Por qué el Sur Global es importante en el derecho de los jóvenes a un ambiente sano

Este es un artículo de opinión de Claudia Ituarte-Lima, investigadora sénior del Instituto Raoul Wallenberg de Derechos Humanos, de Sri Aryani, oficial de programas de ese Instituto en Yakarta, y de Delia Paul, investigadora de geografía humana en la australiana Universidad de Monash.

Niños y adolescentes demandan en Filipinas un cambio de modelo en la respuesta global a la emergencia climática. Foto: OGR

ESTOCOLMO – “Recordaremos una época en la que nuestros hogares se alzaban orgullosos y altos, porque hoy ya no se alzan. Ese lugar lo ocupa ahora el océano”. Estas son las palabras de una joven poeta de Papúa Nueva Guinea, que habló en la Conferencia sobre el Clima de las Naciones Unidas en Glasgow en noviembre de 2021.

Para hacerle eco a las palabras de la poeta, los niños que viven hoy en día, así como las generaciones futuras, en particular los de los países de bajos ingresos, serán los más afectados por los impactos del cambio climático y la degradación de los ecosistemas.

Se calcula que, para el año 2100, la subida del nivel del mar amenazará a casi 200 millones de personas, sobre todo en las zonas costeras de Asia. Podemos evitarlo trabajando para salvaguardar los derechos de los niños y los jóvenes a vivir en un ambiente saludable.

Lejos de ser víctimas pasivas de la degradación del ambiente, los niños y los jóvenes, muchos de ellos en el Sur Global, están desempeñando un papel cada vez más importante en la lucha contra la triple crisis del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación, y en la garantía de su propio derecho a un ambiente sano.

Su liderazgo es importante para la salud de la biosfera, la delgada capa de la Tierra en la que interactúan la tierra, el agua y el aire para mantener la vida.

Para que se produzca la transformación hacia la sostenibilidad global, tenemos que valorar este trabajo y ayudar a hacerlo visible. Necesitamos una visión verdaderamente global que apoye las contribuciones y la acción de los jóvenes del Sur Global.

Aprovechar las oportunidades de los procesos multilaterales

Varios acuerdos multilaterales incluyen un lenguaje que aborda el clima en relación con el futuro de los jóvenes. El Acuerdo de París sobre el clima, por ejemplo, se refiere a la equidad intergeneracional y a los derechos de los niños.

El Pacto de Glasgow, en su párrafo 64, insta a las partes y a los interesados a “garantizar una participación y representación significativas de los jóvenes en los procesos de toma de decisiones multilaterales, nacionales y locales, incluso en el marco de la Convención (CMNUCC) y del Acuerdo de París”.

El Convenio sobre la Diversidad Biológica declara de manera explícita que está “decidido a conservar y utilizar de manera sostenible la diversidad biológica en beneficio de las generaciones actuales y futuras”.

Algunos pueden pensar que la aplicación de los acuerdos multilaterales sobre el ambiente y los tratados de derechos humanos está impulsada principalmente por el liderazgo y los fondos del Norte Global. Pero esto es sólo una parte de la historia.

En los foros multilaterales sobre el ambiente, los jóvenes, que se ven afectados de forma desproporcionada por los impactos climáticos y la degradación de los ecosistemas, están haciendo oír su voz.

Por ejemplo, Joanna Sustento, una joven activista climática de Filipinas, sobrevivió al tifón Haiyan en 2013 pero perdió a casi toda su familia. Ha participado activamente en las negociaciones mundiales sobre el clima, y pone de relieve que nadie es demasiado joven para marcar la diferencia.

Muchos niños y jóvenes del Sur Global forman parte de YOUNGO, la circunscripción de la CMNUCC que tiene como objetivo empoderar a los jóvenes y llevar formalmente sus voces para dar forma a las políticas intergubernamentales sobre el cambio climático.

