RÍO DE JANEIRO – El presidente Jair Bolsonaro no esperó ni seis meses para hundir la credibilidad de su cuarto ministro de Salud, Marcelo Queiroga, y sumar así un desbarajuste más a la gestión de la pandemia de covid-19 en Brasil.
El ministro sorprendió a la nación el jueves 16 al divulgar una nota técnica que suspende la vacunación de los adolescentes, con la excepción de aquellos con morbilidades o deficiencias permanentes. Contradijo, así, su orientación anterior.
El vuelco indignó a epidemiólogos y a los gobernantes de estados y municipios, en muchos de los cuales la inmunización de jóvenes de 12 a 17 años se realiza desde agosto y se completó ya en algunas ciudades en la aplicación de la primera dosis.
En realidad el Ministerio de Salud anunciaba para el 15 de septiembre el inicio de esa etapa y celebraba los adelantos de inmunización en diferentes partes, aunque recordaba la necesidad de vacunar antes los adultos, condición en general cumplida por los municipios que se adelantaron en la atención a los adolescentes.
En la noche del mismo jueves 16 se conoció el motivo del extraño viraje. Fue una “recomendación” del presidente, admitió Queiroga en la presentación en vivo que Bolsonaro difunde cada jueves en la noche por las redes sociales, casi siempre con un invitado, esta vez su ministro.
La escena recordó al antecesor de Queiroga, el general Ernesto Pazzuelo, que reconoció su total subordinación a Bolsonaro, un antiguo capitán del Ejército. “Es sencillo, uno manda y el otro obedece”, confesó el 22 de octubre de 2020, al desdecirse del acuerdo que había firmado para adquirir la vacuna china Coronavac, que el presidente rechazó.
La sumisión de Queiroga, un médico cardiólogo, al negacionismo del presidente de extrema derecha explica sus contradictorias declaraciones de algunas horas antes, en una rueda de prensa para explicar el cambio de orientación de su ministerio en la vacunación de los adolescentes.
El ministro justificó el vuelco, inesperado incluso para sus auxiliares, como una medida de “cautela” ante informaciones de que hubo “eventos adversos” en cerca de 1500 de los 3,5 millones de adolescentes vacunados, incluso una muerte.
Sus palabras generaron pánico entre las familias, según los especialistas que concedieron entrevistas a las emisoras de radio y de televisión y recibieron numerosos pedidos de aclaración.
La angustia también se debió a su llamado a las madres para que no lleven sus hijos a vacunar y que renuncien a la segunda dosis quien ya se suministró la primera, hasta que haya “evidencias científicas sólidas” de su seguridad.
El ministro invadió así la competencia de la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa), el órgano regulador que certifica la seguridad y eficiencia de los medicamentos y el único que puede autorizar o vetar el uso de vacunas en Brasil.
La dirección y el cuerpo técnico de la agencia también fueron sorprendidos por la decisión repentina del Ministerio de Salud, sin consulta a la Anvisa ni a los gobiernos regionales y locales y otros entes involucrados.
“No existen evidencias” que demanden alteraciones en el uso da la vacuna de Pfizer ni en relación a las personas de 12 a 17 años en Brasil, afirmó la Anvisa en un comunicado. Añadió que también las agencias de Australia, Canadá, Estados Unidos, Reino Unido y Unión Europea autorizaron ese uso en individuos de 12 años o más.
La agencia investiga la muerte de una adolescente de 16 años, ocurrida el 2 de septiembre en São Paulo. Hasta ahora “no hay una relación causal entre ese caso y la administración de la vacuna”, aseguró.
Las explicaciones de Queiroga y el Ministerio incluyen otros falsos argumentos.
Dicen basarse, por ejemplo, en una orientación de la Organización Mundial de Salud (OMS), que sin embargo no rechaza la vacunación de adolescentes, sino que recomienda prioridad a los adultos y sectores más vulnerables.
El ministro atacó a los gobernantes de estados y municipios por adelantarse al calendario fijado por el Ministerio, como “si fuera una carrera de Fórmula 1”.
Pero se trata de vacunar al máximo de gente posible y lo más rápido para controlar la pandemia ya que los adolescentes circulan, se aglomeran y están volviendo a las aulas, contrarrestaron epidemiólogos.
Además, criticó Queiroga, también se aplicaron vacunas no autorizadas para menores de 18 años, como la británica AstraZeneca, la estadounidense Janssen y la china Coronavac. La única autorizada para ese grupo poblacional es la de Pfizer, recordó.
El ministerio alega que más de 25 000 dosis eran de esas vacunas, solo 0,007 por ciento de los 3,5 millones de dosis aplicadas en adolescentes. Además el error puede deberse a registros equivocados o mala recopilación. De todos modos no justificaría castigar a los 20 millones de jóvenes de 12 a17 años y sus familias.
La actitud del ministro complica su permanencia en el cargo, al adoptar una posición unilateral en confrontación con todos los sectores, incluida la autoridad en materia de medocamentos. Acusó a estados y municipios de convertir la vacunación nacional en una Torre de Babel.
El Consejo Nacional de Secretarías de Salud de los Estados y su par de los municipios protestaron en nota conjunta contra la “falta de diálogo” y la medida sin aviso que pone “en riesgo la principal acción para el control de la pandemia”, la vacunación.
Esta crisis de las vacunas se produce en un contexto epidemiológico complicado para Brasil, señalan las autoridades sanitarias locales que ejecutan la vacunación en la práctica.
La variante Delta del coronavirus, supuestamente proveniente de India y muy contagiosa, ya predomina en gran parte del país, cuyo total de muertes por covid-19 se acerca a los 600 000.
Muchos estados y alcaldías se rebelaron a la instrucción ministerial y decidieron mantener la vacunación de sus adolescentes. Otros esperan aclaraciones de Brasilia, ya que la compra y distribución de las vacunas la centraliza el Ministerio de la Salud.
Queiroga vive el dilema que ya enfrentaron sus cuatro antecesores, ante las convicciones del presidente Bolsonaro que se opone a las medidas preventivas contra la pandemia y menosprecia las vacunas, rechazando frontalmente algunas como la “comunista” Coronavac.
Luiz Henrique Mandetta, ministro de Salud desde enero de 2019, fue depuesto el 16 de abril de 2020 por defender medidas preventivas, como el distanciamiento social y la suspensión de actividades no esenciales. Ganó popularidad al comunicarse directamente con la población y es ahora precandidato a las elecciones presidenciales de 2022.
Su sucesor Nelson Teich, otro médico, estuvo solo 29 días en el cargo y renunció ante la exigencia presidencial de adoptar medicamentos sin eficacia contra la covid-19 y que pueden provocar daños, como la cloroquina (antimalaria) y la ivermectina, un antiparasitario.
El tercero, el general Pazzuello se desgastó por la mala gestión y el atraso en adquirir vacunas, en sus 10 meses como ministro. Nombró varios coroneles del Ejército y una médica fanática de la cloroquina para funciones directivas en el Ministerio, lo que afianzó su camino al fracaso.
Queiroga rescató alguna funcionalidad de la cartera, pero de forma muy limitada. No logró siquiera formar el equipo deseado, ya que algunas personas que planteó fueron vetadas por Bolsonaro.
Las concesiones al poder presidencial minaron su credibilidad.
Interrumpir la vacunación de los adolescentes puede ser la última gota, pero ya hay otra colgada. El ministro prometió abolir pronto el uso obligatorio de las mascarillas, una exigencia de Bolsonaro que el ministro pospuso bajo el pretexto de promover un supuesto estudio previo sobre su eficacia.
ED: EG