SÍDNEY / KUALA LUMPUR – Los costos de las vacunas han empujado a muchos países en desarrollo al final de la cola de vacunación de la covid-19, y la mayoría de los de bajos ingresos ni siquiera hacen cola. Peor aún, las naciones pobres menos vacunadas no pueden permitirse esfuerzos fiscales para proporcionar ayuda o estimular la recuperación, y mucho menos alcanzar la Agenda 2030 de desarrollo sostenible.
Excluir mediante la apropiación
Los países del Sur en desarrollo representan ahora más de 85 % de las muertes por pandemia en el mundo. A principios de septiembre, The Economist estimó que las muertes reales por covid en todo el mundo eran 15,2 millones, en lugar de los 4,6 millones oficiales.
En seis de los 10 países con las mayores tasas de mortalidad, menos de una décima parte de su población estaba totalmente vacunada a fecha de 10 de agosto. En los otros cuatro, no más de un tercio estaba totalmente vacunado.
Ahora, a medida que las naciones ricas compran más vacunas para terceras dosis, las desigualdades en materia de vacunación son cada vez más marcadas. Al comprar cientos de millones de dosis, penalizan a los países más pobres, ya doblemente privados del acceso a la inmunización. Es probable que los países ricos dispongan de unos 1200 millones de dosis adicionales para finales de 2021.
Se han administrado más de 5410 millones de vacunas en todo el mundo, de las cuales 81 % se encuentran en solo 10 países de ingresos altos y medianos. Mientras tanto, los países más pobres solo han recibido hasta el momento 0,4 % del total.
En enero, el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, advirtió: «Tengo que ser franco: el mundo está al borde de un fracaso moral catastrófico y el precio de este fracaso se pagará con vidas y medios de subsistencia en los países más pobres del mundo».
Aumento de los beneficios
A principios de julio, las empresas farmacéuticas Pfizer-BioNTech anunciaron sus planes para obtener una autorización de emergencia para las dosis de vacunas de refuerzo ante la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos. Pfizer se reunió entonces con funcionarios de ese país para insistir en su caso, mientras que Moderna solicitó la misma aprobación a comienzos de septiembre.
Tras la tercera inyección del presidente israelí, el 30 de julio, se han administrado casi un millón de dosis de refuerzo en Estados Unidos desde el 12 de agosto, a pesar de las dudas oficiales anteriores. El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, va a lanzar una campaña de 100 millones más de dosis de refuerzo el 20 de septiembre.
Francia comenzó a administrar refuerzos a los mayores de 65 años a partir de septiembre. Reino Unido ha anunciado que ofrecerá una tercera dosis a partir de finales de este mes. Alemania, Bélgica y otros países europeos siguieron su ejemplo.
Ahora, el suministro se reducirá aún más a medida que Pfizer y Moderna vendan las dosis de refuerzo. Se han aprobado dos nuevas instalaciones de Pfizer-BioNTech para fabricar dosis de refuerzo en Francia y Alemania.
Mientras tanto, Moderna está aumentando la producción de refuerzos en sus instalaciones en Massachusetts y New Hampshire, en Estados Unidos. Casi todos los 3200 millones de dosis de Pfizer y Moderna que se producirán este año ya han sido adquiridos por Estados Unidos y Europa.
Thedros, el director general de la OMS, arremetió contra esta escandalosa desigualdad en la Asamblea Mundial de la Salud de mayo. La OMS ha pedido en repetidas ocasiones que se retrase el suministro de refuerzos, argumentando que las personas más vulnerables del mundo deben ser vacunadas primero.
Pfizer y Moderna no han facilitado detalles sobre los precios de sus refuerzos. Un economista ha estimado: Vendida a los precios actuales, representaría aproximadamente un aumento de 50 % de sus ingresos a mediano y largo plazo.
Moderna elevó en mayo su previsión de ventas de vacunas en 2021 para sus dos primeras dosis a 19 200 millones de dólares. Entonces, las ventas de refuerzo deberían añadir unos 10 000 millones de dólares adicionales.
Por su parte, Pfizer elevó su propia previsión en más de 70 %, hasta los 26 000 millones de dólares, y las ventas de refuerzo aportarán 13 000 millones más.
Los beneficios por encima de la ciencia
Las prácticas de los países ricos van en realidad en contra de la mayoría de los consejos científicos.
Los argumentos a favor de las dosis de refuerzo no están científicamente establecidos. La mayoría de los científicos no están de acuerdo en que una tercera dosis sea la mejor manera de hacer frente a las nuevas amenazas. Citando la falta de datos creíbles, los científicos se han opuesto a esos refuerzos ahora en revistas de renombre, como Nature.
