SÃO PAULO – Desde que implantó el primer proyecto neoliberal en los años 70, Chile ha demostrado ser un laboratorio político-social. En 2021, el país sigue siendo un espejo de las tendencias políticas en el mundo.
Luego de rechazar la política tradicional al elegir un impresionante número de constituyentes independientes para reescribir su Constitución, los chilenos parecen estar caminando en la misma dirección de cara a las elecciones presidenciales del próximo domingo 21 de noviembre, al desfavorecer a los candidatos del establishment.
Las proyecciones muestran una polarización extrema entre la ciudadanía, una tendencia ya solidificada en América Latina.
Encuestas recientes indican que los dos candidatos que lideran las intenciones de voto son Gabriel Boric, ex líder estudiantil de la coalición izquierdista Apruebo Dignidad, que incluye al Frente Amplio y al Partido Comunista, y José Antonio Kast, el ultraderechista del Partido Republicano.
Los chilenos acudirán a las urnas poco más de una semana después de que el Congreso confirmara el impeachment del actual presidente, Sebastián Piñera, a la vista de las evidencias de supuesta corrupción en la venta de la mina Dominga reveladas por los Pandora Papers. El miércoles 17 de noviembre, la mayoría oficialista del Senado rechazó la decisión del Congreso, absolviendo así a un presidente ya políticamente desacreditado y muy impopular.
La crisis política e institucional en Chile bajo Piñera ha debilitado aún más a los partidos y candidatos de centro, impulsando la popularidad de polos radicales opuestos, como ha pasado en otras elecciones en la región, como en Bolivia y Perú. Sin embargo, 23 % de la población sigue indecisa a pocos días de la elección, lo que indica que éstas serán elecciones marcadas por el factor sorpresa.
Kast, el Bolsonaro chileno
En estos momentos el candidato Kast, también conocido como el Bolsonaro chileno, lidera las proyecciones más recientes para la primera y segunda vuelta.
El candidato se disparó inesperadamente en las encuestas en las últimas semanas, una popularidad acompañada de un discurso de apología a las políticas de Augusto Pinochet y una retórica que responde al malestar de la clase media chilena, que no se siente representada por el progresismo reflejado en la Convención Constituyente.
Durante la campaña a las elecciones de 2017, en las que se presentó por primera vez, afirmó ser el heredero político del sangriento general. “Si estuviera vivo votaría por mí”, afirmó en ese momento. En las últimas elecciones, Kast terminó en cuarto lugar, conquistando menos de 8 % de los votos.
Desde entonces, Kast ha construido una base electoral sobre temas principalmente de seguridad y violencia. “Nos dicen intolerantes y extremos, porque hablamos con la verdad y decimos las cosas de frente. A diferencia de la izquierda, jamás hemos avalado la violencia,” tuiteó Kast el 29 de octubre.
La reciente reforma electoral genera esperanza
Chile podría seguir el mismo camino extremista de Brasil. Pero hay esperanzas. En 2015, Chile promulgó una reforma electoral que ha llevado a una mayor proporcionalidad representativa en sus elecciones legislativas, como argumentó Isaac Hale en un estudio publicado en Representation: Journal of Representative Democracy.
Según Hale, las consecuencias de las reformas se vieron reflejadas durante las elecciones del 2017, en las cuales el número de representantes de partidos no tradicionales subió de 3 % a 17 %, así como los escaños conquistados por mujeres.
Según predice el investigador de la Universidad de California en Santa Bárbara, la reforma electoral debe reflejar un cambio futuro que podría extenderse entre los sistemas electorales alrededor del mundo.
La preferencia por los partidos no tradicionales se hizo evidente durante la votación de mayo, en la cual los chilenos eligieron los 155 constituyentes encargados de sustituir la Constitución de 1980.
Cerca de un tercio de los representantes elegidos son independientes, es decir, no tienen vínculo con ningún partido político.
Candidatos alineados con el gobierno Piñera solo lograron ganar 37 escaños – menos de un cuarto del total y muy por debajo de los dos tercios necesarios para aprobar las normas de la nueva Ley Fundamental. Los chilenos también eligieron un número récord de constituyentes mujeres, transformando ésta en la primera constituyente con paridad de género del mundo.
De esa forma, los chilenos institucionalizaron su insatisfacción con la política tradicional, lo que ya había quedado claro durante las protestas generalizadas que empezaron en octubre de 2019.
Los chilenos también demostraron que quieren políticos que representen de verdad a la ciudadanía. Aunque Kast también apuesta en el sentimiento antipolítico y antisistema, el histórico estallido social ha mostrado que los chilenos quieren equidad social, y no las políticas liberales que crearon la tormenta perfecta para la insatisfacción generalizada de la población, las mismas que ahora defiende Kast sin pudor alguno.
Este artículo se publicó originalmente en democraciaAbierta.
RV: EG