BULAWAYO, Zimbabwe – Cuando los vecinos de Bonolo Montle desecharon cubos llenos de frutos maduros de marula caídos en su patio trasero, esta emprendedora de Botswana percibió que allí se estaba desperdiciando comida y fortuna.
Montle se interesó entonces por el fruto del marula (Sclerocarya birrea), un árbol autóctono resistente que crece de forma silvestre en toda África. La fruta, redonda y verde cuando está en el árbol y amarilla cuando está maduro y cae es rico en vitaminas y nutrientes, con ocho veces más vitamina C que las naranjas. Pertenece a la familia de los mangos y los anacardos.
La emprendedora se transformó entonces en una agroprocesadora en su país que ha convertido la fruta de desecho en premiadas conservas y mermeladas con poca o ninguna azúcar añadida.
Lo hizo a través de Maungo Craft, una empresa social cofundada por Montle y su socio, Olayemi Aganga, en 2017. Además, la empresa elabora mermeladas y chutney sin azúcar de cebolla y del fruto del baobab (Andasonia), otro árbol africano, y los dos socios sienten que no han hecho sino comenzar en la utilización de una fruta casi desechada hasta ahora.
Maungo Craft está ayudando a eliminar el desperdicio de alimentos al tiempo que proporciona alimentos deliciosos y crea puestos de trabajo en la cadena de valor agrícola.
“Vimos una gran oportunidad y decidimos hacer conservas con la fruta marula, que normalmente no se utiliza en Botswana” salvo para aceites y otros productos para la piel, contó a IPS la ahora directora general de la empresa, desde Gaborone, la capital de su país.
Explicó que “demasiada gente veía la marula como una molestia. Vimos la oportunidad de reunirnos y divertirnos cocinando mermelada”, así que ella y su socio decidieron ganar ganar algo de dinero con sus productos en el mercado de agricultores de la capital. Así comenzó su exitosa andadura.
“Durante el proceso supimos que cuando se trata de crear aceite cosmético de marula, los productores de cosméticos utilizan 300 toneladas de pulpa de fruta de marula para llegar a 12 toneladas de aceite cosmético de marula. Así que nos preguntamos qué pasaba con toda esa fruta», recordó Montle.
El contexto de una innovación alimentaria
Más de 280 millones de personas estaban desnutridas en África en 2020, por lo que la pérdida y el desperdicio de alimentos son un reto creciente, cuando el continente lucha contra la inseguridad alimentaria y nutricional.
El desperdicio de alimentos es el resultado de la sobreproducción de alimentos durante el procesamiento industrial, la distribución y el consumo. Los alimentos nunca se comen y se tiran. La pérdida de alimentos se refiere a los alimentos que se pierden en el momento del cultivo, la cosecha y el procesamiento y la conservación.
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Estos alimentos no llegan a los consumidores.
Entre los factores que impulsan la pérdida y el desperdicio de alimentos se encuentran la ausencia o la escasez de habilidades e instalaciones de procesamiento agrícola por parte de los pequeños agricultores y las instalaciones de almacenamiento deficientes e inadecuadas, lo que significa que los agricultores no pueden almacenar los alimentos perecederos ni conservarlos para su uso futuro.
El procesamiento y el secado ineficientes, el mal almacenamiento y las infraestructuras insuficientes son factores decisivos en el desperdicio de alimentos en África, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
La FAO calcula que en África subsahariana las pérdidas de alimentos tras la cosecha ascienden a 4000 millones de dólares anuales, lo que equivale a alimentar al menos a 48 millones de personas.
En muchos países africanos, las pérdidas poscosecha de cereales alimentarios se estiman en 25 % del total de la cosecha. En el caso de algunos cultivos, como las frutas, las hortalizas y los tubérculos, al ser menos resistentes que los cereales, las pérdidas posteriores a la cosecha pueden alcanzar 50 %, afirma el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).
Nueva vida para la marula
Montle describió la marula como una “fruta asombrosa”, que podría tener muchos usos en el sector alimentario y de cuidado de la piel.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad) estima que el valor del mercado mundial del aceite de marula será de 56,9 millones de dólares en 2025, con un rendimiento de 4,4 %.
En tanto, en África las pérdidas de alimentos en cultivos perecederos como frutas y verduras superan 20 %, mientras que en el caso de ciertas verduras de hoja verde y frutas tropicales, la cifra supera 40 %, según las proyecciones de la FAO.
En Botswana es solo un pequeño porcentaje de la fruta blanda se procesa o se le da valor añadido, lo que contribuye al desperdicio de alimentos.
Maungo Craft trabaja con vendedores locales, desde proveedores de especias hasta proveedores de pulpa de fruta, creando puestos de trabajo para más de 1000 recolectores de fruta en la cadena de valor.
Aganda explicó que la empresa mantiene relaciones de provecho mutuo con compañías que utilizan la semilla del fruto de la marula para fabricar aceite cosmético para el cuidado de la piel, al tiempo que su empresa aprovecha el fruto que de otro modo se desperdiciaría.
“La marula es una fruta infrautilizada, también conocida como cultivo huérfano, que en su día formó parte del sistema alimentario”, afirmó Aganda, que ejerce como jefe de producción de Maungo Craft.
La empresa ha recibido hasta ahora 13 premios, entre ellos la aprobación de uno de sus productos por la cocina de Martha Stewart, la celebridad estadounidense con proyección internacional en el ramo de la alimentación.
“La reintegración en nuestro sistema alimentario de frutas y cultivos como la mora es fundamental para luchar contra el cambio climático y adaptarse a él. Esto, junto con el delicioso sabor de muchas frutas infrautilizadas, hace que su uso sea de vital importancia para nosotros”, explicó Aganda.
La alimentación representa el segundo factor más importante de la sostenibilidad mundial, solo por detrás de la industria energética, así que es una prioridad para todos los implicados en la cadena de producción de alimentos reducir su impacto medioambiental, ya que quien no participa en la búsqueda de una solución es parte del problema, subrayan diferentes instituciones internacionales que investigan sobre el tema.
Mientras, Montle y su socio van poniendo su “granito de fruta” y se enfocna ahora en la expansión de sus productos en el mercado local, mientras ya piensa en llegar a mercados externos, como Sudáfrica y Estados Unidos.
“Vamos a crear nuevos productos para que nuestros clientes experimenten esos alimentos infrautilizados”, dijo Montle. “Nosotros pusimos ya nuestra ‘cultura en una botella’”, resumió con entusiasmo.
T: MF / ED: EG