PORTLAND, Estados Unidos – La inmigración ilegal en el siglo XXI plantea un serio dilema para el mundo. Los gobiernos de prácticamente todas las regiones del mundo parecen no saber cómo abordar las dos dimensiones centrales del dilema.
La primera dimensión se refiere a las continuas olas de inmigración ilegal que llegan diariamente a las fronteras internacionales. La segunda dimensión del dilema se centra en la presencia de millones de hombres, mujeres y niños que residen ilegalmente dentro de los países (Cuadro 1).
Varios aspectos de la migración internacional con un enfoque en el Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular de 2018 se discutieron en el primer Foro de Revisión de la Migración Internacional de las Naciones Unidas convocado del 17 al 20 de mayo.
El resultado principal del Foro fue una Declaración de Progreso acordada de forma intergubernamental, que incluye un llamado a los gobiernos a intensificar los esfuerzos para una migración segura y ordenada, tomar medidas enérgicas contra el tráfico y la trata de personas y garantizar que los migrantes sean respetados y reciban atención médica y otros servicios.
Sin embargo, la declaración de 13 páginas no presentó lineamientos explícitos ni acciones coercitivas que efectivamente resolvieran el dilema de la inmigración ilegal.
Tres aspectos fundamentales del dilema de la inmigración ilegal involucran la demografía, los derechos humanos y las ganancias.
En primer lugar, el aspecto demográfico muestra claramente que la oferta de personas que desean migrar en gran parte de los países en desarrollo supera con creces la demanda de inmigrantes en los países desarrollados.
Como resultado de ese desequilibrio demográfico y a pesar de los costos y riesgos, millones de hombres, mujeres y niños están recurriendo a la migración ilegal para residir en otro país, que generalmente son naciones desarrolladas ricas.
Si bien a más de mil millones de personas les gustaría mudarse permanentemente a otro país, el número actual de inmigrantes de varios millones por año es solo una pequeña fracción de los que desean emigrar.
Además, el número total de inmigrantes en todo el mundo también es comparativamente pequeño, aproximadamente 281 millones en 2020, y se estima que una cuarta parte de ellos, o alrededor de 70 millones, son inmigrantes ilegales (Tabla 1).
Además, el número de personas que intentan migrar ilegalmente está alcanzando niveles récord. En Estados Unidos, por ejemplo, el número de personas encontradas, es decir, arrestadas o aprehendidas, en la frontera entre Estados Unidos y México en abril alcanzó el nivel más alto registrado de 234 088 personas.
La cantidad de inmigrantes ilegales que cruzan el mar Mediterráneo para llegar a la Unión Europea (UE) y el Canal de la Mancha para llegar al Reino Unido está aumentando nuevamente.
En los dos primeros meses de 2022, los cruces fronterizos ilegales en las fronteras exteriores de la UE aumentaron un 61 % con respecto al año anterior, o casi 27 000. El gobierno británico también informó que la cantidad de inmigrantes ilegales que llegan en pequeñas embarcaciones podría llegar a 1.000 por día.
El segundo aspecto fundamental del dilema de la migración ilegal involucra la asimetría de los derechos humanos en relación con la migración internacional. El artículo 13 de la Declaración Internacional de Derechos Humanos establece que toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluido el propio, y regresar a su país de origen. Sin embargo, no existe un derecho humano para que uno ingrese a otro país sin la autorización de dicho país (Cuadro 2).
Además, el artículo 14 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos otorga a las personas el derecho a solicitar asilo y gozar de este derecho en otros países frente a la persecución.
Sin embargo, para que se le conceda, una persona normalmente debe no poder o no querer regresar a su país de origen debido a un temor fundado de ser perseguido por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un determinado grupo social u opinión política.
La pobreza, el desempleo, los problemas domésticos, el cambio climático y la mala gobernanza generalmente no se consideran motivos legítimos para otorgar asilo. Desafortunadamente, muchas de las solicitudes de asilo presentadas no son genuinas, sino que simplemente tienen como objetivo primero ingresar y luego permanecer en el país de destino.
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La mayoría de las solicitudes de asilo son denegadas, pero se necesita una cantidad considerable de tiempo, a menudo varios años, para llegar a una decisión final sobre la solicitud de un individuo. Esos largos períodos de tiempo permiten a los solicitantes establecerse, conseguir empleo e integrarse en una comunidad local.
Además de la logística, los gobiernos enfrentan consecuencias económicas y la oposición pública de varios sectores a la repatriación de inmigrantes ilegales a países con altos niveles de pobreza, corrupción y malestar social. En consecuencia, a menos que los inmigrantes ilegales cometan delitos graves, por lo general no son arrestados ni deportados.
Sin embargo, una notable excepción reciente es el Reino Unido, que está tratando de enviar inmigrantes ilegales a Ruanda. El gobierno británico anunció recientemente que aquellos que realicen viajes peligrosos, innecesarios e ilegales al Reino Unido podrán ser reubicados en Ruanda para que se consideren sus solicitudes de asilo y reconstruyan sus vidas allí.
El tercer aspecto fundamental del dilema de la migración ilegal se refiere a las ganancias obtenidas. Cobrando altas tarifas por sus servicios, los traficantes obtienen grandes ganancias al promover, facilitar y alentar la migración ilegal de hombres, mujeres y niños a través de las fronteras internacionales.
Una vez que los inmigrantes ilegales se establecen en el destino deseado, muchos negocios y empresas se benefician de su trabajo. Dada su situación precaria, los inmigrantes ilegales no solo están dispuestos a trabajar por salarios inferiores a los normales, sino que también son reacios a denunciar abusos en el lugar de trabajo, ya que eso puede conducir a su despido, arresto y repatriación.
Frente a las continuas oleadas de inmigrantes ilegales, muchos países están construyendo muros, vallas y barreras, aumentando los guardias fronterizos, teniendo más devoluciones y expulsiones, y estableciendo más centros de detención. Sin embargo, en base a los niveles y tendencias recientes de la migración ilegal, esos y otros pasos relacionados no han logrado los objetivos deseados.
De manera similar, frente a la presencia de un gran número de inmigrantes ilegales que residen dentro de sus fronteras, los gobiernos están luchando por encontrar la mejor forma de abordar esta dimensión preocupante del dilema de la migración ilegal.
Los gobiernos no están dispuestos a otorgar una amnistía o un camino a la ciudadanía para los inmigrantes ilegales ni están preparados para deportar a aquellos que residen dentro de sus fronteras.
Como resultado, la situación actual en la mayoría de los países sigue sin resolverse para la mayoría de los inmigrantes ilegales, que permanecen en una situación precaria.
En resumen, parece que es poco probable que los gobiernos puedan resolver el dilema de la inmigración ilegal en el corto plazo. De hecho, es probable que el problema se agrave con el incremento de la inmigración ilegal a causa del aumento de la población, el empeoramiento de las condiciones de vida y los efectos del cambio climático en los países de origen de los migrantes.
Joseph Chamie es demógrafo consultor, ex irector de la División de Población de las Naciones Unidas y autor de numerosas publicaciones sobre temas de población, incluido su libro «Nacimientos, fallecimientos, migraciones y otros asuntos importantes sobre población».
T: MLM / ED: EG