El 6 de agosto, el organismo regulador de los medicamentos de la Unión Europea señaló que no había pruebas suficientes para recomendar las dosis de refuerzos de la vacuna anticovid. Un informe del Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades afirmaba este mismo mes que no hay necesidad urgente de esas dosis de refuerzo, excepto para las personas con una salud delicada.
La OMS retieró el 18 de agosto que las pruebas actuales no apoyan la necesidad de las vacunas de refuerzo. Los científicos calificaron de escandalosas y criminales las decisiones oficiales que aprobaron las terceras vacunas de refuerzo. Cuando las autoridades estadounidenses aprobaron las dosis de refuerzo, dos altos funcionarios de vacunas dimitieron en señal de protesta.
Las investigaciones independientes sobre la vacuna de dos dosis de Pfizer sugieren que proporciona inmunidad a largo plazo durante años, en contra de las últimas afirmaciones de la empresa. La vacuna de Moderna, que también utiliza la tecnología del ARNm, debería tener una eficacia similar a largo plazo.
Como las vacunas de covid son todavía nuevas, estas expectativas están sujetas a confirmación. Como ocurre con la mayoría de las vacunas, la respuesta de memoria desencadena la protección de los anticuerpos cuando alguien se infecta, incluso después de que los niveles de respuesta natural hayan disminuido.
Tal vez lo más preocupante sea que, a medida que las grandes empresas farmacéuticas transforman sus estrategias comerciales para generar más beneficios con los refuerzos, sus incentivos cambian.
Tienen menos motivos para desarrollar vacunas totalmente inmunizantes contra el virus SARS-CoV-2, o incluso para garantizar que todo el mundo se vacune.
Refuerzo del apartheid
El suministro de refuerzos reduce las vacunas disponibles para otros. Los suministros a los países más pobres ya se han visto muy reducidos por el hecho de que los ricos aseguren muchas más vacunas de las que necesita su población.
Algunos incluso han abusado del Covax, el mecanismo encabezado por las Naciones Unidas, supuestamente diseñado para la distribución equitativa a los países más pobres. El Covax tenía como objetivo entregar 1000 millones de dosis de vacunas en 2021, pero solo había entregado 217 millones hasta agosto, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), parte del mecanismo.
Mientras tanto, muchos gobiernos de países ricos siguen bloqueando la petición a la Organización Mundial del Comercio (OMC) de suspender temporalmente los derechos de propiedad intelectual relacionados con la covid.
Esta exención permitiría a los países en desarrollo producir de forma asequible pruebas, vacunas, tratamientos, equipos y otras necesidades similares.
Anteriormente, los líderes de las grandes farmacéuticas rechazaron como un sinsentido otra iniciativa de la OMS para compartir tecnologías y conocimientos de investigación para acelerar la producción asequible de dichas tecnologías y el acceso a las mismas.
La equidad en las vacunas es necesaria
También hay una razón práctica para buscar la equidad en las vacunas. Todos estaremos más seguros a medida de que más gente en el mundo esté vacunada. Están apareciendo nuevas variantes más resistentes a las vacunas, que ponen en peligro a todos.
Los países ricos que protegen solo a sus propios ciudadanos no evitarán la aparición de nuevos mutantes. Las nuevas infecciones corren el riesgo de provocar un resurgimiento, o algo peor, con nuevas mutaciones más peligrosas.
La variante Delta, notificada por primera vez en India a finales de 2020, resurgió en marzo, ya que pocos se habían vacunado allí. Irónicamente, el Instituto del Suero de la India tiene la mayor capacidad de producción de vacunas del mundo con diferencia, pero en gran medida infrautilizada para las vacunas anticovid.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) advierte que las variantes altamente infecciosas podrían hacer descarrilar la recuperación económica, reduciendo la producción mundial en 4,5 billones (millones de millones) de dólares para 2025.
Pero la Unidad de Inteligencia de The Economist estimó que la economía mundial podría perder 2,3 billones de dólares solo en 2021 debido al retraso en la vacunación, siendo las naciones en desarrollo las que más pierden.
Para el director general de la OMS, “la desigualdad en materia de vacunas es el mayor obstáculo para acabar con esta pandemia y recuperarse de la covid…. Desde el punto de vista económico, epidemiológico y moral, a todos los países les conviene utilizar los datos más recientes disponibles para poner a disposición de todos las vacunas que salvan vidas”.
T: MF / ED: EG