La transición energética mundial pasa por India

Este es un artículo de opinión de Juan José Coble Castro, director del Máster en Energías Renovables y Eficiencia Energética de la española Universidad Nebrija.

Vista aérea de un parque de generación de energía solar en el estado de Maharashtra, en el occidente de India. Foto: Shutterstock / Paulose NK

MADRID – Pasar de ser uno de los países más contaminantes del mundo a ser uno de los líderes en la descarbonización del sistema energético global. Este es el horizonte a medio plazo que le espera a India. Se espera que China e India, por sí solas, acumulen más de la mitad del aumento de potencia renovable instalada en todo el mundo en los próximos años. Liderará este aumento la tecnología solar fotovoltaica seguida de cerca por la eólica.

Todos los caminos hacia el éxito de la transición energética mundial pasan por la India, tanto por su envergadura como por sus posibilidades de desarrollo e influencia. Un éxito, por tanto, muy vinculado con la prosperidad del país asiático.

Mientras el mundo busca formas de acelerar el ritmo de transformación del sector energético, la India se encuentra en una posición única para ser pionera en un nuevo modelo de crecimiento inclusivo con bajas emisiones de carbono. Así lo indica el informe India Energy Outlook 2021 publicado por la Agencia Internacional de la Energía (AIE).

Energía y cambio climático

La prosperidad futura de India va a depender de cuánto se apoye en energías asequibles, limpias y fiables. Y aquí, el margen de crecimiento de la demanda energética y de las infraestructuras es muy grande.

El autor, Juan José Coble Castro

En los últimos años, el país asiático ha hecho esfuerzos considerables para modernizar y extender el sistema eléctrico dentro de sus fronteras: ha llevado las conexiones eléctricas a cientos de millones de sus ciudadanos, ha promovido la adopción de la iluminación LED de alta eficiencia en la mayoría de los hogares y ha impulsado una expansión masiva de las fuentes de energía renovable, liderada por la energía solar.

Los beneficios para los ciudadanos indios y su calidad de vida han sido tangibles, según refleja el informe de la AIE.

El uso de la energía se ha duplicado en el país desde el año 2000, y 80 % de la demanda sigue siendo satisfecha por el carbón, el petróleo y la biomasa sólida. No obstante, en términos por habitante, el uso y consumo de energía y las emisiones son menos de la mitad de la media mundial.

De izquierda a derecha, evolución de la población (millones de personas), producto interno bruto (billones de dólares) y demanda de energía (millones de toneladas equivalentes de petróleo) en India entre el 2000 y el 2019. Tabla: AIE

En el escenario actual, la respuesta mundial al cambio climático es un tema fundamental. India hasta ahora ha contribuido relativamente poco a las emisiones de gases de efecto invernadero acumuladas en el mundo, pero el país ya está sintiendo sus efectos.

En su plan de energía renovable expuesto en parte durante la 26 Conferencia de las Partes sobre el clima (COP26), celebrada en diciembre en la ciudad escocesa de Glasgow,  se incluyen, entre otros, los objetivos de cuadruplicar la producción de electricidad renovable para 2030, más que duplicar la contribución del gas natural en el mix energético, mejorar la eficiencia energética y las infraestructuras de transporte, aumentar la producción nacional de carbón y reducir la dependencia de las importaciones de combustibles fósiles.

Riesgos y problemas por resolver

Sin embargo, no todo en el horizonte del país asiático está claro todavía. El camino hacia una economía apoyada en gran parte en el gas no está totalmente trazado. El mercado del gas natural está creciendo rápidamente en la India, pero su papel varía según el sector y el escenario y a lo largo del tiempo.

Además, la India se enfrenta a los peligros de la seguridad energética, viendo como la factura combinada de importación de combustibles fósiles del país se va a triplicar en las próximas dos décadas, con el petróleo como principal componente.

Esta tendencia deja bien claro cuáles son los riesgos continuos para la seguridad energética que tiene que enfrentar el país, al tener que soportar tanta dependencia energética del exterior.

A estos aspectos hay que sumar la crisis de la covid-19. La pandemia ha complicado los esfuerzos por resolver otros problemas importantes.

Entre ellos, la falta de un suministro eléctrico fiable de electricidad para muchos consumidores, la continua dependencia de la biomasa sólida –principalmente la leña– como medio energético para cocinar de cerca de 660 millones de personas, las empresas de distribución de electricidad con problemas financieros y una calidad del aire que ha convertido a la India en uno de los países con mayores niveles de contaminación del planeta.

Evolución del número de personas con acceso a cocina con combustibles o tecnologías limpias (izquierda) y con acceso a electricidad (derecha) en India entre 2001 y 2019. Tabla: AIE

El que pronto se convertirá en el país más poblado del mundo ve cómo su población urbana suma el equivalente a una ciudad del tamaño de la estadounidense Los Ángeles cada año.

