Bolsonaro frustra celebración del bicentenario de Brasil

Una multitud concurrió a la celebración de los 200 años de la independencia brasileña, en Brasilia el 7 de septiembre. Fue en realidad un gigantesco acto electoral convocado por el presidente Jair Bolsonaro, en un intento de reducir su desventaja en relación al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, que las encuestas apuntan como favorito para las elecciones de octubre. Foto: TV Brasil

RÍO DE JANEIRO – Debería ser una fiesta nacional, la celebración de una fecha singular, los 200 años de la independencia de Brasil. Pero el presidente Jair Bolsonaro convirtió el día de la Patria, el miércoles 7 de septiembre, en una operación electoral con variados abusos de los recursos públicos.

Actos multitudinarios en Brasilia, Río de Janeiro y São Paulo, y menores en otras ciudades, se transformaron en respaldo a la reelección del presidente en octubre. La usurpación de la fecha patria limitó la concurrencia a los seguidores del gobernante de extrema derecha, que suman cerca de un tercio de los 156 millones de electores, según las encuestas.

Varios partidos de oposición anunciaron que denunciarán al Tribunal Superior Electoral el abuso del poder económico y político que habrían cometido Bolsonaro y su Partido Liberal (PL), al usar recursos públicos, como la participación de militares, la emisora de televisión y otros equipos estatales, en provecho político propio.

Ese delito, si resulta comprobado, puede llevar a la inelegibilidad del acusado, pero es prácticamente imposible que se imponga tal pena a Bolsonaro, más antes de las elecciones del 2 de octubre, en primera vuelta, y el 30 de octubre en caso de segunda vuelta.

Además de los plazos judiciales, muchos analistas creen que al presidente le interesaría un pretexto para sublevarse contra el sistema electoral, que ya viene atacando desde 2018, aunque haya triunfado en las elecciones presidenciales de octubre de aquel año.

El temor es que intente un golpe de Estado, al contar con el apoyo militar y de muchos grupos civiles armados. Es poco probable que los militares adhieran a una aventura golpista encabezada por un presidente políticamente débil, pero no se descartan acciones violentas de los bolsonaristas armados.

El presidente adoptó, desde su toma de posesión el primer día de 2019, decenas de medidas que facilitan la adquisición de armas por civiles. La cantidad de armas en manos de los “cazadores, tiradores deportivos y coleccionadores” más que se triplicó durante el gobierno de Bolsonaro y superó el millón de unidades en julio, según datos del Ejército.

El empresario Luciano Hang, de traje verde, ocupó durante um rato un lugar privilegiado al lado del presidente Jair Bolsonaro, en la tribuna de las autoridades durante el desfile militar que celebró en Brasilia el bicentenario de la independencia de Brasil. Ese puesto, según el protocolo, correspondía al presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, que solo pudo ocuparlo después. Foto: Alan Santos / PR-FotosPúblicas

Debilidad del gobierno

La debilidad política del gobierno se mide por la baja popularidad de Bolsonaro, rechazado por 57 % y aprobado por 38 % de los entrevistados en la encuesta hecha del 2 al 4 de septiembre por el instituto de Inteligencia en Encuestas y Consultoría Estratégica. 

También el aislamiento del presidente en sectores claves de la sociedad se acentuó últimamente. Sus frecuentes amenazas contra el Supremo Tribunal Federal y el sistema electoral, basado en urnas electrónicas, impulsaron un amplio movimiento de defensa de la democracia, reflejado en numerosos manifiestos firmados por más de un millón de juristas, empresarios, artistas y miembros de la élite intelectual y económica en agosto.

En la celebración de los 200 años de la independencia nacional de Portugal en Brasilia, con un desfile de soldados y vehículos militares, no estuvieron los jefes de los poderes Legislativo y Judicial, de presencia tradicional en conmemoraciones de ese tipo.

Fue una manera de no avalar una posible ilegalidad por el uso electoral de una celebración oficial. La ausencia más emblemática fue la del presidente de la Cámara de Diputados, Arthur Lira.

“Promiscuidad, falta de vergüenza, de decoro y de honor” es como calificó el candidato presidencial Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista (PDT), a la congregación de autoridades gubernamentales, militares y un empresario acusado de fomentar un golpe de Estado en la tribuna de las autoridades en la celebración de la independencia.

