Migrantes salvan la economía de Zimbabue y lo pagan con la xenofobia

Trabajadores construyen una casa en el distrito rural de Mwenezi, en Zimbabue, donde Davison Chihambakwe, de 44 años, residente en la vecina Sudáfrica, ha ayudado a mejorar y modernizar algunas de las viviendas de su familia. Las remesas de los migrantes son vitales para la economía de Zimbabue, sumida en una honda y crónica crisis. Foto: Jeffrey Moyo / IPS

HARARE –  Hace dos décadas, Trynos Mahamba dejó Zimbabue para irse al Reino Unido, en un esfuerzo que ha cambiado la vida de los familiares que dejó atrás, y que han realizado miles como él, cayendo en algunos países de destino en las crecientes expresiones de xenofobia.

Desde el día siguiente a su partida, Mahamba, de 53 años, ha estado enviando dinero a su país mientras la economía de Zimbabue se tambaleaba en medio de las violentas confiscaciones de tierras de explotación comercial a los agricultores blancos durante el programa de reforma agraria que se llevó a cabo en este país del sudeste de África.

En la vecina Sudáfrica, Davison Chihambakwe, de 44 años, que abandonó este país en 2007, afirma que ha construido un gran imperio de la construcción y, con ello, asegura, también ha marcado la diferencia en su país.

Incluso en la vecina Botsuana, Langton Mawere, de 39 años, que abandonó Zimbabue en 2008 en plena crisis económica, ha conseguido volver a casa. Ha montado un negocio inmobiliario y distribuye dinero para promociones gestionadas por terceros.

Desde el Reino Unido, Mahamba afirma que envía dinero a sus ancianos padres que viven en la capital zimbabuense, Harare. El dinero les llega a través de WorldRemit, una empresa de transferencia de remesas.

“Me he asegurado de enviar sin falta unas 2000 libras esterlinas a mis padres enfermos, que ahora tienen más de 80 años, porque necesitan revisiones médicas mensuales y también comida”, dijo Mahamba a IPS desde Londres.

Desde Sudáfrica, Chihambakwe asegura que su familia también se beneficia de lo que él gana como migrante.

“Ninguno de mis parientes cercanos o familiares está sufriendo en casa porque me aseguro de enviarles dinero para cubrir sus necesidades diarias», afirmó a IPS.

Este migrante envía el dinero a sus familiares a través de otra empresa internacional de transferencias, Western Union. Una de las beneficiarias es Denis Sundire, de 32 años, residente en Harare.

Sundire cuenta que su primo residente en Sudáfrica le ha apoyado desde la universidad.

“Davison (Chihambakwe) me ha apoyado desde la época de la universidad, e incluso hoy, cuando lucho por conseguir un trabajo, sigue enviándome dinero para mi manutención. Por eso tiene cada vez más éxito. Es muy amable”, dijo Sundire a IPS.

La población de Zimbabue, de unos 15 millones de habitantes, lucha contra un desempleo que alcanza la tasa de 90 %, según el Congreso de Sindicatos de Zimbabue (ZCTU), aunque el gobierno minimiza la cifra y la sitúa en 11 %, alegando que la gente trabaja en el sector informal.

Mahamba, Chihambakwe y Mawere dijeron que huyeron de este país en busca de mejores oportunidades cuando las dificultades económicas pasaron a cebarse con Zimbabwe, como también se le conoce.

Como resultado, miles de emigrantes económicos zimbabuenses que huyeron de este país se han convertido a lo largo de los años en la panacea para el empeoramiento de los problemas financieros de la nación africana.

Los emigrantes económicos de Zimbabue, como Mahamba, Chihambakwe y Mawere, están insuflando vida a la socavada economía del país a través de las remesas que envían a casa.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

Chihambakwe presume de haber modernizado el pueblo donde nació, en la suroriental provincia de Masvingo, en el distrito de Mwenezi. Afirma que ha ayudado a algunos de los aldeanos más pobres a construir casas modernas, sustituyendo sus chozas de paja.

