Fuera de África: Continente rico, pueblo pobre

Este es un artículo de opinión de Jomo Kwame Sundaram, profesor de economía y antiguo secretario general adjunto de la ONU para el Desarrollo Económico.

Tras la pista de la fuga de capitales de África, un libro que brinda lecciones para todo el Sur sobre cómo frenar una evasión que obstaculiza el desarrollo de sus países. Foto: Universidad de Oxford

KUALA LUMPUR –  La fuga de capitales del Sur global es inmensa, con efectos adversos generalizados. Un nuevo libro propone medidas para frenar e incluso revertir la fuga de capitales de África. También ofrece lecciones pragmáticas para muchos países en desarrollo.

Fuera de África

El libro “Tras la pista de la fuga de capitales de África” amplía un trabajo pionero iniciado mucho antes. Los editores Leonce Ndikumana y James Boyce estiman que el África subsahariana (ASS) ha perdido más de 2 billones (millones de millones) de dólares por la fuga de capitales en el último medio siglo.

En la actualidad, el ASS pierde 65 000 millones de dólares anuales más que las entradas anuales de ayuda oficial al desarrollo (AOD). El libro investiga minuciosamente la explotación de los recursos naturales de los minerales sudafricanos, el cacao marfileño y el petróleo y los diamantes angoleños.

Estos análisis forenses de los países son cruciales para controlar con mayor eficacia la fuga de capitales. Las salidas de los tres países desde la década de los años 80 han sido masivas: 103 000 millones de dólares de Angola, 55 000 millones de dólares de Costa de Marfil y 329 000 millones de dólares de Sudáfrica, en valores de 2018.

La fuga de capitales ha superado en mucho la deuda externa acumulada. Las salidas anuales se sitúan entre 3,3 % y  5,3 % de la renta nacional. Nigeria, Sudáfrica y Angola son los países con más salidas de capital del ASS, y Costa de Marfil ocupa el séptimo lugar.

Auge de los recursos

A medida que los gobiernos obtienen más ingresos de los recursos naturales, se erosiona el contrato social fiscal. Cuando los ciudadanos pagan impuestos, esperan que el gasto del Estado beneficie al público. Pero con más ingresos procedentes de los recursos a través de los monopolios estatales, las regalías y los impuestos, los gobiernos se vuelven menos responsables ante sus propios ciudadanos.

Jomo Kwame Sundaram
El autor, Jomo Kwame Sundaram

Obtener y mantener el acceso al crédito externo tiene efectos similares. Los gobiernos de los países en desarrollo se centran entonces en congraciarse con los gobiernos donantes extranjeros amigos para obtener AOD, y en mejorar su calificación crediticia.

Por lo tanto, estos regímenes tienen menos necesidad política de proporcionar bienes públicos, incluidos los servicios, y mucho menos de acelerar el progreso social. Así, la erosión del contrato social fiscal socava no sólo el bienestar público, sino también la legitimidad del Estado.

Para asegurarse el poder, las camarillas gobernantes suelen recurrir al clientelismo o a las relaciones cliente-patrón, normalmente de carácter regional, étnico, tribal, religioso o sectario. Sus regímenes provocan inevitablemente la disidencia, incluido el etnopopulismo de oposición y los disturbios civiles, incluso las insurgencias armadas.

No es de extrañar que estos regímenes crean que sus opciones son limitadas. Otra opción es la represión, que suele aumentar cuando el statu quo se ve amenazado. La sensación de inseguridad resultante se extiende desde el público hasta la élite, agravando la fuga de capitales.

La explotación de recursos naturales valiosos no sólo genera ingresos de exportación, sino que también atrae inversiones extranjeras. Uno de los resultados es la enfermedad holandesa, ya que el valor de la moneda nacional aumenta, reduciendo otras exportaciones y puestos de trabajo, lo que inevitablemente perjudica las perspectivas de desarrollo.

De este modo, se han creado grandes fortunas privadas que se han transferido ilícitamente al extranjero. Las élites gobernantes y sus aliados rara vez dependen sólo del Estado o del mercado para enriquecerse.

Publicado en enero por la británica Universidad de Oxford, el libro On the trail of capital flight from Africa: The Takers and the Enablers (Tras la pista de la fuga de capitales de África: los tomadores y los facilitadores), su título completo, muestra cómo tanto el Estado como el mercado refuerzan el poder y la influencia de los sectores privados y personales.

James K. Boyce (I) y Leonce Ndikumana, los autores del libro sobre lo que hay detrás de la fuga de capitales en África. Foto: Amazon

 

El saqueo de África

Los estudios sobre casos específicos del libro muestran cómo la extracción de recursos ha sido fundamental para la fuga de capitales. En los tres países se ha socavado la eficacia de los instrumentos de política fiscal, especialmente para fomentar las inversiones para el desarrollo.

