NACIONES UNIDAS – Los impactos directos e indirectos de la guerra en el este de Europa afectarán la trayectoria de desarrollo en el continente africano, ya comprometida por la crisis que detonó la pandemia covid-19, advirtió un nuevo informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud).
África “se enfrenta a una doble crisis con los efectos combinados de la guerra en Ucrania y de la pandemia”, dijo el administrador del Pnud, Achim Steiner.
“Sin embargo, con alianzas estratégicas, la crisis presenta la oportunidad de volver a trazar la trayectoria de desarrollo del continente, rompiendo con un ciclo de dependencia”, agregó el también secretario general adjunto de la ONU.
Según el informe, los impactos directos de la crisis en África incluyen la interrupción del comercio, aumento en los precios de los alimentos y combustibles, inestabilidad macroeconómica y desafíos relacionados a la seguridad.
Los países africanos se ven particularmente afectados debido a su gran dependencia de las importaciones de Rusia y Ucrania. En 2020 importaron productos agrícolas de Rusia por 4000 millones de dólares, de los cuales 90 % era trigo. En el caso de Libia, Somalia y Túnez, la dependencia es del trigo ucraniano.
El aumento actual en los precios de los alimentos –en marzo alcanzó niveles récord en tres décadas- y de los combustibles afecta directamente a todo el continente, incluidas las economías más grandes.
Los alimentos representan más de un tercio del índice de precios al consumidor en la mayoría de los países africanos (Nigeria 57 %, Egipto 60 %, Ghana 54 % y Camerún 42 %).
Además, la guerra en Ucrania ha provocado un aumento de 21 % en el precio de los fertilizantes, lo que ha afectado a poblaciones africanas que siguen dependiendo principalmente de la agricultura, con fuertes impactos este año y el próximo.
“Es un momento clave para la acción, para intensificar los esfuerzos y replantear el financiamiento del desarrollo, fortalecer la resiliencia en las economías africanas y fomentar la transformación económica como un motor fundamental para el cambio”: Achim Steiner.
En África, donde 113 millones de personas necesitan ayuda humanitaria urgente, es previsible que la escasez y las interrupciones en las cadenas de suministro de alimentos y fertilizantes aumentarán el hambre.
Por otra parte, el crecimiento de las exportaciones en el continente corre el riesgo de reducirse a la mitad: ahora se lo estima en 4,1 % para 2022, cuando sería de 8,3 % si no hubiese ocurrido la guerra.
La guerra perturba los mercados financieros, y un aumento de la aversión al riesgo entre los inversores podría desencadenar salidas de capital de los países africanos, lo que provocaría una depreciación de la moneda, una caída de los precios del mercado de valores y un aumento de las primas de riesgo de sus bonos.
Además, el aumento inminente de las tasas de interés mundiales puede empeorar la posición de la deuda de África, en particular para los países cuyos pagos de deuda vencen en 2022 y 2023.
Asimismo, un aumento en las tasas de interés internas tendrá un efecto negativo tanto en los pagos del servicio de la deuda interna como en la capacidad para endeudarse de las medianas, pequeñas y micro empresas.
“Los gobiernos africanos se quedan con finanzas limitadas para implementar respuestas políticas adecuadas y proteger a los grupos vulnerables al mismo tiempo que previenen la desestabilización social y económica”, dijo Ahunna Eziakonwa, directora de la oficina regional para África del Pnud.
La guerra “en general restringe la actividad económica y podría desencadenar más tensiones y disturbios sociales”, comentó Eziakonwa.
El informe del Pnud, titulado “El impacto de la guerra en Ucrania en el desarrollo sostenible en África”, también sostiene que esos impactos alejan al continente de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas para 2030 y la Agenda de la Unión Africana de transformación económica para 2063.
“Es un momento clave para la acción, para intensificar los esfuerzos y replantear el financiamiento del desarrollo, fortalecer la resiliencia en las economías africanas y fomentar la transformación económica como un motor fundamental para el cambio”, destacó Steiner.
El Pnud propone trabajar sobre tres áreas, la primera de las cuales es expandir el espacio fiscal en los países africanos y estabilizar sus economías con mayor asistencia para el desarrollo, iniciativas multilaterales innovadoras y el apoyo a programas que mejoran la movilización de recursos internos.
Para resistir choques como la guerra en Ucrania, se debe reducir su dependencia, acelerar una transición energética justa, reducir el riesgo de inversiones críticas en tecnología e infraestructura, y promover enfoques innovadores para el espíritu empresarial, particularmente para mujeres y jóvenes.
Luego, se propone fomentar la transformación económica estructural en África, aprovechando las tecnologías digitales e intensificando el apoyo a la integración regional y la diversificación económica.
A-E/HM