CARACAS – Venezuela perdió un promedio anual de 138 493 hectáreas de áreas boscosas entre 2016 y 2021, una deforestación que equivale a tres veces la extensión de su capital. Pero lo más preocupante no es la superficie perdida, sino que la principal afectación está en los bosques naturales sin intervención previa.
“La pérdida de bosques naturales en Venezuela ocurrió a una velocidad mayor que en cualquier otro país amazónico. Son bosques que no tenían uso forestal, ni agrícola, ni de ningún tipo. Son también ecosistemas con una diversidad biológica muy alta y que capturan carbono que queda fijado en la madera del árbol, en su raíz y su tallo” explicó el biólogo Alejandro Álvarez, coordinador general de la Coalición Clima 21, en entrevista con SciDev.Net.
Los datos son parte del estudio “Bosques en desaparición: Deforestación en Venezuela 2016-2021”, publicado en conjunto por Clima 21 y el Observatorio Venezolano de Derechos Humanos Ambientales (Ovdha), que utilizó la data de los sensores remotos de Global Forest Watch para contrastarla con otros países amazónicos y resaltar las causas del problema venezolano.
Deforestación a gran velocidad
La deforestación de áreas boscosas venezolanas ocupa el quinto lugar frente al resto de la Amazonía. Brasil va a la cabeza, si se ordenan los países de acuerdo al promedio anual de hectáreas perdidas entre 2016 y 2021.
Luego le siguen Bolivia, Colombia y Perú. Ecuador quedó por detrás de Venezuela. Los otros dos países, Guyana Suriname, junto con el territorio de Guyana francesa, no fueron incluidos en el estudio.
Incluso puede decirse que la deforestación venezolana es relativamente baja, porque solo perdió 4,1 por ciento de sus áreas boscosas frente a un promedio regional de 9,9 % durante el quinquenio más reciente.
Sin embargo, cuando se revisa en específico la disminución de los bosques naturales puede verse cómo Venezuela avanzó a una mayor velocidad que el resto de los países amazónicos.
La pérdida de bosques naturales tuvo un promedio de 48 978 hectáreas anuales deforestadas en Venezuela entre 2016 y 2021. Se trata de casi el triple de la extensión de bosques naturales que se perdieron durante el período de 2001 a 2015, cuando el promedio fue de 18 180 hectáreas por año.
Más de un tercio de toda la deforestación venezolana (35 %) ocurrió en estos bosques naturales amazónicos, especialmente en el sur del país, que son clave para frenar el aumento de la temperatura global y que guardan también una de las mayores biodiversidades del planeta.
“La pérdida de bosques naturales en Venezuela ocurrió a una velocidad mayor que en cualquier otro país amazónico. Son bosques que no tenían uso forestal, ni agrícola, ni de ningún tipo. Son también ecosistemas con una diversidad biológica muy alta y que capturan carbono que queda fijado en la madera del árbol, en su raíz y su tallo”: Alejandro Álvarez.
La amenaza de la minería
La agricultura y la extracción de madera para ser vendida o usada como leña son las dos grandes causas que señaló Global Forest Watch sobre la deforestación venezolana. Aunque para el equipo de Clima 21 no puede entenderse el problema sin incluir el avance de la minería en el sur de Venezuela.
“Bolívar y Amazonas, al sur del país, son los dos estados que se mantienen en los primeros lugares de la deforestación todos los años. Son también las zonas en donde comenzó a crecer la minería ilegal, que pasó de ser unos pequeños focos con cestas artesanales a una escala mediana que metió maquinaria y comenzó a usar mercurio para separar el oro”, detalló Álvarez.
La minería del oro fue impulsada por el gobierno venezolano con la creación del Arco Minero del Orinoco en el año 2016. Este espacio delimitado de más de 111 000 kilómetros cuadrados no incluye ninguna área protegida, pero atrajo a una red de mineros que comenzaron a tomar otras zonas.
En la coalición SOS Orinoco, que no participó en este estudio de deforestación venezolana, también recalcan que el avance de la minería es otra de las causas del problema.
“El Arco Minero va mucho más allá de esa zona geográfica extractiva y no respeta ni áreas protegidas, ni territorios indígenas. Ellos hacen minería donde sea. Es un fenómeno que ocurre en todo el sur del Orinoco y que es un elemento de discusión y de disputa entre las propias comunidades indígenas tradicionales, entre los abuelos que quieren defender los bosques y los nietos que se van a la mina para sobrevivir a la pobreza extrema”, explicó a SciDev.Net, Cristina Burelli, antropóloga y fundadora de este grupo de investigación.
No en vano, el estudio de Clima 21 cierra con la recomendación de que la minería deje de ser usada como “medio de financiamiento del Estado” y se promuevan otras vías de ingreso para Venezuela.
Este artículo se publicó originalmente en SciDevNet América Latina.
RV: EG