BEIJING – Durante la primera parte de la 15 Conferencia sobre Biodiversidad (COP15), celebrada virtualmente en octubre de 2021, el presidente chino Xi Jinping lanzó un fondo de 1500 millones de yuanes (236 millones de dólares) para la protección de la fauna y la flora en los países en desarrollo.
La segunda parte de la Convención sobre Diversidad Biológica, que se celebrará en abril de este año, genera grandes expectativas. Se espera que el Fondo de Kunming, que lleva el nombre de la ciudad anfitriona de la COP15 en la provincia de Yunnan, al sur de China, pueda ser una nueva fuente de financiación verde para América Latina, que alberga 40% de la biodiversidad mundial.
La Fundación para la Conservación de la Biodiversidad y el Desarrollo Verde de China (CBCGDF) fue la primera organización en anunciar una donación al fondo. Otras ONGs han seguido su ejemplo. Maggie Ma, portavoz de la fundación, dijo a Diálogo Chino que todavía están esperando información del gobierno chino sobre cómo concluir su transferencia de un millón de yuanes (158 000 dólares), pero que creen que los fondos pueden aprovecharse para un uso más sostenible de los bosques tropicales.
«El dinero podría destinarse a las comunidades locales para ayudar a proteger el bosque, y a la industria local para que evite expandirse en zonas prioritarias para la biodiversidad», dijo Ma. «Solo promoviendo la transformación de la industria local podremos resolver realmente el problema (de la deforestación)», añadió.
Zonas sensibles en América Latina
En América Latina, la expansión de la frontera agrícola ha ejercido una presión creciente sobre biomas vulnerables al cambio climático, como la Amazonia, el Cerrado y el Gran Chaco. En la región de la Amazonia Legal de Brasil, por ejemplo, la deforestación aumentó 29 % en 2021, alcanzando las tasas más altas de la última década.
Al mismo tiempo, muchos países latinoamericanos han aumentado la protección de las zonas terrestres y marinas en los últimos 20 años. Un ejemplo reciente es la iniciativa conjunta de Costa Rica, Colombia, Ecuador y Panamá de poner en común sus áreas marinas protegidas (AMP) para crear el Corredor Marino del Pacífico Oriental Tropical, una cuna de biodiversidad de más de 500 000 kilómetros cuadrados que podría generar más de 3000 millones de dólares anuales gracias a la pesca, el turismo y el transporte marítimo.
Para Brasil, el fondo podría representar una oportunidad única, ya que sólo este país alberga más de 20 % de la biodiversidad mundial.
Sin embargo, primero debe demostrar que se toma en serio la conservación: «Cuanto más sepa Brasil lo que quiere y demuestre que está comprometido con una nueva visión, más podrá beneficiarse de los fondos internacionales», afirma Karin Costa Vázquez, especialista en China y desarrollo internacional de la O.P. Jindal Global University de India.
Costa Vázquez también cree que el Fondo de Kunming podría fomentar el desarrollo de un mercado de carbono, una potencial fuente de ingresos de miles de millones de dólares que aún tiene pocas políticas públicas relevantes en Brasil.
«Podemos asociar las acciones de conservación de la biodiversidad con proyectos de captación de carbono de la atmósfera, que generan créditos que pueden venderse, incluso a China», afirma.
Esta cooperación dependerá, sin embargo, del estado de las relaciones bilaterales entre China y Brasil. Desde su elección en 2018, el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, ha hecho repetidas declaraciones poco diplomáticas hacia el país asiático y ha alargado las negociaciones sobre acuerdos bilaterales, además de no renovar documentos como su Plan Decenal de Cooperación Brasil-China.
Por qué China creó el Fondo de Kunming
El Fondo de Kunming refleja la expansión del capital verde en China, que ha avanzado rápidamente en el ámbito nacional y está empezando a dar los primeros pasos en la esfera mundial.
La obtención de ingresos mediante bonos verdes ya ha sido un componente importante para impulsar la transición de la economía china. El país es uno de los mayores emisores de bonos verdes del mundo, con unos 44 000 millones de dólares emitidos solo en 2020.
