Un mundo de fronteras abiertas

Este es un artículo de opinión de Joseph Chamie, demógrafo, consultor independiente y exdirector de la División de Población de las Naciones Unidas.

En prácticamente todas las regiones, los gobiernos parecen no saber cuál es la mejor manera de abordar la migración internacional, especialmente las olas de migración ilegal que llegan a diario a las fronteras internacionales y los muchos que ya residen ilegalmente dentro de sus países. Foto: Alexander Bee / OIM

PORTLAND, Estados Unidos – Un mundo con fronteras abiertas, como algunos defienden firmemente mientras otros insisten en mantener fronteras controladas, es un ejercicio interesante a considerar dadas sus posibles consecuencias para las naciones, los 8000 millones de habitantes humanos del planeta, el cambio climático y el medio ambiente.

Según encuestas internacionales realizadas en 152 países hace algunos años, antes de la pandemia de covid-19, aproximadamente 15 % de los adultos del mundo dijo que les gustaría migrar permanentemente a otro país si pudieran. Según ese porcentaje de adultos más sus familiares, es probable que la cantidad estimada de personas que deseen migrar en 2022 no sea inferior a 1500 millones.

La cifra de 1500 millones de los que desean migrar es más de cinco veces la cantidad estimada de inmigrantes en el mundo en 2020, o alrededor de 281 millones. La cifra de inmigrantes potenciales es también aproximadamente 500 veces el flujo anual de inmigrantes a nivel mundial.

Las dos regiones con las proporciones más altas que desean emigrar a otro país si tuvieran la oportunidad son África subsahariana con 33 % y América Latina y el Caribe con 27 %. Además, en 13 países al menos la mitad de su población quisiera emigrar a otro país.

El autor, Joseph Chamie
El autor, Joseph Chamie

Los tres principales países con la proporción de población adulta que desea migrar son Sierra Leona con 71 %, Liberia con 66 % y Haití con 63 %. Les siguen Albania con 60 %, El Salvador con 52 % y la República Democrática del Congo con 50 %.

El principal país de destino con 21 % de quienes desean migrar es Estados Unidos. Considerablemente más bajos, Canadá y Alemania son los siguientes con 6 %, seguidos de Francia y Australia con 5 %, el Reino Unido con 4 % y Arabia Saudita con 3 %.

Entre esos siete países de destino, el número de personas que desean migrar es mayor que la población actual de cinco de ellos. Por ejemplo, la cantidad de personas que desean emigrar a Canadá es de 90 millones frente a su población actual de 38 millones.

Del mismo modo, el número que desea emigrar a Alemania es de 94 millones frente a su población actual de 84 millones. En los dos países restantes, Estados Unidos y Reino Unido, el número de personas que desean migrar es casi del mismo tamaño que su población actual (Gráfico 1).

Gráfico 1: Población en 2022 y Población que desea migrar a los siete principales países de destino (en millones). Fuente: Naciones Unidas y Gallup

Además de su impacto en el tamaño de las poblaciones, las fronteras abiertas alterarían la composición étnica, religiosa y lingüística de las poblaciones, lo que conduciría a una mayor diversidad cultural. Los flujos migratorios internacionales pasados y presentes han demostrado alteraciones en la composición cultural de las poblaciones.

En Estados Unidos, por ejemplo, desde 1965, cuando se aprobó la Ley de Inmigración y Nacionalidad, la proporción de hispanos aumentó casi cinco veces, de 4 % a 19 % en 2020, y la proporción de blancos no hispanos disminuyó de 84 % a 58 %. De manera similar, en Alemania, la proporción de musulmanes desde 1965 se ha multiplicado por cinco, de menos de 1 % a 5 % de la población en 2020.

Se han ofrecido varias razones tanto en apoyo como en contra de un mundo de fronteras abiertas. Por ejemplo, quienes se oponen creen que las fronteras abiertas aumentarían las amenazas a la seguridad, dañarían las economías nacionales, beneficiarían a las grandes empresas y a las élites, aumentarían los costos sociales, alentarían la fuga de cerebros, facilitarían el comercio ilegal, reducirían los salarios laborales, socavarían la integridad cultural y crearían problemas de integración (Tabla 1).

