ROMA – La guerra entre Rusia y Ucrania, grandes productores de cereales, amenaza las importaciones de trigo y maíz para los países del Medio Oriente y Norte de África, señaló un reporte este viernes 18 del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (Fida) de las Naciones Unidas.
“Ya estamos viendo aumentos de precios y esto podría provocar una escalada del hambre y la pobreza con graves consecuencias para la estabilidad mundial”, advirtió el presidente del Fida, Gilbert Houngbo.
El conflicto está impactando los precios y las cadenas de suministros, y sus efectos comienzan a sentirse en el Medio Oriente, el oriental Cuerno de África y el norte de ese continente, donde las personas más pobres corren mayor riesgo, de acuerdo con el reporte del Fida.
Una cuarta parte de las compras mundiales de trigo provienen de Rusia y Ucrania.
De Ucrania procede 40 % del trigo y el maíz que llega a Medio Oriente y África, con países que ya están lidiando con problemas de hambre y donde la escasez de alimentos o el aumento de los precios conllevan el riesgo de empujar a millones de personas más a la pobreza.
“Ya estamos viendo aumentos de precios y esto podría provocar una escalada del hambre y la pobreza con graves consecuencias para la estabilidad mundial”: Gilbert Houngbo.
“Me preocupa profundamente que el conflicto violento en Ucrania, una catástrofe para los que están directamente involucrados, también sea una tragedia para las personas más pobres del mundo que viven en áreas rurales”, dijo Hongbo.
Las personas pobres en las áreas rurales “no pueden absorber los aumentos de precios de los alimentos básicos y los insumos agrícolas que resultarán de perturbaciones en el comercio mundial”, agregó.
Rusia es también el mayor productor de fertilizantes del mundo.
Incluso antes del conflicto, los picos en los precios de los fertilizantes en 2021 contribuyeron a un aumento de los precios de los alimentos de alrededor de 30%, y el Fida analiza el impacto que tendrá la guerra en los pequeños productores y las comunidades rurales que ya son pobres.
Un ejemplo desde el Cuerno de África es que en Somalia, donde 3,8 millones de personas ya padecen inseguridad alimentaria grave, los costos de la electricidad y el transporte se han disparado debido al aumento del precio del combustible.
Eso impacta de modo desproporcionado en los pequeños agricultores y pastores pobres que, ante la irregularidad de las lluvias y la sequía constante, dependen de la agricultura de riego impulsada por pequeños motores diésel para sobrevivir.
En Egipto, los precios del trigo y del aceite de girasol se dispararon debido a que depende de Rusia y Ucrania para 85 % del suministro de trigo y 73 % del aceite.
En Líbano, 22 % de las familias padecen inseguridad alimentaria y la escasez de alimentos o alzas de precios exacerbarán una situación que ya era grave.
El país importa 80 % de su trigo de Rusia y Ucrania, pero solo puede almacenar un mes de cosecha a la vez debido a la explosión en el puerto de Beirut en 2020 que destruyó los principales silos de granos de esa nación.
En total, 45 de los países menos adelantados, en su mayoría africanos, importan más de un tercio de su trigo de Ucrania o Rusia, y 18 de ellos importan al menos 50 % desde los dos grandes productores que están en guerra
Según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad) más de cinco por ciento de la canasta de importaciones de los países más pobres está compuesta por productos que probablemente enfrentarán un alza de precios debido a la guerra, versus menos de uno por ciento en el caso de los países ricos.
El Fida señaló que en muchos países pobres los pequeños productores ya se estaban recuperando de los efectos de la covid-19, sequías, ciclones y otros desastres de los últimos dos años, pero la nueva guerra afectará sus ingresos al aumentar el costo de los insumos y las interrupciones en las cadenas de suministros.
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