SÍDNEY / KUALA LUMPUR – El mundo está siendo presionado por los intereses financieros para que suban los tipos de interés, aparentemente para controlar la inflación. Después de que la Reserva Federal de Estados Unidos comenzara a subir esas tasas de interés, otros bancos centrales han hecho lo mismo.
Teniendo en cuenta las causas contemporáneas de la inflación, es evidente que ese comportamiento mimético de los bancos centrales no puede controlarla, salvo mediante la ralentización de las economías. Peor aún esta estrategia ha supuesto asumir nuevos y enormes riesgos, perjudicando seriamente las perspectivas económicas mundiales a medio y largo plazo.
La peligrosa sobredimensión de la inflación
Mucho antes, las investigaciones respaldadas por el Banco Mundial habían demostrado que una inflación moderada del orden de 15 % no era perjudicial para el crecimiento, y que solo podría reducirse con un coste sustancial para el crecimiento.
Sin embargo, la proporción entre las creencias fervientes y las pruebas tangibles parece inusualmente alta en este tema. No es de extrañar que los bancos centrales sigan tratando de mantener la inflación por debajo de 2 %, un objetivo arbitrario sacado del aire, debido a un comentario casual del ministro de finanzas de Nueva Zelanda.
El aumento de los tipos de interés hará descarrilar la recuperación y agravará las interrupciones del suministro y la escasez debidas a la pandemia, la guerra y las sanciones.
El miembro del Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo (BCE), Fabio Panetta, ha señalado que la zona euro está estancada de facto, ya que el crecimiento económico casi se ha detenido.
Mientras los responsables políticos luchan contra la inflación, el crecimiento y el bienestar se ven sometidos a enormes riesgos. Como advierte Panetta, el endurecimiento monetario destinado a contener la inflación acabaría por obstaculizar un crecimiento que ya se está debilitando.
Tipos de interés al alza en todo el mundo
Entre los mercados emergentes y las economías en desarrollo, el banco central de Sudáfrica subió los tipos de interés por primera vez en tres años en noviembre de 2021.
El 24 de marzo de 2022, el Banco de México subió los tipos de interés por séptima vez consecutiva. El mismo día, el banco central de Brasil subió los tipos de interés a su nivel más alto desde 2017.
El 4 de mayo, el Banco de la Reserva de la India subió los tipos de interés, su primer cambio de tipos en dos años y su primera subida en casi cuatro. El 5 de mayo, el Banco Central de Chile subió los tipos de interés. Presionados por las finanzas para frenar la inflación, más banqueros centrales están endureciendo la política monetaria.
Sin pruebas ni razonamientos, insisten en que unos tipos de interés más altos frenarán la inflación. Sus reconocidos efectos adversos para la recuperación y el crecimiento se desestiman como costes inevitables y necesarios a corto plazo a cambio de algunos beneficios no especificados a largo plazo.
Pero a pesar de enfrentarse a unas expectativas inflacionistas más elevadas, al endurecimiento de las condiciones monetarias internacionales y a las incertidumbres de la guerra de Ucrania, el BCE y el Banco de Japón no se han sumado al carro, negándose a subir los tipos de interés oficiales hasta ahora.
Herramienta demasiado contundente
Pero las posturas dogmáticas de los bancos centrales, las respuestas instintivas y el comportamiento de seguir al líder no son útiles. Incluso cuando la inflación alcanza niveles peligrosos, subir los tipos de interés puede no ser la respuesta política adecuada por varias razones.
En primer lugar, el aumento de los tipos de interés sólo aborda los síntomas, no las causas de la inflación. A menudo se dice que la inflación es una consecuencia del sobrecalentamiento de la economía. Pero el sobrecalentamiento puede deberse a muchos factores.
La subida de los tipos de interés puede aliviar el sobrecalentamiento, al frenar la actividad económica. Pero un buen médico debe primero investigar y diagnosticar las causas de una dolencia antes de prescribir un tratamiento adecuado que puede requerir o no medicamentos.
Está ampliamente aceptado que el actual repunte inflacionista se debe a las interrupciones de la cadena de suministro, exacerbadas por la guerra y las sanciones, especialmente de bienes esenciales como los alimentos y el combustible. Si es así, las soluciones a largo plazo pasan por aumentar los suministros, incluso eliminando los cuellos de botella.
Los tipos de interés más altos reducen la demanda agregada. Pero el simple aumento de los tipos de interés ni siquiera aborda las causas específicas de la inflación, y mucho menos el aumento de los precios debido a las interrupciones de la oferta de bienes esenciales, como los alimentos y el combustible.
Tasas indiscriminadas
En segundo lugar, el tipo de interés afecta a todos los sectores, a todos. Ni siquiera distingue entre los sectores o industrias que deben expandirse o fomentarse, y los que deben desaparecer, por ser menos productivos o ineficientes.
