Las redes sociales se vinculan a mayor consumo de drogas

El uso de drogas fuertes por los adolescentes es un grave problema de salud y las redes sociales pueden contribuir a que se expandan el tráfico y el consumo, alertó la JIFE. Foto: Giacomo Pirozzi/Unicef

VIENA – Existen cada vez mayores pruebas de la relación entre la exposición a las redes sociales y el consumo de drogas ilícitas, sobre todo entre los jóvenes, advirtió en un informe la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (Jife).

Jagit Pavadia, presidenta de la Jife, un organismo independiente respaldado por las Naciones Unidas, sostuvo que “es imprescindible hacer frente a esa situación, no solo por los usuarios actuales, sino también por las generaciones venideras, que utilizarán las redes sociales en su vida cotidiana”.

La evidencia recogida por la Jife en su informe anual muestra que las redes sociales ofrecen nuevas oportunidades para comprar sustancias ilícitas y dan glamour a conductas negativas, con impacto sobre todo en los jóvenes, principales usuarios de esas plataformas y grupo etario donde crece

Las redes sociales ofrecen a los consumidores la oportunidad de comprar, en muchas plataformas, cannabis (marihuana), analgésicos sujetos a prescripción médica y otras sustancias fiscalizadas.

A la vez, permiten que los delincuentes exploten herramientas, como las monedas digitales, los pagos móviles y los servicios de monedero electrónico, que facilitan y agilizan la transferencia internacional de dinero, y les permiten ocultar el origen de los fondos ilegales y maximizar las ganancias.

Frente a esta situación, la Junta pide a los gobiernos que reglamenten esas plataformas, insta al sector privado a que modere y autorregule sus medios digitales, y limite la publicidad y la promoción del consumo de drogas con fines no médicos.

El estudio subrayó, por otra parte, que el dinero proveniente del narcotráfico frena el desarrollo y alimenta la violencia, la pobreza, la desigualdad y el crimen organizado.

Al analizar los flujos financieros ilícitos relacionados con el narcotráfico, el informe destaca las consecuencias negativas que tienen en las sociedades y el desarrollo, al alimentar la corrupción, la violencia, la pobreza y la desigualdad, y fomentar el crimen organizado.

Cada año se pierden miles de millones de dólares en manos de grupos delictivos organizados y la salida ilícita de capitales es aún más perjudicial para los países en desarrollo que precisan fondos para impulsar el crecimiento económico.

Por otra parte, el estudio se refiere el fácil acceso que tienen los delincuentes a los precursores que hacen falta para fabricar drogas ilícitas.

Una encuesta de la Jife realizada en junio de 2021 mostró las deficiencias en los controles de la fabricación, el comercio y la distribución nacionales de precursores, lo que permite a los traficantes obtener esos productos en el mercado lícito.

La junta sostuvo que la evolución de la fabricación ilícita de drogas requiere de una acción global y que se debe hacer frente a la proliferación de sustancias químicas no controladas y de precursores de diseño.

Con respecto a la despenalización del cannabis en muchos países, la Jife insistió en que es motivo de preocupación porque ha sido interpretada por muchos como la legalización del consumo no médico, lo cual “contraviene las convenciones de control de drogas”, según Pavadia.

En otro apartado, sobre el consumo de opioides que se utilizan para aliviar el dolor, reportó que su consumo se concentra en los países desarrollados de Europa y América del Norte, mientras que en otras regiones del mundo a menudo no hay un acceso suficiente a ellos para cubrir las necesidades médicas de la población.

El apartado dedicado a América Latina destacó que se incautaron cantidades mayores de cocaína y precursores el año pasado, debido a que los grupos delictivos organizados aumentaron el tamaño de los envíos para compensar las pérdidas sufridas durante los primeros meses de la pandemia covid-19.

Por ejemplo, Brasil aumentó en 38 % la incautación de drogas en las fronteras de Bolivia, Paraguay y Perú, y Venezuela reportó una mayor incautación de drogas en su frontera con Colombia, país que por su parte lideró la operación “Orión”, de más de 30 naciones para incautar drogas en el Atlántico y el Pacífico.

El reporte dice que, en respuesta a las limitaciones impuestas por la pandemia, grupos delictivos organizados abren nuevas rutas, como Brasil para el trasbordo de cocaína con destino a Europa, en vez de usar las rutas habituales del Caribe.

En la región ha aumentado la presencia en la región de nuevas sustancias psicoactivas que se venden bajo el nombre de otras drogas. Argentina, Chile y Colombia han incautado una sustancia vendida como 4-bromo2,5-dimetoxifenetilamina (2C-B), “cocaína rosada”, o “cocaína rosa”.

Esa sustancia a menudo contenía trazas de fentanilo, ketamina y diversas nuevas sustancias psicoactivas, “y aunque las cantidades de incautadas en Argentina y Colombia son “todavía relativamente pequeñas, la presencia de fentanilo en esas drogas es poco común y merece la asistencia de la autoridad”.

A-E/HM

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