GINEBRA – La Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmó este jueves 14 la aparición de un brote de siete casos de fiebre amarilla en Venezuela, de acuerdo con pruebas de laboratorio de finales de septiembre, sin que a la fecha se haya notificado la muerte de ninguno de los afectados.
La localización más probable de la infección es una localidad rural en el estado de Monagas, una de las 24 entidades federales de Venezuela, en su región nororiental.
El primer caso notificado fue el de una joven embarazada con antecedentes de vacunación contra la fiebre amarilla. De los seis casos restantes, cinco son varones, con edades comprendidas entre 24 y 82 años. Cuatro casos resultaron asintomáticos y tres con fiebre, dolor de cabeza y otros síntomas.
La OMS también informó de 10 casos de la enfermedad en primates no humanos, siete en el mismo estado y tres en el vecino de Anzoátegui, en zonas a entre 300 y 500 kilómetros al este de Caracas.
La fiebre amarilla infecta tanto a seres humanos como a primates no humanos y tiene el potencial de propagarse rápidamente, causando un grave impacto en poblaciones no inmunizadas.
Es una enfermedad vírica aguda, hemorrágica, endémica en áreas tropicales de África y América Latina, con presencia desde hace varios siglos en territorios que ahora constituyen 34 países africanos y 13 de América Central y del Sur.
Se puede prevenir con una sola dosis de la vacuna, que proporciona inmunidad de por vida, pero la OMS considera que Venezuela es un país de alto riesgo porque la cobertura de vacunación no es óptima, “lo que crea un alto riesgo de transmisión y amplificación de la enfermedad entre las poblaciones no vacunadas”.
Desde el inicio de la campaña de vacunación en noviembre del año pasado, la cobertura de inmunización en los estados preferentes, como los de oriente y sur del país, es de 82 por ciento, y la cobertura en Monagas ha sido baja.
Por ello, “la cobertura de la vacunación debe aumentar especialmente para las personas que viven y trabajan en zonas boscosas y están expuestas a los mosquitos infectados de los géneros Haemagogus y Sabethes”.
Esos insectos transmiten el virus de la enfermedad al picar a humanos y otros primates, y se considera que varias especies de monos actúan como reservorios.
Por añadidura, en las zonas donde se detecta la fiebre amarilla también está actuando el virus que ocasiona la covid-19.
La OMS ha explicado que “periódicamente, y por razones que son difíciles de predecir, el ciclo de fiebre amarilla selvática produce amplios brotes en monos (epizootias), que se diseminan por corredores selváticos donde los mosquitos transmiten la enfermedad de un grupo de monos a otros”.
La agencia recomienda aumentar la vacunación entre las poblaciones indígenas, los migrantes y otros grupos vulnerables que suelen vivir en zonas urbanas densamente pobladas y estén riesgo de transmisión a través del mosquito Aedes aegypti.
También aconseja la vacunación a todos los viajeros internacionales mayores de nueve meses al menos 10 días antes de viajar a Venezuela, aunque la nación sudamericana no pide ningún certificado de inmunización a los viajeros.
En Venezuela el último caso de fiebre amarilla urbana se produjo en 1918 en la ciudad de Coro, al noroeste, y el más reciente de la versión selvática se registró en septiembre de 2019, en el sudoriental estado de Bolívar, frontera con Brasil.
Entre 2016 y 2018, siete países y territorios suramericanos notificaron casos de fiebre amarilla: Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guayana Francesa, Perú y Surinam. La mayoría de contagios ocurrieron en Brasil, incluidos sus estados de Sao Paulo y Río de Janeiro, donde el virus no se había detectado desde hacía muchos años.
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