Es el segundo país, después de los 51 500 millones de dólares de Estados Unidos. Los países de América Latina y el Caribe juntos solo emitieron 9400 millones de dólares en el mismo año. Estos bonos sirven para financiar proyectos que reducen la huella ecológica de los países y ayudan a la transición energética.
Según datos de Climate Policy Initiative, un think tank internacional, Pekín también emitió más de 120 000 millones de dólares en bonos verdes entre 2016 y 2019, lo que permitió añadir al menos 11,2 gigavatios (GW) de capacidad de energía limpia instalada y mitigar 52,6 millones de toneladas de emisiones de CO2.
Los avances internos de China también se están reflejando a nivel internacional. A nivel nacional, China está consolidando su estructura financiera para promover una transición verde y, a nivel externo, está tratando de posicionarse como un actor dispuesto a liderar el ámbito medioambiental mundial.
Los esfuerzos de China por presentarse como una «potencia responsable» desde el punto de vista medioambiental quedaron demostrados con el anuncio, el año pasado, de poner fin a las inversiones en centrales eléctricas de carbón en el extranjero e impulsar la financiación de las energías renovables.
La estrategia pasa ahora también por ampliar la emisión internacional de bonos verdes para cubrir el déficit de 3 a 4 billones de yuanes (473 000-631 000 millones de dólares) en inversiones que China necesita para cumplir sus objetivos climáticos para 2030.
«China está haciendo todo lo posible para reformar las normas e instituciones de todo el mundo», afirma Mathias Lund Larsen, investigador principal del Instituto de Finanzas Verdes de Beijing, y añade que el desarrollo sostenible es uno de los principales objetivos.
Con la puesta en marcha del nuevo fondo, China se enfrenta a uno de los principales retos climáticos para el desarrollo sostenible: la falta de financiación para la conservación de la biodiversidad.
Un estudio realizado por tres organizaciones ecologistas publicado en la revista Nature en 2020 informó de que la brecha entre lo que se invierte y lo que se necesita para proteger la biodiversidad mundial es actualmente de entre 598 000 y 824 000 millones de dólares al año. En 2019, el gasto en biodiversidad era de entre 124 000 y 143 000 millones de dólares, según el informe.
Próximos pasos para la COP15
El actual marco de biodiversidad mundial establece 20 objetivos de conservación de la fauna y la flora mundiales, conocidos como las Metas de Aichi.
Se espera que se actualicen durante la segunda fase de la COP15, que se celebrará cara a cara en Kunming en abril, aunque la reunión parece cada vez más «probable que se vea afectada» por la pandemia de covid-19, según un portavoz del ministerio chino.
Las Metas de Aichi se lanzaron durante la COP10 de biodiversidad en Nagoya (Japón) en 2010 y deberían haberse cumplido para 2020. Sin embargo, la llamada Década de la Biodiversidad ha dado escasos resultados. Según la Perspectiva Mundial sobre la Biodiversidad 5 (GBO-5), un documento que analiza el estado de la conservación de la biodiversidad en el mundo, ninguno de los objetivos se ha alcanzado plenamente.
Ma señala varias razones del fracaso, empezando por los diferentes niveles de compromiso de cada uno de los más de 190 países firmantes. «Las metas de Aichi no fueron negociadas por figuras políticas de alto rango. Por ello, la voluntad de aplicarlos varió entre los distintos países», dijo el portavoz del CBCGDF.
La segunda fase de la COP15 puede superar estos retos y representar un nuevo momento para la conservación de la biodiversidad. «La Declaración de Kunming (firmada en la primera fase de las conversaciones) puede servir como base del consenso político para estructurar un nuevo marco global de biodiversidad», afirma Ma.
«Esperamos ver un marco que aclare los mecanismos subyacentes a la pérdida de biodiversidad y reconozca responsabilidades comunes pero diferenciadas, y que tenga objetivos alcanzables y ambiciosos con un calendario claro», añade.
Este artículo se publicó originalmente en Diálogo Chino.
RV: EG