Tabla 1: Algunas razones a favor y en contra del Mundo de Fronteras Abiertas. Fuente: Recopilación del autor

Por el contrario, quienes están a favor creen que las fronteras abiertas brindarían un derecho humano básico, reducirían la pobreza, aumentarían el crecimiento del producto interno bruto (PIB), reducirían los costos de control fronterizo, aumentarían la oferta laboral, proporcionarían trabajadores talentosos, promoverían los viajes, reducirían el tiempo y los costos de viaje, elevarían la base impositiva, promoverían la diversidad cultural y contribuirían a la interdependencia global.

Las fronteras abiertas ciertamente afectarían la composición cultural de las poblaciones. Incluso sin fronteras abiertas, los cambios actuales en la composición cultural de las poblaciones provocados por la migración internacional no solo han despertado la preocupación pública, sino que también han contribuido a la creciente influencia de los partidos políticos nativistas y de extrema derecha.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

Los partidos nativistas suelen oponerse a la inmigración, ya que la ven como una amenaza a su integridad cultural nacional. Por el contrario, quienes apoyan la inmigración valoran la llegada de personas con diferentes antecedentes, etnias y culturas. Ven la inmigración como un fenómeno humano natural y continuo que enriquece a las sociedades.

Las fronteras abiertas también tendrían consecuencias sobre el cambio climático y el medio ambiente.

Un gran número de personas estaría migrando a países con altos niveles de emisiones de gases de efecto invernadero per cápita. Por ejemplo, mientras que el promedio mundial de toneladas de dióxido de carbono (CO2) equivalente por persona es de aproximadamente seis, el nivel en los Estados Unidos es aproximadamente tres veces mayor, 19.

Del mismo modo, las fronteras abiertas tendrían un impacto en el medio ambiente. La migración a los países de destino de alto consumo conduciría a una mayor pérdida de biodiversidad, contaminación y congestión.

No es probable que un mundo de fronteras abiertas tenga lugar en el corto plazo. Sin embargo, los recientes flujos de inmigración a gran escala, tanto legales como ilegales, están afectando sustancialmente los programas gubernamentales, la política interna, las relaciones internacionales y la opinión pública, así como el tamaño y la composición de las poblaciones.

En prácticamente todas las regiones, los gobiernos parecen no saber cuál es la mejor manera de abordar la migración internacional, especialmente las olas de migración ilegal que llegan a diario a las fronteras internacionales y los muchos que ya residen ilegalmente dentro de sus países.

Las convenciones, los acuerdos y los pactos internacionales relacionados con la migración internacional se consideran en gran medida obsoletos, poco realistas e ineficaces para abordar los problemas actuales de la migración internacional.

La oferta de hombres, mujeres y niños en los países en desarrollo pobres que desean migrar supera con creces la demanda de esos migrantes en los países desarrollados ricos por un factor de alrededor de 500.

El resultado es el Gran Choque Migratorio, es decir, una lucha mundial entre los que “quieren salir” de sus países y los que quieren que otros se “mantengan fuera” de sus países.

Dada la enorme diferencia entre la oferta y la demanda, es poco probable que el Choque Migratorio se resuelva simplemente pidiendo a los países de destino que aumenten sus niveles de inmigración.

Resolver ese Choque Migratorio requerirá mejorar considerablemente las condiciones sociales, económicas, políticas y ambientales de las poblaciones en los países de origen de los migrantes.

Sin embargo, lograr esos objetivos de desarrollo deseables en el corto plazo parece tan improbable como crear un mundo con fronteras abiertas. Por lo tanto, los países seguirán lidiando lo mejor que puedan con las consecuencias de las fronteras controladas y el Gran Choque Migratorio.

Joseph Chamie es demógrafo consultor, exdirector de la División de Población de las Naciones Unidas y autor de numerosas publicaciones sobre temas de población, la última: “Nacimientos, fallecimientos, migraciones y otros asuntos importantes sobre población”.

T: MLM / ED: EG

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