Las salidas han aumentado con la liberalización económica, ya que las salidas financieras no registradas a través de la cuenta corriente crecen con el comercio más libre. Así, las transacciones financieras relacionadas con el comercio permiten la corrupción y la fuga de capitales.

En Costa de Marfil, el mayor productor de cacao del mundo, las rentas procedían inicialmente de las cadenas de suministro que conectaban a los agricultores con los consumidores. Las asociaciones corruptas que conectan a las élites nacionales con las empresas extranjeras han sido cruciales para estos acuerdos.

Así, las exportaciones de productos primarios de recursos naturales han permitido los flujos de capital ilícitos. Las exportaciones de cacao de Costa de Marfil han sido sistemáticamente subestimadas, y las estadísticas comerciales de los principales importadores muestran una subfacturación masiva por parte de los exportadores.

Los acuerdos políticos poscoloniales han dado a unos pocos un acceso privilegiado a las rentas de los recursos. Al permitir la fuga de capitales, los sucesivos regímenes marfileños se han visto menos obligados a gastar más en desarrollo o bienestar público.

Debido al auge del cacao, el milagro marfileño poscolonial terminó cuando los precios cayeron. La caída desencadenó una crisis política que culminó en una guerra civil. Pero la crisis también significó que el país no podía seguir pagando el servicio de su deuda externa.

También en Angola, los recursos naturales agravaron sus prolongadas guerras civiles. Tras estos ruinosos conflictos, las rentas del petróleo enriquecieron al régimen nepotista triunfante. Esto le permitió hacerse con más control, incluso mientras la mayoría de los angoleños seguían viviendo en la indigencia.

Las masivas exportaciones de petróleo de Angola beneficiaron principalmente a la pequeña élite de compinches del presidente. No consiguieron desarrollar la economía ni mejorar la vida de la mayoría. Todo ello ha sido posible gracias a profesionales útiles que se han enriquecido con ello.

Al mismo tiempo que beneficia a su élite y a las transnacionales extranjeras, la maldición del petróleo de Angola ha bloqueado el desarrollo equilibrado y sostenible de su economía. A pesar del rápido agotamiento de sus reservas de petróleo, Angola y la mayoría de los angoleños se han beneficiado poco.

Sudáfrica, la segunda economía de ASS, después de Nigeria, parece menos dependiente de los recursos naturales. La liberalización económica posterior al apartheid ha permitido la fuga de capitales, ya que los intereses de las empresas privadas, especialmente el influyente complejo minero-energético, se aprovecharon rápidamente de la nueva situación.

Mediante la subfacturación de sus exportaciones, los intereses mineros han protagonizado una fuga masiva de capitales y una evasión fiscal. Mientras tanto, los empresarios se han enriquecido de nuevas maneras, por ejemplo, en el sector de la energía eléctrica del Estado. El escándalo de la familia Gupta destapó estos abusos y provocó la caída del entonces presidente Jacob Zuma.

Frenar la fuga de capitales

La captura del Estado por parte de nacionales políticamente influyentes ha socavado la capacidad reguladora del gobierno con la ayuda de los facilitadores transnacionales. Las supuestas reformas de buena gobernanza han permitido la fuga de capitales y la evasión fiscal al socavar la gobernanza del desarrollo, incluida la regulación prudencial.

Los entornos institucionales, los mecanismos y los facilitadores facilitan la fuga de capitales, la evasión fiscal y la acumulación de riqueza en el extranjero. Con una facilitación a menudo compleja, variada y cambiante, la fuga de capitales ha trasladado una riqueza masiva al extranjero para las élites.

Las redes financieras transnacionales han facilitado la salida de capitales a costa de las inversiones productivas, los buenos empleos y el bienestar social. La fuga de capitales ha empeorado la financiación, incluyendo las brechas presupuestarias que agravan las privaciones sociales relacionadas.

La creación de riqueza aumenta el pastel económico, pero la distribución depende de quién se la apropie. Una mejor comprensión de estas variadas y cambiantes relaciones de apropiación es crucial para frenar eficazmente esta hemorragia.

Una mayor concienciación debería inspirar y fundamentar mejores medidas para frenar la fuga de capitales del Sur global. En lugar del mantra de la buena gobernanza del Consenso de Washington, se necesita una agenda de gobernanza para el desarrollo.

Por lo tanto, frenar la fuga de capitales es crucial para financiar el desarrollo sostenible. El control de la fuga de capitales y de los abusos relacionados con ella, como la facturación indebida, el blanqueo de dinero, la evasión fiscal y la adquisición de bienes públicos por parte de las élites, requiere esfuerzos bien coordinados tanto a nivel nacional como internacional.

Todos los investigadores, responsables políticos y reguladores se beneficiarán de los análisis forenses de este libro sobre los abusos financieros, fiscales y de otro tipo. Las instituciones financieras internacionales tienen ahora pocas excusas para seguir permitiendo la fuga de capitales y la evasión fiscal que siguen desangrando al Sur global, o el Sur en desarrollo.

T: MF / ED: EG

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