Agua, saneamiento e higiene: la triada para mejorar salud infantil en África

Una madre amamanta a su bebe en la capital de Kenia. Expertos y organismos coinciden en que la higiene adecuada, especialmente durante los primeros 1000 días de vida de un niño, es fundamental para su vida futura y su propia sobrevivencia. Foto: Joyce Chimbi / IPS

NAIROBI –  Durante dos días seguidos el niño Calvin Otieno sufrió de diarrea y vómitos, en su vivienda precaria de la capital de Kenia, un cuadro al que su madre respondió dándole una solución salina.

Pearl Otieno cuenta a IPS que la diarrea entre los niños de Kibera, el mayor asentamiento urbano informal de Nairobi y uno de los mayores del mundo, es algo habitual. Una mezcla de sal y agua caliente suele ser el remedio y es el que ella aplicó a su niño, que tenía cuatro años cuando se enfermó en 2018.

“No parecía empeorar, pero tampoco mejoraba. Estaba tirado en el suelo, demasiado débil para jugar», detalla la madre. Era ya demasiado tarde cuando Otieno se dio cuenta de la magnitud de la situación y llevó a su hijo al cercano Hospital Mbagathi.

Kibera, con unos 250 000 habitantes, ha sido durante mucho tiempo sinónimo de «retretes voladores», donde los residentes hacen sus necesidades en bolsas durante la noche y las tiran al amanecer porque carecen de retretes dentro de sus casas y temen utilizar los retretes públicos debido a la inseguridad.

“La defecación al aire libre, los retretes voladores, la falta de agua y de dinero para comprar jabón, la gente que arroja los desechos domésticos y humanos en espacios abiertos es la vida a la que están expuestos los niños de los barrios marginales», dice Nelson Mutinda, un voluntario de salud comunitaria que trabaja en colaboración con una oenegé local.

Pero los problemas de agua, saneamiento e higiene (ASH) no se limitan a los asentamientos informales de Kenia, en el este de África.

En general, aunque los kenianos tienen acceso al agua potable en 59 % de los hogares, según las estadísticas del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), solo 29 % de la población de más de 48 millones de personas tiene acceso a un saneamiento básico.

En total, cinco millones de kenianos practican la defecación al aire libre, un problema que, según las estadísticas del Banco Mundial, es igualmente frecuente en muchos países de ingresos bajos y medios.

Entre los países africanos, la defecación al aire libre es frecuente en Chad, Benín, Burkina Faso, Eritrea, Madagascar, Níger, Namibia y Santo Tomé y Príncipe. Solo un puñado de países como Sudáfrica, Ruanda, Uganda, Seychelles, Mauritania y Gambia han abordado con éxito el acceso al saneamiento universal.

Los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que África no está en camino de lograr el acceso universal al agua potable y al saneamiento adecuado, que fija entre sus metas uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030.

A falta de mayores inversiones en intervenciones en materia de ASH, el organismo sanitario mundial subraya que África seguirá sin estar bien encaminada debido a la presión añadida del cambio climático y el alto crecimiento previsto de la población.

En este contexto, la OMS afirma que los niños del África subsahariana tienen al menos 14 veces más probabilidades de morir antes de cumplir los cinco años que los niños de los países desarrollados.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

Según las estadísticas del gobierno, en Kenia, al menos 64 500 niños mueren cada año antes de cumplir los cinco años. Tres cuartas partes de estas muertes ocurren antes de su primer cumpleaños.

Mary Wanjiru, enfermera pediátrica del Hospital Mbagathi, dice a IPS que, al igual que Otieno, muchos mueren de enfermedades prevenibles porque la causa principal de muerte es la diarrea, la neumonía o las complicaciones neonatales.

“Es muy importante que las madres comprendan que una higiene adecuada, especialmente durante los primeros 1000 días de vida del niño, es un pilar muy importante de la salud infantil. La falta de higiene puede provocar la muerte o que el niño no alcance su pleno desarrollo y crecimiento», afirma.

Las intervenciones para lograr los tres elementos de ASH son un pilar de la salud materna, neonatal e infantil en general, ya que previenen las infecciones mortales, como el tétanos, la diarrea y la sepsis, y ayudan a reducir el retraso en el crecimiento.

Según las investigaciones de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid, en inglés), la higiene adecuada es un pilar frágil en los países africanos de ingresos bajos y medios.

En total,  50 % de los centros de salud carecen de agua corriente, 33 % de los mismos carecen de saneamiento mejorado, 39 % carecen de jabón para lavarse las manos, 39 % carecen de un sistema adecuado de eliminación de residuos infecciosos y 73 % carecen de equipos de esterilización, según una investigación de esa agencia estadounidense.

Aunque las intervenciones en materia de agua, saneamiento e higiene, como el agua potable, las prácticas adecuadas de lavado de manos e incluso el saneamiento básico, podrían evitar cada año unas 297 000 muertes de niños menores de cinco años en todo el mundo, este objetivo no está al alcance de muchos países del África subsahariana.

El lavado de manos, según la OMS, es la estrategia más rentable para prevenir con éxito la neumonía y la diarrea en los niños pequeños.

Sin embargo, los datos del Programa de Vigilancia Conjunta de Unicef y la OMS, publicados en agosto de 2020, muestran que se estima que 818 millones de niños en todo el mundo no cuentan con instalaciones básicas para lavarse las manos en sus escuelas. De ese total, 295 millones viven en el África subsahariana.

En general, siete de cada 10 escuelas carecen de instalaciones básicas para el lavado de manos en los países menos adelantados del mundo.

En este contexto, Unicef dibuja un panorama desolador.

Más de 700 niños menores de cinco años mueren diariamente en el mundo de enfermedades diarreicas debido a la falta de servicios adecuados de agua, saneamiento e higiene.

Los niños en situaciones de conflicto son especialmente vulnerables porque tienen casi 20 veces más probabilidades de morir de enfermedades diarreicas que en los conflictos.

“Durante 10 años, he trabajado en cuatro barrios marginales de Nairobi. Me parece muy chocante que la gente no haya comprendido lo grave que es la diarrea en los niños. Pero a los niños pequeños se les da una mezcla de agua y sal, y a veces algunas hierbas, y la gente se toma la situación muy a la ligera», observa apesadumbrada Mutinda.

Wanjiru está de acuerdo. Dice que la diarrea puede convertirse en mortal en cuestión de horas, como le sucedió al pequeño Otieno.

«Cuando las madres acuden al hospital con niños que sufren diarrea acuosa aguda, a veces es una carrera contra el tiempo. Cualquier forma de enfermedad entre los niños nunca debe ser una situación de esperar y ver. Hay que buscar atención médica inmediata”, sentencia.

T: MF / ED: EG

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