Además, subir los tipos de interés con demasiada frecuencia, y a niveles excesivamente altos, puede estrangular, o incluso matar a las empresas productivas y eficientes junto con las ineficientes o menos productivas.
Las quiebras en Estados Unidos se dispararon a principios de la década de los años 80 tras la legendaria subida de tipos de interés del entonces presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker, vale recordar.
Miles de empresas que pidieron préstamos bancarios podrían fracasar, advirtió recientemente una importante empresa de asesoramiento fiscal del Reino Unido.
En tercer lugar, los tipos de interés no distinguen entre hogares y empresas. Unos tipos de interés más elevados pueden desanimar el gasto de los hogares, pero también frenar todo tipo de gasto, tanto de consumo como de inversión.
Por lo tanto, la demanda global puede reducirse, desalentando la inversión en nuevas tecnologías, instalaciones, equipos y habilidades. Así, los tipos de interés más altos afectan negativamente a las capacidades productivas a largo plazo y al progreso tecnológico de las economías.
Deudas, recesiones y crisis financieras
En cuarto lugar, los tipos de interés más altos aumentan los costes del servicio de la deuda para los gobiernos, las empresas y los hogares. Con los tipos de interés excepcionalmente bajos que había después de la crisis financiera mundial de 2008-2009, la carga de la deuda aumentó en la mayoría de los países.
Sin duda, esto fomentó un comportamiento arriesgado y especulativo, así como recompras de acciones improductivas, aumento de dividendos y fusiones y adquisiciones.
Las subidas de los tipos de interés han desencadenado muchas recesiones y crisis financieras. Por lo tanto, subir los tipos de interés ahora probablemente desencadenará una nueva, aunque diferente, era de estanflación.
La pandemia ha llevado la deuda pública a nuevos máximos históricos. El 44 % de los países de bajos ingresos y menos desarrollados corrían un alto riesgo de sufrir problemas de deuda externa o ya los sufrían en 2020.
Antes de la crisis provocada por la pandemia de covid-19, la mitad de los pequeños Estados insulares en desarrollo encuestados ya tenían problemas de solvencia, es decir, corrían un alto riesgo de sufrir problemas de deuda o ya los tenían. Así pues, el aumento de los tipos de interés puede desencadenar una crisis de la deuda mundial.
En quinto lugar, paradójicamente, los tipos de interés más altos aumentan los gastos del servicio de la deuda, especialmente los pagos de las hipotecas, para los hogares endeudados. El coste de la vida también aumenta si las empresas repercuten el aumento de los costes de los intereses en los consumidores subiendo los precios.
Por lo tanto, los principales beneficiarios de la baja inflación y los tipos de interés más altos son los titulares de activos financieros que temen la disminución relativa de su valor.
Países en desarrollo, vulnerables
Los países en desarrollo son especialmente vulnerables. La subida de los tipos de interés en los países desarrollados, especialmente en Estados Unidos, provoca la salida de capitales de los países en desarrollo, lo que provoca depreciaciones de los tipos de cambio y presiones inflacionistas.
Unos tipos de interés más altos y unos tipos de cambio más débiles agravarán las ya elevadas cargas del servicio de la deuda, como ocurrió en América Latina a principios de los años 80 después de que en Estados Unidos, el presidente de la Reserva Federal Volcker aumentara considerablemente los tipos de interés en el país.
Para desalentar las salidas repentinas de capital y evitar grandes depreciaciones de la moneda, los países en desarrollo suben los tipos de interés de forma brusca. Esto puede llevar al colapso económico, como ocurrió en Indonesia durante la crisis financiera asiática de 1997-1998.
Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.
Aunque las medidas de respuesta a la pandemia, como la moratoria de la deuda, proporcionaron cierto alivio, las quiebras empresariales aumentaron casi 60 % en 2020 con respecto a 2019.
Los países de ingresos medios y bajos registraron más quiebras empresariales.
La Encuesta del Pulso Empresarial del Banco Mundial, realizada en 24 países de ingresos medios y bajos, reveló que 40 % de las compañías encuestadas en enero de 2021 esperaban estar en mora dentro de seis meses.
Entre ellas, más de 70 % de las empresas de Nepal y Filipinas, y más de 60 % de las de Turquía y Sudáfrica. Las quiebras de empresas de tal magnitud pueden desencadenar crisis bancarias al dispararse repentinamente los préstamos morosos.
En lugar de controlar la inflación contemporánea, es probable que el aumento de los tipos de interés perjudique en gran medida la recuperación y las perspectivas de crecimiento a medio plazo.
Por lo tanto, es imperativo que los países en desarrollo desarrollen de forma innovadora los medios adecuados para abordar mejor los dilemas económicos a los que se enfrentan.
T: MF / ED: EG