GINEBRA – El mundo perderá en 2022 el equivalente a 52 millones de puestos de trabajo en vez de los 26 millones estimados en mayo de 2021, como consecuencia de la crisis desatada por la pandemia de la covid-19, advirtió este lunes 17 un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Al cabo de dos años de crisis “la perspectiva sigue siendo frágil y la vía hacia la recuperación es lenta e incierta. Ya estamos observando daños potencialmente duraderos en el mercado de trabajo, junto con un preocupante aumento de la pobreza y la desigualdad”, dijo el director general de la OIT, Guy Ryder.
La edición más reciente del informe de la OIT, “Perspectivas sociales y del empleo en el mundo: Tendencias 2022” indica que el desempleo mundial se mantendrá por encima de los niveles anteriores a la covid hasta 2023 como mínimo.
Se estima que en 2022 habrá 207 millones de personas desocupadas, en comparación con los 186 millones de 2019, y el efecto general en el empleo es significativamente mayor al representado en estas cifras, pues muchas personas han abandonado la fuerza de trabajo.
El informe advierte marcadas diferencias de los efectos de la crisis entre grupos de trabajadores y entre países, y que esas diferencias están agudizando las desigualdades y debilitando el entramado económico, financiero y social de casi todas las naciones, independientemente de su nivel de desarrollo.
Considera probable que se necesiten años para reparar ese daño, y podría haber consecuencias a largo plazo sobre participación en la fuerza de trabajo, ingresos de los hogares, la cohesión social y, posiblemente, sobre la cohesión política.
Aunque los efectos se sienten en los mercados laborales de todas las regiones, los patrones de recuperación entre ellas son muy divergentes. En Europa y América del Norte se observan los indicios de recuperación más alentadores, y el panorama más negativo corresponde a Asia Sudoriental y a América Latina y el Caribe.
Y la recuperación del mercado de trabajo más fuerte se observa en los países de ingreso alto, mientras que las economías de ingreso mediano-bajo son las que salen peor paradas.
“No puede haber una verdadera recuperación de esta pandemia sin una amplia recuperación del mercado de trabajo. Y, para ser sostenible, esta recuperación debe basarse en los principios del trabajo decente, con inclusión de salud y seguridad, igualdad, protección social y diálogo social”: Guy Ryder.
Esa recuperación asimétrica ha empezado a provocar efectos en cadena a largo plazo, en términos de incertidumbre e inestabilidad persistentes, que podrían desbaratar la recuperación.
Cambios en la demanda, aumento de los servicios en línea, el incremento vertiginoso de los costos comerciales y los cambios provocados por la pandemia en la oferta de mano de obra, han creado cuellos en botella en la industria manufacturera, lo que impide que se restablezcan las condiciones del mercado de trabajo previas a la covid.
El efecto desproporcionado de la crisis sobre el empleo femenino se mantendrá en los próximos años. Y, a largo plazo, el cierre de instituciones de educación y formación tendrá “un efecto dominó” para los jóvenes, en particular para quienes no tienen acceso a internet.
“En muchos casos, los trabajadores se están viendo obligados a cambiar a un tipo diferente de trabajo, por ejemplo, en respuesta a la prolongada caída de los viajes y el turismo internacional”, observó Ryder.
Al igual que en crisis anteriores, la incidencia del trabajo temporal no varió. En algunos casos, sirvió para amortiguar el impacto de la pandemia, y mientras muchos puestos de trabajo temporales se liquidaban o no se renovaban, otros alternativos se creaban, incluso para trabajadores que habían perdido un puesto permanente.
Para Ryder “no puede haber una verdadera recuperación de esta pandemia sin una amplia recuperación del mercado de trabajo. Y, para ser sostenible, esta recuperación debe basarse en los principios del trabajo decente, con inclusión de salud y seguridad, igualdad, protección social y diálogo social”.
La OIT sostiene que la economía global debe reconstruirse de forma que se aborden, junto a desigualdades sistémicas y estructurales, otros problemas sociales y económicos, como el cambio climático, que son anteriores a la pandemia.
“Los requisitos previos para lograr esa resiliencia son las medidas multilaterales y la solidaridad mundial, incluido el acceso a las vacunas, la reestructuración de la deuda y la facilitación de una transición ecológica”, según el documento.
Para lograr “una recuperación centrada en las personas”, la OIT expone como necesario llevar a la práctica con éxito cuatro pilares: el crecimiento económico y el desarrollo, inclusivos; la protección de todos los trabajadores; la protección social universal, y el diálogo social.
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