares en la ciudad son los 30 parques infantiles de tamaños variados, diseminados por  diversos puntos, en algunos casos con grandes juguetes en la forma de animales silvestres nacionales, como caimanes y jaguares. A ellos se les llama “selvinhas” (pequeñas selvas).

El uso de la fuente solar de electricidad se diseminó por otros sectores de la vida de Roraima, un estado con solo 650 000 habitantes, pese a su gran extensión de 223 644 kilómetros cuadrados, el doble del territorio de Honduras, por ejemplo.

En mayo el estado contaba 705 plantas fotovoltaicas en residencias, comercio y empresas privadas, además de edificios públicos, con potencia instalada de 15 955 kilovatios, menos de 1 % del total de la región.

El Tribunal de Justicia de Roraima, la corte de apelación que dirige el sistema judicial en el estado, ya inauguró cuatro plantas fotovoltaicas en los juzgados de cuatro ciudades, buscando reducir costos energéticos con su programa denominado Lumen.

El secretario de Servicios Públicos y Medio Ambiente de Boa Vista, Thiago Amorim, junto al mapa de la ciudad, donde se señala las áreas ya iluminadas por lámparas LED, más eficientes que las convencionales. Suman 80 % de la ciudad que se destaca por su generación de energía solar y los programas que priorizan a la niñez, combinando las políticas educativas, de salud y acción social. Foto: Mario Osava / IPS

La Universidad Federal de Roraima (UFRR) también construye su planta de 908 paneles, a inaugurarse hasta marzo, con capacidad para generar 20 % de la electricidad consumida en sus tres campus.

“El objetivo principal es ahorrar gastos energéticos, la meta es ampliarlo a 100 % del consumo. Pero también servirá a estudios de ingeniería eléctrica”, explicó a IPS Emanuel Tishcer, pro rector de Infraestructura de la UFRR.

La formación de especialistas en fuentes renovables, la investigación de paneles mas eficientes y más baratos, la comparación de tecnologías e innovaciones se hacen más accesibles ante la disponibilidad de una planta en operación, que sirve al laboratorio de energía eléctrica de la universidad.

Para Edinho Macuxi, coordinador general del Consejo Indígena de Roraima (CIR), la mayor organización de los pueblos originarios del estado, “el gran objetivo (de la energía solar) es probar que Roraima y Brasil no necesitan nuevas centrales hidroeléctricas”.

La central de Bem Querer (buen querer, en portugués), en el río Branco, el principal de Roraima, “provocará impactos directos en nueve tierras indígenas” y afectará también otras áreas indígenas cercanas, si se construye, como pretende el gobierno central, afirmó a IPS.

Por eso el CIR está involucrado en tres proyectos, dos de energía solar y un estudio sobre eólicas, en territorios asignados a distintas etnias indígenas, acotó.

El río Branco, a unos cinco kilómetros arriba del punto en que el gobierno brasileño pretende establecer una represa para la central hidroeléctrica de Bem Querer. Como el río tiene escaso desnivel en la llanura central de del norteño estado de Roraima, el embalse inundaría una extensa área, incluso parte de la capital Boa Vista, que tiene 436 000 habitantes, lo que genera fuerte oposición al proyecto, incluida de la población indígena. Foto: Mario Osava / IPS

Los planes hidroeléctricos del gobierno, que actualmente priorizan Bem Querer, pero comprenden otros aprovechamientos de los ríos locales, encendieron el debate sobre alternativas energéticas de Roraima, con una capacidad instalada de electricidad de tan solo 300 megavatios, ya que casi no tiene industrias.

De 2001 a 2019 Roraima contó con la electricidad proveniente de la vecina Venezuela, generada por central hidroeléctrica de Guri, en el este de ese país, cuyo deterioro provocó una creciente insuficiencia durante la última década, hasta la cancelación del suministro en 2019, dos años antes del término del contrato.

Hubo que reactivar las centrales termoeléctricas a diésel y construir plantas nuevas, incluso una a gas natural transportado por camiones desde el municipio amazónico de Silves, a cerca de 1000 kilómetros, para garantizar una electricidad hasta entonces insegura a los roraimenses.

Se trata de una electricidad cara, pero su precio, subsidiado, es uno de los más bajos en territorio brasileño. El subsidio pesa en las cuentas del resto del país. Por eso hay presiones nacionales para la construcción de una línea de transmisión de 715 kilómetros entre Manaus, capital del estado de Amazonas, también en el norte, y Boa Vista.

Con sus cables, Roraima dejará de ser el único estado brasileño fuera del Sistema Interconectado Nacional (SIN), y los defensores locales estiman ser indispensable para una suministro seguro de electricidad, una meta anhelada desde siempre.

Los tres coordinadores del Foro de Energías Renovables de Roraima, Conceição Escobar (I), Ciro Campos y Rosilene Maia, que debaten con la sociedad local las alternativas energéticas que permitirían evitar la construcción de la central hidroeléctrica de Bem Querer y sus impactos ambientales y sociales de su embalse. Foto: Mario Osava / IPS

Para debatir esa y otras alternativas, un grupo de interesados creó en septiembre de 2019 el Foro de Energías Renovables de Roraima, para promover el diálogo entre todos los sectores, en busca de “la construcción estratégica de soluciones para viabilizar el uso de las energías renovables en el estado”.

“Nuestro foco es la seguridad energética. El Foro está volcado a la fuente fotovoltaica y la generación distribuida. Pero busca la variedad de energías renovables, incluyendo la biomasa”, destacó Conceição Escobar, una de las coordinadoras del Foro y presidenta de la Asociación Brasileña de Ingenieros Eléctricos en Roraima.

“Hay oportunidad para que todos discutan. La construcción línea de transmisión y de las hidroeléctricas demanda mucho tiempo, tenemos quizás diez años para desarrollar alternativas”, acotó a IPS.

“Estoy contra Bem Querer, pero el gobierno de Roraima es favorable. El Foro escucha a todas las partes, no quiere imponer soluciones. Queremos estudiar la viabilidad de fuentes combinadas, con la solar, la biomasa y la eólica, estimular el aprovechamiento de la basura”, corroboró la bióloga Rosilene Maia, también de la coordinación colectiva de tres miembros del Foro.

ED: EG

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