BUENOS AIRES – Aunque muchos esperaban que esta fuera la sesión para hacerlo, tras dos semanas de conversaciones en la sede de la ONU en Nueva York, los Estados miembros no han logrado concluir un acuerdo jurídicamente vinculante para conservar y utilizar de forma sostenible la biodiversidad en alta mar.
Ahora, los gobiernos tendrán que seguir salvando sus diferencias hasta una nueva reunión, para la que aún no se ha fijado una fecha, tras la conclusión de la quinta ronda de conversaciones, el 28 de agosto.
Se lograron avances en varios aspectos clave del proyecto de acuerdo, especialmente durante los dos últimos días de las negociaciones. Los gobiernos afirmaron en gran medida que se les acabó el tiempo, mientras que las organizaciones ecologistas calificaron la reunión como una oportunidad perdida.
La presidenta de la Conferencia, Rena Lee, dijo: «Estamos más cerca de la línea de meta que nunca antes. Pero necesitamos más tiempo para seguir trabajando. Insto a todos a redoblar nuestros esfuerzos».
Alta mar -la zona situada a más de 200 millas náuticas (370 kilómetros) de toda costa y, por tanto, fuera de la jurisdicción nacional- representa aproximadamente dos tercios del océano mundial. Sin embargo, solo 1 % de estas aguas está actualmente protegido. Estas zonas contienen diversos ecosistemas y están repletas de vida.
El año pasado, un grupo de más de 100 países conocido como la Coalición de Alta Ambición por la Naturaleza y las Personas (HAC, en inglés) se comprometió a proteger 30 % de la tierra y el mar del planeta para 2030. Pero sin un acuerdo internacional, este compromiso no tiene base legal en alta mar. El tratado incluiría más partes de los océanos del mundo en la red de Áreas Marinas Protegidas (AMP).
«Las negociaciones lograron resolver una serie de cuestiones importantes. En cierto modo, avanzamos más en estas dos semanas que en los últimos cinco años», dijo Lisa Speer, jefa del programa de océanos del Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales (NRDC, en inglés). «Los delegados vinieron preparados para negociar de verdad, en lugar de reiterar sus posiciones», añadió.
Áreas de progreso
Las expectativas de concluir el acuerdo eran altas después de que los líderes mundiales se comprometieran en la Conferencia de la ONU sobre los Océanos celebrada en julio en Lisboa a tomar medidas para salvar los océanos del mundo. Los Estados llevan más de una década intentando negociar un tratado.
En las negociaciones de Nueva York se abordaron los cuatro componentes del acuerdo propuesto: herramientas de gestión basadas en zonas como las AMP; recursos genéticos marinos; evaluaciones de impacto ambiental; y la creación de capacidades y transferencia de tecnología de los países desarrollados a los países en desarrollo.
Luisina Vueso, responsable de la campaña de océanos de Greenpeace, dijo que hubo una «falta de urgencia» por parte de los gobiernos, que pasaron la mayor parte de las dos semanas sin negociar. Esto cambió cerca del final, cuando las delegaciones se mostraron más flexibles y dispuestas a alcanzar compromisos, explicó.
Los países avanzaron en las herramientas de gestión por zonas y en los acuerdos institucionales de un futuro tratado, algo que será fundamental para su eficacia. Esto incluye el mandato y las normas de una Conferencia de las Partes (COP), como la que se celebra anualmente sobre el clima, y la coordinación con los organismos existentes que regulan la alta mar.
Sin embargo, el reparto de los posibles beneficios de la extracción de recursos en alta mar sigue siendo una cuestión muy delicada. Los delegados aún tienen que llegar a un acuerdo sobre cómo hacerlo de forma equitativa, sobre los tipos de beneficios que se repartirán (monetarios y no monetarios) y sobre si las políticas serán voluntarias u obligatorias.
Durante el primer fin de semana de la cumbre se publicó un proyecto de texto revisado, con varios paréntesis en las áreas en las que no se había llegado a un acuerdo. Las nuevas versiones del texto se distribuyeron entre los delegados durante la segunda semana, pero la ONU no las hizo públicas.
«Hubo mucho movimiento y la sensación de que podíamos finalizar el tratado; fue una cuestión de que los países se quedaron sin tiempo», dijo Elizabeth Karan, que dirige el programa de alta mar del centro de investigación Pew. «El punto de fricción sigue siendo el reparto de beneficios de los recursos genéticos marinos. Sabíamos que iba a ser la cuestión más difícil, y así ha sido», añadió.
Próximos pasos
En su intervención en la sesión plenaria de clausura, los representantes de la mayoría de los países estuvieron de acuerdo en que se habían logrado avances significativos, destacando la flexibilidad de todas las partes para alcanzar compromisos. La mentalidad de los delegados fue diferente esta vez, lo que permitió debates más constructivos, dijeron.
No todos estuvieron de acuerdo. Los representantes de los pequeños estados insulares del Pacífico y el Caribe se mostraron muy decepcionados. Pidieron que sus circunstancias especiales se reflejaran en el texto y solicitaron un acuerdo equilibrado que los apoyara.
«Los ciudadanos del Pacífico vinieron con buena fe y voluntad de negociar. Vivimos lejos y no es barato viajar. El dinero que se gastó para traer a una delegación es dinero que no se gastó en carreteras o medicinas. Hicimos duros compromisos en cuestiones importantes para nosotros», dijo una delegada de Samoa, conteniendo las lágrimas, y seguida por los aplausos de toda la sesión plenaria.
Jessica Battle, experta en política oceánica del Fondo Mundial para la Naturaleza, dijo que Noruega e Islandia fueron los que más cambiaron su posición en la reunión, mostrándose ahora mucho más abiertos a un tratado. Por otro lado, Rusia y, en menor medida, China, siguen teniendo dudas sobre algunos aspectos, incluyendo comentarios sobre varios artículos del texto, añadió.
En su intervención en la sesión plenaria, un delegado de China dijo que los debates fueron «profundos y fructíferos» y que, aunque no se llegó a un acuerdo en todas las áreas, las delegaciones ahora «comprenden mejor las posiciones de los demás». Añadió que el acuerdo es un paquete de medidas y que no debe ignorarse ningún aspecto del mismo.
La resolución de la Asamblea General de la ONU que convocó las negociaciones establecía que debían concluir a finales de 2022. Esta era la última sesión programada y el proceso está ahora suspendido. Aún no está claro cuándo volverán a reunirse los países para continuar las negociaciones.
El calendario de reuniones de la ONU sobre otros temas está repleto hasta enero, como la COP27 sobre el clima en noviembre, la COP15 sobre biodiversidad en diciembre y la Asamblea General en septiembre.
Los observadores afirman que la próxima reunión sobre alta mar podría durar una semana en lugar de dos gracias a los progresos realizados en esta sesión.
Este artículo se publicó originalmente en la plataforma informativa Diálogo Chino.
RV: EG