RÍO DE JANEIRO – En medio del escepticismo y la falta de interés de la opinión pública, las crisis internas y el telón de fondo de la covid-19, los países del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) cumplieron su compromiso de celebrar una cumbre anual sin mostrar los signos de desunión que han acosado al grupo en los últimos años.
Entonces, ¿qué es lo que todavía mantiene unido al bloque de las llamadas naciones emergentes?
En un acto virtual, los Jefes de Estado de los cinco países, del que fue anfitrión Sudáfrica, renovaron por decimotercera vez el compromiso de cooperación del grupo, en un evento que transcurrió sin incidentes, a diferencia de las barrabasadas del año pasado. Tampoco despertó mucho interés entre el público el encuentro telemático que tuvo lugar el 9 de septiembre.
Las búsquedas en Internet de noticias relacionadas con los BRICS durante la cumbre cayeron a uno de sus niveles más bajos en la historia del grupo, según Google Trends. Las búsquedas en línea suelen alcanzar un pico de popularidad durante el evento, pero rara vez han despertado tanto interés como en la cumbre de 2014, cuando el bloque lanzó el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB).
«El continuo fracaso del bloque para desarrollar políticas sustantivas a través de su cumbre anual se ha hecho cada vez más evidente», escribió O’Neill tras el evento.
La primera década de éxito de los BRICS
La frustración de O’Neill se deriva de lo que él recuerda como el «éxito rotundo» de la primera década de los cuatro países fundadores del BRICS. Sudáfrica se unió al grupo en 2010.
En 2009, Rusia acogió la primera cumbre, buscando una voz más activa en los asuntos económicos mundiales en respuesta a la devastadora crisis financiera.
En sus primeros años, «los países impulsaron reformas del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial y ofrecieron una alternativa al orden financiero internacional con la creación del NDB», dijo Karin Costa Vázquez, del Centro de Estudios de los BRICS en la Universidad de Fudan.
En ese momento, y excluyendo a Rusia del grupo BASIC, los países también una visión alternativa en las negociaciones internacionales sobre el clima tras el «fracaso de los países desarrollados para definir una agenda climática» y el colapso [de la COP15] en Copenhague», dijo Izabella Teixeira, que fue ministra de Medio Ambiente de Brasil de 2010 a 2016.
«Los BRICS fueron un entorno de diálogo político importante», dijo Teixeira a Diálogo Chino. «Fue un momento súper interesante de creación de confianza. Hubo una informalidad en la conversación entre los ministros». «El papel diplomático del grupo, añadió Teixeira, «fue absolutamente importante» en las negociaciones que posteriormente culminarían en el Acuerdo de París de 2015.
Desde entonces, sin embargo, los expertos trazan el vaciamiento de los BRICS como grupo, a medida que las crisis económicas y políticas agobian a los países miembros. Se asistió a la recesión en Rusia, Sudáfrica y Brasil, a las tensiones entre China e India y a la beligerante retórica antichina de Jair Bolsonaro, que llegó a la presidencia en 2018 y comenzó a deconstruir las políticas medioambientales y a aislarse diplomáticamente.
«El país ha ido contra el mundo», dijo Izabella Teixeira.
El BRICS mantiene su relevancia
Aunque su apogeo haya quedado atrás, el BRICS sigue siendo relevante hoy en día, según Costa Vázquez. «El BRICS es el único espacio que tienen las mayores economías emergentes del mundo para coordinar posiciones y proponer iniciativas de interés común a los cinco miembros. Esto no es poca cosa cuando hablamos de más de 30 % del PIB mundial», dijo.
Vázquez sostiene que, para seguir funcionando, el multilateralismo del bloque ha dado paso a más acuerdos bilaterales. Como tal, es más flexible, limitando la cooperación cuando los intereses divergen y reanudándola y ampliándola cuando convergen.
Como el BRICS no funciona como un bloque económico, no tiene un estatuto formal de reglas que dicten su comportamiento. El coste de la adhesión es bajo y los beneficios diplomáticos siguen siendo importantes, según Oliver Stuenkel, de la Fundación Getulio Vargas.
El fortalecimiento de las relaciones diplomáticas también puede reflejar el auge del comercio bilateral. Por ejemplo, el comercio entre Brasil y China debería alcanzar un nuevo récord en 2021. El año pasado, el comercio bilateral superó los 100 000 millones de dólares por primera vez y, hasta el mes pasado, ya había superado los 93 000 millones de dólares.
Como era de esperar, Bolsonaro adoptó un tono más suave sobre China en la reciente cumbre de los BRICS. Mientras tanto, el presidente de China, Xi Jinping, dijo que, independientemente de las dificultades, los BRICS mantendrán una cooperación sólida y constante.
El NDB ofrece esperanza
A pesar de las pocas nuevas articulaciones en áreas históricas de cooperación como el clima, el principal producto de los BRICS, el NDB, está ganando impulso. Paulo Nogueira Batista Júnior, economista que fue vicepresidente del banco entre 2015 y 2017, criticó la lentitud del NDB para producir resultados y cumplir sus aspiraciones de convertirse en un banco de desarrollo global.
Hoy, sin embargo, Batista Junior ve avances. «En los últimos dos años, el banco parece haberse movido un poco más y haber logrado algunos resultados», dijo. «Por ejemplo, ha aprobado proyectos, incluyendo programas de apoyo para combatir el Covid-19, sigue contratando empleados, ha construido su sede, se ha desarrollado técnicamente y ha abierto el proceso de inauguración de nuevos miembros. »
A principios de septiembre, el NDB anunció la incorporación de Uruguay, Emiratos Árabes Unidos y Bangladesh. En sus seis años de funcionamiento, el banco ha aprobado unos 80 proyectos, con inversiones que suman 30.000 millones de dólares. El banco también ha puesto 10.000 millones de dólares a disposición de los países miembros de los BRICS para combatir la Covid-19.
«El banco ya forma parte del paisaje», dijo Batista Junior. ¿Puede decirse lo mismo de este bloque?
Este artículo se publicó originalmente en Diálogo Chino, una plataforma informativa latinoamericana.
RV: EG