RÍO DE JANEIRO – En su primera y escueta declaración después de su derrota electoral, el presidente saliente Jair Bolsonaro no reconoció expresamente el triunfo de su opositor, el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva, en los comicios del domingo 30 de octubre en Brasil, pero dejo abierto el proceso de traspaso al nuevo gobierno.
Fueron 44 horas y media de silencio desde que el Tribunal Superior Electoral reconoció a Lula como nuevo presidente electo, en la misma noche del domingo. Contrastó así con la actitud usual en los países democráticos, en que los derrotados felicitan los vencedores luego de conocido el resultado.
Su silencio estimuló los camioneros bolsonaristas a bloquear carreteras en todo el país, en protestas contra el resultado electoral, luego de divulgarse el triunfo de Lula por 50,9 % de los votos válidos, cerca de 20 horas (23 GMT) del domingo 30.
Algunos voceros de los camioneros declararon fraudulentas las elecciones y reclamaron la toma del poder por los militares, en un plazo de 72 horas. Hubo bloqueos en casi todos los 26 estados brasileños.
La Policía Rodoviária Federal (PRF), la que custodia el sistema vial del país, no intervino, como es su misión, para desobstruir las carreteras hasta la noche del lunes 31, cuando el juez Alexandre de Moraes, del Supremo Tribunal Federal, ordenó la liberación vial bajo pena de destitución e incluso prisión de las autoridades omisas, además de multa diaria de 100 000 reales (19 600 dólares).
El director general de la PRF, Silvinei Vasques, es un conocido bolsonarista y está bajo sospecha de usar la institución para beneficiar al presidente saliente. Durante los comicios movilizó su tropa para inspeccionar autobuses, en un intento de impedir el voto opositor en áreas reconocidamente favorables a Lula, como la región Nordeste.
Ante la presión de la Justicia, de la población y los empresarios perjudicados por el bloqueo de las carreteras, dirigentes de la PRF reunieron la prensa este martes 1 de noviembre cerca del mediodía, para asegurar que no hubo omisión, sino una planificación de las operaciones que demandó algunas horas.
Los bloqueos, totales y parciales, alcanzaron un máximo de 421 puntos en los 75 000 kilómetros de carreteras federales de Brasil, la tarde del lunes, pero 306 habían sido desactivados, según informaron. El director general estuvo ausente.
La Federación Nacional de los Policías Viales Federales, que representa los sindicatos de los cerca de 12 500 agentes de la institución, protestó en la mañana de este martes contra la demora de Bolsonaro en reconocer su derrota. Eso estimuló los camioneros y adeptos del presidente a obstruir las carreteras, en un movimiento creciente.
Finalmente Bolsonaro apareció este martes 1, pero evitó una declaración explícita de derrota, pero la reconoció explícitamente al decir que cumplirá la Constitución, como líder de millones de brasileños que defienden “la libertad económica, religiosa y de opinión”.
Agradeció los 58 millones de votos que obtuvo, 2,1 millones menos que los de Lula. Destacó representar una derecha que se fortaleció y formó muchos líderes, capaces de “mantener los sueños más vivos que nunca”.
Sobre los camioneros, dijo que “los actuales movimientos populares son el producto de la indignación y el sentimiento de injusticia sobre como ocurrió el proceso electoral”. No detalló hechos que justifican tales sentimientos, pero dejó una puerta abierta para seguir sosteniendo su condición de víctima de la Justicia Electoral.
De todas formas, su escueta declaración expresa su disposición de aceptar el resultado electoral, con quejas y críticas. En los últimos días varios de sus ministros, legisladores aliados e incluso su hijo senador Flavio Bolsonaro, admitieron la derrota y presionaron el presidente a hacer lo mismo para no derrochar su capital político.
La disposición de pasar el poder al sucesor se hizo explicita en la declaración del ministro Jefe de la Casa Civil, Ciro Nogueira, del Partido Progresista, de que está autorizado por el presidente Bolsonaro de promover la transición del gobierno al equipo indicado por Lula.
El bloqueo de las carreteras por sus adeptos camioneros conspira contra su liderazgo, al afectar la población e intereses incluso de sus aliados, en el mundo empresarial, del agronegocio y de los gobiernos de estados.
Gobernadores que lo apoyaron en las elecciones, como Romeu Zema, del estado de Minas Gerais, ordenaron a sus policías desobstruir las carreteras locales inmediatamente, ante la amenaza de trastornos económicos.
En ese cuadro, los bloqueos viales por los bolsonaristas, con pobladores se juntando a los camioneros, tienden a desmovilizarse en las próximas horas, aunque las obstrucciones por muchos camiones exigen tiempo, según el superintendente de la PRF en São Paulo, Fernando Miranda.
No se puede simplemente remolcar los camiones, con sus cargas, sin tener donde parquearlos durante varios días, explicó. Las multas y el posible enjuiciamiento de los activistas son más eficaces, pero sus efectos pueden demorar, acotó.
Los analistas políticos esperaban de Bolsonaro alguna acción similar a la invasión del Capitolio, sede del Poder Legislativo de Estados Unidos, protagonizada por partidarios del ex presidente Donald Trump el 6 de enero de 2021. En Brasil fue “un pequeño Capitolio”, según dijo un comentarista tras la corta alocución del mandatario saliente.
ED: EG