En cuanto a la biodiversidad, la Red Mundial de Jóvenes por la Biodiversidad representa las voces de la juventud mundial en las negociaciones sobre biodiversidad. Piden un cambio transformador y dan prioridad a la equidad intergeneracional, la participación efectiva de los jóvenes y los derechos humanos.

Apenas unas semanas antes de la conferencia sobre el clima de Glasgow, el Consejo de Derechos Humanos, órgano intergubernamental de la ONU, reconoció que un ambiente limpio, sano y sostenible es un derecho humano.

Entre las organizaciones que impulsaron esta resolución se encuentra la Iniciativa de Derechos Ambientales de los Niños, un movimiento de jóvenes que trabaja bajo los auspicios del Relator Especial de la ONU sobre Derechos Humanos y Medio Ambiente.

Una de las formas en que los jóvenes ejercen su derecho a un ambiente sano es a través de las leyes nacionales y los avances jurídicos regionales. Por ejemplo, la Constitución de Indonesia, en su artículo 28h(1), reconoce el derecho de toda persona a disfrutar de un ambiente bueno y saludable. La decisión del CDH se basa en estos avances legales.

El auge del activismo juvenil en los países del Sur Global ha llevado a reclamar auténticas asociaciones intergeneracionales que reconozcan su impresionante capacidad de movilización y de aprovechamiento de los avances tecnológicos. Aunque existe una agencia de la juventud en todos los países del Sur Global, a menudo se pasan por alto las innovaciones que surgen en la región de Asia-Pacífico.

La acción de los jóvenes en la región de Asia-Pacífico

Por medio de la cultura popular, la música y las redes sociales, los jóvenes están amplificando los hallazgos sobre el clima y la biodiversidad de las organizaciones ambientales. La cuenta de Twitter Kpop4planet llevó a cabo la campaña digital #SavePapuaForest en 2020, que convirtió la deforestación relacionada con el aceite de palma en trending topic en el mundo digital. 

Greenpeace informó de que la campaña amplificó con éxito la preocupación de que casi un millón de hectáreas de bosque se han convertido en cultivos de palma aceitera. 

Un informe de investigación publicado por la BBC, Forensic Architecture y Greenpeace en 2021, también mostró que Korindo, una empresa coreana de aceite de palma, había quemado miles de hectáreas de bosque en Papúa.  Como resultado, en 2021, el Consejo de Administración Forestal (FSC) puso fin a la certificación de sostenibilidad de Korindo.

Otro ejemplo es la organización dirigida por jóvenes Estudiantes de las Islas del Pacífico que luchan contra el cambio climático, que lleva años haciendo incidencia acerca del cambio climático en las Islas del Pacífico. En la actualidad, están haciendo campaña para solicitar una opinión consultiva a la Corte Internacional de Justicia sobre el cambio climático y los derechos humanos.

Estas campañas no están siendo orquestadas por “los sospechosos habituales” de las ONG del Norte Global. Muchas surgen de forma espontánea como respuesta a las crisis socioecológicas comunes a las que nos enfrentamos y deben ser reconocidas y apoyadas como tales.

Los Estados que cumplen con sus obligaciones en materia de derechos humanos envían una clara señal a los niños y jóvenes que se encuentran en la primera línea de la lucha contra el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la degradación de los ecosistemas de que sus esfuerzos por la justicia socioecológica son importantes.

Los niños y los jóvenes no deben estar solos a la hora de desencadenar las transformaciones de la sostenibilidad. Debemos trabajar de forma conjunta, urgente y colectiva. No podemos hacerlo solos, ni siquiera solos como Estados soberanos: este esfuerzo necesita de todos, especialmente de los jóvenes.

Como instó la joven poeta en Glasgow: “Trabajemos juntos y dejemos que se cuente nuestra historia. Confíen en nosotros para liderar nuestras soluciones a nivel local y actúen ahora».

Este artículo se publicó originalmente en OpenGlobalRights.

RV: EG

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