Para satisfacer el crecimiento de la demanda de electricidad en los próximos veinte años, la India necesitará añadir un sistema eléctrico de la envergadura del de la Unión Europea a lo que tiene ahora. Parece que el tamaño y el dinamismo de la India la seguirán manteniendo en el centro del tablero energético mundial.

El ritmo de urbanización de la India ha sido más lento que el de otros países. Pero incluso con una tasa de urbanización relativamente baja, el tamaño de la India significa que 270 millones de personas se sumarán a la población urbana de la India en las próximas dos décadas.

Esto va a forzar un rápido crecimiento del número de edificios y otras infraestructuras, con el consiguiente aumento de la demanda de materiales de construcción, sobre todo acero y cemento. Mientras India se desarrolla y moderniza, su tasa de crecimiento de la demanda energética es tres veces superior a la media mundial.

El futuro renovable de India

No obstante, el país ha cogido velocidad de crucero a la hora de cumplir los objetivos prometidos en la pasada COP26 por su primer ministro Narendra Modi.

El segundo Estado más poblado del planeta, con 1380 millones de habitantes, se encamina a buen ritmo a los 450 GW de potencia instalada en energías renovables para antes de 2030.

Además, está progresando ampliamente en la producción y uso de diferentes biocombustibles. Tanto es así que se prevé que en 2026 sea el tercer mercado del mundo en biocombustibles, teniendo por delante únicamente a Estados Unidos y Brasil.

Esta ruta energética a seguir se recoge en el plan de energía renovable del país asiático. En este plan se prevé aumentar el parque eólico y solar a 175 GW en 2022, con el objetivo final de llegar a los 450 GW citados (a partir de eólica y fotovoltaica) para 2030.

Con estos números, India se compromete a un aumento en la potencia renovable instalada de 20 % cada año hasta llegar a ese objetivo.

Almacenamiento energético a gran escala

Su compromiso con las renovables obliga a la India a tener mayor flexibilidad en su matriz energética, desarrollando, entre otras medidas, el almacenamiento de energía a mayor escala, para así aumentar la flexibilidad del sistema eléctrico y favorecer la integración de renovables en el mix energético del país.

Un estudio reciente sobre Análisis y Planificación de Redes, realizado por técnicos de NREL (Laboratorio Nacional de Energía Renovable de Estados Unidos), midió el posible crecimiento del almacenamiento de energía en distintos países asiáticos utilizando distintos escenarios de costes, políticas y normativas tecnológicas; dando como resultado diferentes cifras de crecimiento del almacenamiento en el largo plazo para estos países.

Para 2030, la capacidad de almacenamiento de energía de estos escenarios en India oscilará entre 50 y 120 GW o entre 160 y 800 GWh, y seguirá aumentando entre 180 y 800 GW (750-4,800 GWh) para 2050.

Según este modelo, 50 GW de almacenamiento de energía para 2030 es una estimación de límite inferior para el tamaño total del mercado de almacenamiento en el país. Se espera que la mayor parte de esta capacidad provenga de proyectos de almacenamiento mediante baterías.

El precio de la electricidad y las materias primas

En el mejor de los escenarios del citado informe se muestra cómo el almacenamiento de energía puede producir un aumento razonable en el despliegue renovable, una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero del sector energético y puede ayudar a reducir los costes de la electricidad, siempre que se hayan hecho bien los números y no entren en liza precios al alza de los recursos fósiles que se pretenden sustituir.

Conviene recordar el escenario de los últimos meses tanto en Europa como en España, con las subidas drásticas del precio de la luz debido a la presión en el precio sobre recursos escasos como el gas natural, petróleo y a la subida en los mercados bursátiles de los derechos de emisión de CO₂.

Además, a día de hoy, una de las máximas preocupaciones de la transición energética en cualquier país es el alto precio de las materias primas utilizadas en este cambio de paradigma.

Estos precios altos afectan y van a afectar al coste de fabricación de los elementos de las distintas tecnologías renovables, tal y como se indica en un informe elaborado y publicado hace unos meses por la AIE. Este elevado coste puede suponer un pequeño parón o incluso un leve retroceso en el avance casi imparable de la implantación de las energías eólica y fotovoltaica.

Con estos factores en el horizonte, solo queda por ver cómo se adapta el gobierno de la India a estos nuevos desafíos sin desviarse de su hoja de ruta propuesta. En el tema energético, la acción política va a ser clave. Todo un desafío para los próximos años.The Conversation

Este artículo se publicó originalmente en The Conversation

RV: EG

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