VIENA – América Latina y el Caribe recupera menos de tres por ciento de los residuos electrónicos que genera y su gestión en esa área está muy lejos de niveles óptimos, mostró un estudio divulgado este miércoles 26 por la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (Onudi).
Aunque la generación de desechos electrónicos en 13 países de la región aumentó 49 % durante la última década, a la par con la media mundial, su registro de recolección, 2,7 %, palidece frente a la tasa mundial, que es de 17,4 %.
Sobre 97 % de los residuos no hay ninguna constancia acerca de una buena disposición y eventual recuperación, que podría suponer una gran suma de dinero, unos 1700 millones de dólares anuales.
Se destaca que, pese a que los recicladores informales “seleccionan” algunos elementos valiosos de los residuos de aparatos electrónicos y eléctricos, la mayor parte de ese 97 % restante se gestiona de forma inadecuada.
La mayor cantidad de residuos electrónicos generados por habitante se registró en Costa Rica, con 13,2 kilogramos por habitante al año, y la menor en Nicaragua, con 2,5 kilos por persona.
“Los residuos electrónicos constituyen uno de los flujos de residuos físicos de más rápido crecimiento en el entorno mundial actual y son una amenaza para el desarrollo sostenible”, reconoce el informe.
También contienen sustancias que plantean riesgos considerables para la salud, especialmente si se tratan de manera inadecuada.
Los residuos electrónicos que en 2019 generaron los 206 millones de ciudadanos de los 13 países latinoamericanos considerados ascendieron hasta 1,3 millones de toneladas, de las cuales casi 30 % eran de plástico.
Se trata de un peso equivalente a una línea de 670 kilómetros de camiones de 40 toneladas completamente cargados. En 2010, esa cifra fue de 900 000 toneladas, generadas por unos 185 millones de habitantes.
Entre las sustancias peligrosas presentes en la basura electrónica se hallaron al menos 2200 kilos de mercurio, 600 de cadmio, 4,4 millones de kilos de plomo, cuatro millones de retardantes de llama bromados y 5,6 megatoneladas de gases de efecto invernadero pertenecientes a refrigerantes.
Los gases de efecto invernadero son en gran parte responsables del calentamiento de la atmósfera que ocasiona el cambio climático.
Pero junto a la carga nociva hay todo un tesoro, pues los residuos electrónicos generados en la región en 2019 contenían 7000 kilos de oro, 591 millones de kilos de hierro, 54 millones de cobre, 91 millones de aluminio y 310 kilos de metales raros.
Eso representa un valor de aproximadamente 1700 millones de dólares en materias primas secundarias, subrayó el reporte.
Aunque los 13 países analizados cuentan con algunos marcos legales y reglamentarios para la gestión de residuos, solamente se ha instituido una legislación específica para los residuos electrónicos y los sistemas de Responsabilidad Ampliada del Productor (RAP) en Bolivia, Chile, Costa Rica, Ecuador y Perú.
Argentina, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, Uruguay y Venezuela carecen de sistemas RAP (enfoques de política para el tratamiento de desechos especialmente problemáticos para el ambiente) ni una colección definida de objetivos para los residuos electrónicos.
El informe pide a todos los países que introduzcan y apliquen un marco jurídico y político centrado en la gestión ambientalmente racional de los desechos electrónicos y los contaminantes orgánicos que contienen; o que se supervisen y refuercen los sistemas existentes para hacerlos más eficientes y eficaces.
Las siete recomendaciones generales son: prevenir más, estar más sensibilizados, recoger más, tratar mejor, contaminar menos, pagar adecuadamente, trabajar de forma más segura, y formar más.
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