La voluntad de ayudar a su pueblo y a sus seres queridos desde Sudáfrica y otros lugares a donde emigraron, se ha traducido en la multiplicación de las remesas de la diáspora de migrantes a la economía de Zimbabue.

Según el Ministerio de Finanzas, las remesas procedentes del exterior habrían alcanzado los 1400 millones de dólares en 2021, frente a los 1000 millones del año anterior, aún en medio de la pandemia de covid-19.

El costo de la xenofobia

Sin embargo, aunque los emigrantes económicos de Zimbabue en países como Sudáfrica logran parte de sus metas, a menudo se enfrentan a sentimientos xenófobos y, en ocasiones, a ataques, que últimamente han llegado a ser mortales.

Muchos sudafricanos culpan a los inmigrantes zimbabuenses de la apropiación de puestos de trabajo locales y del aumento de la delincuencia.

En Sudáfrica, los resultados de la Encuesta Trimestral de Población Activa (QLFS, en inglés) correspondientes al cuarto trimestre del año pasado mostraron que la tasa oficial de desempleo superaba 35 %, la más alta desde 2008, año en que comenzó este sondeo

Recientemente, se hizo viral un vídeo en el que el ministro del Interior sudafricano, Aaron Motsoaledi, lanzaba un mordaz ataque contra los extranjeros ilegales, y lo hizo en una conferencia regional del gobernante partido Congreso Nacional Africano (CNA).

Al referirse a los inmigrantes, que a su juicio, “han inundado” Sudáfrica, Motsoaledi dijo que “algo va mal en nuestro continente”, y que el país padece los problemas de ser el mayor receptor migratorio. “Cuando la gente hace cosas malas en sus países, huye hacia aquí”, afirmó.

“Somos el único país que acepta a los sinvergüenzas. Incluso la ONU (Organización de las Naciones Unidas) está enfadada con nosotros porque Sudáfrica tiene la tendencia, por algo que se llama democracia, de aceptar a todos los bribones del mundo”, dijo el ministro según citas de su intervención en la región en el conclave del CNA de Cabo Oriental.

Mientras los emigrantes zimbabuenses insuflan vida a la difícil economía de su país a través de las remesas, la xenofobia alcanza nuevas cotas en Sudáfrica.

Por ejemplo, un jardinero de origen zimabuense, Elvis Nyathi, de 43 años, fue apedreado este año por una muchedumbre en el país vecino antes de morir quemado, supuestamente por ser extranjero.

Fredson Guilengue, quien trabaja para la oficina regional de la alemana Fundación Rosa Luxemburgo en Johannesburgo, escribió en el Mail & Guardian que el problema de los ataques xenófobos contra los extranjeros ha vuelto a alcanzar niveles altamente preocupantes en Sudáfrica.

Las tensiones se han visto exacerbadas por una campaña antimigrante bautizada como Operación Dudula, encabezada por Nhlanhla Lux Dlamini, de 36 años.

Dlamini fue detenido y ahora se enfrenta a cargos de allanamiento de morada, robo y daños graves a la propiedad, después de que los miembros de Dudula asaltaron en marzo una  vivienda dedicada supuestamente a la venta de drogas, en el gran asentamiento urbano de Soweto, en la periferia de Johannesburgo.

Sin embargo, incluso en el seno del gobernante CNA, ha habido mensajes contradictorios sobre la operación, y algunos han manifestado su apoyo, aunque el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, distanció a su gobierno de las actuaciones xenófobas de Dudula.

“Lo que nos preocupa es que tenemos una organización parecida a una fuerza de vigilancia que lleva a cabo acciones ilegales contra las personas a las que tiene como objetivo, y estas cosas a menudo se les van de las manos, y siempre se convierten en violencia gratuita contra otras personas», dijo Ramaphosa.

T: MF / ED: EG

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