LIMA – Las condiciones del trabajo en el servicio doméstico en América Latina y el Caribe han registrado avances dese que se aprobó el Convenio 189 de la OIT hace una década, pero todavía hay un largo camino por recorrer para que se materialicen esas normas, advirtió un nuevo informe de la Organización Internacional del Trabajo.
Vinícius Pinheiro, director regional de la OIT, señaló que “la alta proporción de ratificaciones del Convenio 189 y los grandes avances legales y de políticas revelan el alto compromiso de los países de América Latina y el Caribe con la mejora de las condiciones laborales de las trabajadoras remuneradas del hogar”.
De los 35 países que han ratificado ese convenio que recoge los derechos de los trabajadores domésticos, 18 pertenecen a la región y el resto son algunos de Europa, África, y en Asia solo Filipinas.
“Ahora queda pendiente la parte más decisiva: conseguir su aplicación para hacer realidad el trabajo decente en el trabajo doméstico”, agregó Pinheiro.
De las 14,8 millones de trabajadoras en el servicio doméstico en la región, según datos de la OIT, 4,1 millones pueden acceder efectivamente a sus derechos y protecciones, mientras que las restantes 10,7 millones (72,3 %) no acceden a un empleo formal.
En 11 de 24 países considerados, la jornada laboral para las trabajadoras domésticas es similar a la ordinaria. Las brechas principales se dan en América Central y República Dominicana, que solo establecen un tiempo mínimo diario de descanso.
En lo que respecta al descanso semanal, en 21 países el establecido para el trabajo doméstico es similar al ordinario; y todos los países de la región considerados para el estudio reconocen un período de vacaciones pagadas igual o mayor al establecido para otros grupos de trabajadoras y trabajadores.
En la práctica, solo cuatro de cada 10 trabajadoras domésticas tienen una jornada de entre 35 y 48 horas semanales. En los extremos, 3,8 % realiza jornadas de más de 60 horas y 23,3 % trabaja menos de 20 horas semanales.
Si bien 22 de los 24 países reconocen la protección del salario mínimo para las trabajadoras domésticas, en tres de ellos es inferior al establecido para otros grupos y, en 10, parte del pago puede ser en especie.
Brasil, Chile y Perú prohíben el pago en especie, y, en Costa Rica, que la remuneración en especie sea parte del salario mínimo.
En la realidad, aunque la situación ha mejorado con respecto a 2012, en 2019 las trabajadoras domésticas en América Latina y el Caribe recibieron un ingreso mensual equivalente a 44,7 % del percibido por el conjunto de los asalariados.
Esta brecha es aún mayor si se considera únicamente a aquellas que trabajan en la informalidad, pues su salario es 37,5 % del de las personas asalariadas.
La brecha puede deberse a jornadas de trabajo muy cortas, a jornadas largas con un salario por hora muy bajo, a la falta de protección del salario mínimo, o fijación de salarios inferiores para el trabajo doméstico, o de la falta de cumplimiento.
En América Latina y el Caribe, 97,1 % de las trabajadoras domésticas están cubiertas legalmente por al menos una rama de la seguridad social, pero tan solo 9,8 % cuenta con la cobertura de todos los beneficios.
En la mayoría de los países de la región, la afiliación de las trabajadoras domésticas a la seguridad social es obligatoria, aunque esto no siempre garantiza la cobertura efectiva, y las altas cuotas de informalidad dan cuenta de ello.
La informalidad se ha reducido en países como Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica y Uruguay, que han desarrollado y promovido modalidades de aseguramiento acordes a las características del trabajo doméstico remunerado.
De la protección legal de licencia de maternidad disfruta 97,4 % de las trabajadoras del hogar. Tan solo en República Dominicana no se reconoce este derecho, y solo en dos países —Granada y Jamaica— el período de licencia para las trabajadoras domésticas es inferior al reconocido para otras trabajadoras.
Además, 80,7 % de las trabajadoras domésticas tienen derecho a recibir prestaciones pecuniarias durante la licencia de maternidad, y únicamente en Honduras y República Dominicana están excluidas de este derecho
De quienes se dedican al trabajo doméstico en forma remunerada en la región, 91,1 % son mujeres. Además de ser una ocupación altamente feminizada, ese trabajo es una importante fuente de empleo para ellas, y en 2019, una de cada nueve mujeres ocupadas (11,3 %) era trabajadora doméstica.
La edad promedio de las trabajadoras domésticas ha aumentado notablemente: de 34,5 años en 2012 a 42,2 años en 2017, y su nivel de formación también ha mejorado considerablemente: de 6,4 años de estudio en promedio en 2000 a 7,4 años en 2017.
El informe, “El trabajo doméstico remunerado en América Latina y el Caribe, a 10 años del Convenio 189”, también recoge que las trabajadoras domésticas migrantes son 35,3 % del total de trabajadoras migrantes, y que en su favor los países deben compaginar sus legislaciones laborales y migratorias.
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