NACIONES UNIDAS – La Secretaría General de las Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud (OMS) presentaron este jueves 7 una estrategia, que hace responsable a gobiernos y empresas, para que 40 por ciento de toda la población mundial esté vacunada contra la covid-19 a finales de este año.
António Guterres, secretario general de la ONU, dijo que “este plan de acción detallado, elaborado por la OMS, está diseñado para que las vacunas lleguen a los brazos de 40 por ciento de las personas en todos los países para fines de este año y de 70 por ciento a mediados de 2022”.
Se basa, según Guterres, en “un análisis científico exhaustivo de la evolución de la pandemia, la efectividad de las vacunas, el costo de adquirirlas y entregarlas, y la oferta y la demanda global”.
Argumentó que con la actual producción de vacunas, de casi 1500 millones de dosis por mes, el mundo puede alcanzar la meta de 40 por ciento para fin de año, si logra movilizar 8000 millones de dólares para garantizar que la distribución sea equitativa.
“Porque fundamentalmente, el éxito de este plan requiere una distribución equitativa. Sin un enfoque coordinado y equitativo, la reducción de casos en cualquier país no se mantendrá en el tiempo”, advirtió Guterres.
“No tener una distribución equitativa de las vacunas no es solo cuestión de ser inmoral, también es cuestión de ser estúpido”: António Guterres.
Insistió en que “por el bien de todos, debemos llevar urgentemente a todos los países a un alto nivel de cobertura de vacunación”, y sentenció que “no tener una distribución equitativa de las vacunas no es sólo cuestión de ser inmoral, también es cuestión de ser estúpido”.
En conferencia de prensa junto a Guterres, el director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, destacó el rápido desarrollo y aprobación de las vacunas como un logro en la historia de la medicina, “pero ahora debemos usarla con eficiencia”.
“Hoy estamos al borde del fracaso, que ocurrirá si las vacunas no están disponibles de inmediato para todos los países”, según Tedros.
Un tercio de la población mundial ya recibió el esquema completo de vacunación, pero esa cifra “causa horror en términos de equidad, ya que los países de renta alta y media alta han usado 75 por ciento de las vacunas producidas, mientras que los de ingresos bajos han recibido menos de uno por ciento de las inmunizaciones”, añadió.
En África se ha vacunado apenas a cinco por ciento de su población, y son 56 los países que no han vacunado siquiera a 10 por ciento.
Guterres sostuvo que “la OMS, todo el sistema de la ONU, ha mostrado liderazgo, pero no tenemos poder para obligar a las empresas (fabricantes) a otorgar licencias o para hacer que los países dispensen los derechos de propiedad intelectual”.
“No podemos obligar a los países a organizar sus programas de vacunación teniendo en cuenta los de otras naciones. Es decir, el poder está en los países que producen vacunas, o podrían producirlas, y en las empresas” farmacéuticas, recalcó.
Por lo tanto “depende de los Estados miembros hacer su parte, unirse y hacer todo lo que sea necesario para que esta estrategia tenga éxito”, añadió Guterres.
La estrategia ONU-OMS contempla transferencia de conocimientos y tecnología para la fabricación de vacunas en todos los países con capacidad de producirlas, lo que requeriría compartir la propiedad intelectual, relajando las patentes.
Los gobiernos podrían dar exenciones a las empresas que liberen las patentes, y comprometerse con la distribución equitativa de vacunas a través de mecanismos de cooperación internacional como Covax.
Los países productores deben permitir el libre flujo transfronterizo de vacunas y materias primas terminadas, así como la producción diversificada de inmunizaciones, tanto geográfica como tecnológicamente, incluso mediante la concesión de licencias transparentes y no exclusivas y el intercambio de conocimientos.
Los fabricantes de la vacuna anticovid deben priorizar y cumplir los contratos con entidades como Covax, brindar transparencia en la producción mensual de vacunas y en el suministro a los países de menores ingresos, y comprometerse a compartir conocimientos y facilitar la trasferencia de tecnologías.
La sociedad civil, las organizaciones comunitarias y el sector privado deben abogar a nivel local, nacional e internacional por el acceso equitativo a las vacunas, pruebas y tratamientos de covid, y apoyar los servicios de vacunación en cada país.
Finalmente, los bancos e instituciones multilaterales de desarrollo deben permitir que los países accedan más rápidamente al capital y al apoyo externo necesarios para la entrega de vacunas en el país, dando prioridad a los entornos de bajos ingresos.
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