Se trató de un “descarado acto electoral”, en que se gastó “millones de recursos públicos”, acusó en una declaración.

Además del desfile militar en Brasilia, la exhibición de paracaidistas y navíos de guerra en Río de Janeiro, espectáculos aéreos de la escuadrilla del humo en ambas ciudades y cañonazos festivos representaron la participación tradicional de las Fuerzas Armadas en las conmemoraciones.

Vergüenza internacional

También se utilizaron recursos diplomáticos que agrandaron la solemnidad. Los presidentes de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, de Cabo Verde, José Maria Neves, y de Guinea-Bissau, Umaro Sissoco Embaló, concurrieron a Brasilia. Son países de la Comunidad de la Lengua Portuguesa.

En Río de Janeiro navíos de guerra de 11 países navegaron cerca de la playa de Copacabana para abrillantar el acto de celebración presidido por Bolsonaro, ya que estaban cerca para ejercicios de la Operación Unitas, ejercicio naval internacional que involucra 19 países, encabezado por Estados Unidos.

La confusión entre la solemnidad pública y los objetivos proselitistas generó incomodidades. Por algún tiempo, un amigo de Bolsonaro, Luciano Hang, investigado por formar parte de un grupo de empresarios sospechosos de actividades golpistas, ocupó el lugar del presidente portugués en la tribuna de autoridades en Brasilia.

Es la segunda vez que Rebelo de Sousa enfrenta una situación molesta en Brasilia. En julio Bolsonaro canceló un encuentro que tendría con el presidente portugués porque él se había encontrado antes con el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, opositor y favorito en las elecciones presidenciales de octubre.

Lula es el fundador y líder máximo del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), quien presidió Brasil de 2003 a 2011. Un gobierno exitoso es el gran factor de su favoritismo, pese a los escándalos de corrupción en que se involucró y que lo llevaron a la cárcel por 19 meses entre 2018 y 2019.

Distintas encuestas le apuntan una ventaja de 10 a 15 puntos porcentuales sobre Bolsonaro y una pequeña posibilidad de triunfo en la primera vuelta el 2 de octubre, es decir de obtener más de la mitad de los votos válidos.

Navíos de guerra de 11 países se exhibieron cerca de la playa de Copacabana, en Río de Janeiro, para celebrar los 200 años de la independencia de Brasil. Forman parte de la Operación Unitas, de ejercicios multinacionales, organizada por Estados Unidos desde 1960. Foto: Marina / FotosPúblicas

Reincidencia ilegal

Bolsonaro volvió a violar las reglas al usar la celebración del 7 de septiembre como palanca electoral. También las había incumplido al promover la aprobación parlamentaria de una enmienda constitucional, en julio, que le permitió aumentar al equivalente a 115 dólares el Auxilio Brasil, una ayuda mensual ofrecida a cerca de 20,3 millones de familias pobres.

El aumento de 50 % dos meses antes de las elecciones no estaría permitido por las leyes electorales que prohíben el otorgamiento de beneficios de ese tipo en el año electoral, para no desequilibrar la contienda a favor del gobernante que busca la reelección, como Bolsonaro.

La enmienda constitucional abrió una excepción, al instituir el estado de emergencia, bajo el pretexto de la inflación provocada por la invasión de Rusia a Ucrania.

La medida fracasó en la misión de conquistar los electores, según las encuestas más recientes. La fiesta electoral de la independencia es un último y desesperado intento.

Las multitudes movilizadas, especialmente en Brasilia donde Bolsonaro exageró la estimación de un millón de personas, constituyeron una demostración de fuerza. Pero la capacidad de movilización es una característica del extremismo, que en general no suele traducirse en votos.

Los discursos de Bolsonaro, en las manifestaciones de Brasilia y de Río de Janeiro, acusaron el Supremo Tribunal Federal de incumplir la Constitución y a Lula de pretender un regreso “a la escena del crimen”, es decir la corrupción. Es una reiteración de sus ataques que difícilmente conquistan nuevos electores.

Además la corrupción se convirtió en otro talón de Aquiles de Bolsonaro. Un reportaje del portal de noticias UOL informó que él y sus familiares adquirieron 107 inmuebles desde los años 90, de los cuales 51 fueron pagados totalmente o parcialmente con dinero en efectivo, un indicio de ilegalidad en las operaciones.

ED: EG

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