SÍDNEY / KUALA LUMPUR – Las esperanzas de una recuperación económica mundial inclusiva se desvanecen rápidamente. Como los países ricos han hecho poco para garantizar a los países pobres el acceso a las vacunas y a los recursos fiscales, las líneas divisorias entre el Norte industrial y el Sur en desarrollo seguramente se ampliarán.
Mejorar el alivio, la recuperación y la transformación
Mientras que el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha revisado al alza las perspectivas de recuperación de los países ricos, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) señala los formidables desafíos, especialmente para los países en vías de desarrollo, debido a la pandemia.
La ONU advierte de más retrocesos en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), cuyas metas a cumplir en 2030 ya estaban retrasadas antes de la pandemia. Las sombrías perspectivas de recuperación se han visto agravadas por las dificultades de la deuda y las drásticas caídas de la inversión y el comercio.
Es necesario diseñar en forma apropiada el alivio, la recuperación y las reformas. Para el FMI, las reformas que favorecen el crecimiento podrían mejorar significativamente el crecimiento de las economías de mercado emergentes y en desarrollo durante la próxima década.
Los países deben gastar rápidamente mucho más para contener la pandemia de covid-19 y compensar los efectos adversos de las respuestas políticas. Esto es necesario para proteger los ingresos, los puestos de trabajo y las empresas, al tiempo que se presta más atención a los más vulnerables. Además, los ODS siguen necesitando más financiación.
Las decisiones políticas que se tomen ahora determinarán las posibilidades de un futuro más verde, inclusivo y resiliente. Tiene que haber mejores sinergias entre las políticas a corto, mediano y largo plazo mediante una mejor coordinación.
Coordinación de políticas macroeconómicas
Aunque la deuda pública ya es elevada y los ingresos fiscales se han reducido, los gobiernos deben gastar más. Los bancos centrales (BC) deben prestar más a los gobiernos para crear más espacio fiscal. Un mejor apoyo de la política monetaria al gasto público debería reforzar el alivio, la recuperación y la reforma, y no permitir más deuda corporativa y burbujas de precios de los activos.
A su vez, las autoridades fiscales pueden crear un espacio de política monetaria permitiendo el gasto en bienes y servicios de producción nacional, invirtiendo en capacidades productivas, posibilitando nuevos empleos y ocupaciones, y ampliando la protección social. El diseño de la política debe garantizar que una mayor liquidez no genere excesivas presiones inflacionarias o importaciones netas.
La mayor independencia de los distintos bancos centrales en las últimas décadas ha socavado la coordinación de la política macroeconómica, impidiéndoles prestar directamente a los gobiernos. Mantener la inflación baja se ha convertido en algo primordial, ignorando otros objetivos políticos.
Supuestamente destinadas a favorecer la credibilidad del banco central y de la política monetaria, tales prioridades sirven en realidad a los inversores financieros, especialmente a los especuladores.
Pero con las políticas monetarias no convencionales tras la crisis financiera mundial de 2008, los préstamos de los BC a los gobiernos se han vuelto más aceptables. Desde entonces, muchos gobiernos de países ricos han recurrido esos bancos centrales para obtener respaldo fiscal y otros tipos de financiación.
Con poca financiación asequible de las fuentes privadas y oficiales, algunos países en desarrollo, como Indonesia, han suspendido temporalmente las leyes que impiden los préstamos directos de los bancos centrales. Otros, como Filipinas, han modificado la legislación para permitir que los bancos centrales presten directamente a los gobiernos.
Así pues, la forma en que los países salgan de las recesiones a corto plazo y transformen sus economías para lograr el progreso a largo plazo depende fundamentalmente de la cooperación eficaz entre los bancos centrales y los gobiernos.
El papel de los bancos centrales en el desarrollo
Históricamente, los bancos centrales han desempeñado un papel de desarrollo, por ejemplo, financiando la inversión pública.
Aunque muchos de los estatutos de los bancos centrales no son explícitos en cuanto a estas funciones, a los dos bancos centrales más antiguos del mundo, el Banco de Suecia y el Banco de Inglaterra, no se les prohíbe promover enérgicamente las prioridades políticas, como, por ejemplo, el compromiso del sueco con la vivienda para todos.
El Banco de Inglaterra ha sido incluso pionero en la creación de instituciones de desarrollo especializadas, como la Corporación Financiera Industrial y Comercial o la Corporación Financiera para la Industria, entre otras.
La Ley de la Reserva Federal de Estados Unidos, su banco central, se compromete a aprovechar el potencial a largo plazo de la economía para aumentar la producción, con el fin de promover eficazmente los objetivos de máximo empleo, precios estables y tipos de interés moderados a largo plazo, en cumplimiento de los propósitos de la Ley de Pleno Empleo y Crecimiento Equilibrado de 1948.
Los bancos centrales de Italia, Alemania, Japón y los Países Bajos han utilizado diversos medios para financiar actividades desatendidas por los mercados de crédito. Entre ellos se encuentran la reducción de los requisitos de reservas bancarias y la concesión de préstamos para prioridades como la vivienda, la agricultura, las exportaciones, las pequeñas empresas y las regiones subdesarrolladas.
Mucho antes de la independencia de India, su Banco de la Reserva observó que podía ser deseable que el crédito como banco central estuviera disponible en un mayor número de formas y con menos restricciones. De ahí que los objetivos de desarrollo sean explícitos en los estatutos de los BC de muchos países en desarrollo.
Los estatutos de algunos BC creados en los años 70 y 80 con la asistencia técnica del FMI también contienen disposiciones específicas sobre las funciones de desarrollo, por ejemplo, en Bután, Botswana, Fiyi, Maldivas, Islas Salomón, Esuatini (antigua Suazilandia) y Vanuatu.
Esto es coherente con el Artículo IV del Acuerdo del FMI, según el cual cada miembro se esforzará por orientar sus políticas económicas y financieras hacia el objetivo de fomentar un crecimiento económico ordenado con una estabilidad de precios razonable, teniendo debidamente en cuenta sus circunstancias.
El Banco Central de Bangladesh, pionero en la inclusión financiera, también adoptó una política de financiación sostenible en 2011 para promover la inversión verde y la agricultura sostenible. Desde entonces, noventa bancos centrales de países en desarrollo han firmado la Declaración Maya para promover la inclusión financiera.
Apoyar la transformación
Los préstamos para financiar la recuperación y la reforma deben promover los cambios deseables, creando nuevas capacidades productivas, acelerando la digitalización, revitalizando las economías rurales y regionales, llevando a cabo los negocios y el trabajo de nuevas maneras, y haciendo las economías más sostenibles.
El Banco Central Europeo (BCE) ha alineado la flexibilización cuantitativa con la respuesta pandémica de la Comisión Europea (CE). Al indicar que compraría bonos del Estado recién emitidos en el mercado secundario, el BCE ha financiado efectivamente el endeudamiento del gobierno a pesar de la prohibición de prestarle directamente.
Así, la considerable compra de bonos del Estado por parte del BCE ha reducido los costes de los préstamos para las respuestas a la pandemia de los Estados miembros. Entre ellos se encuentra el paquete de la próxima generación de la CE, que incluye el Acuerdo Verde Europeo y su transición a la digitalización.
El Banco de Japón también está apoyando los esfuerzos de los gobiernos para la ayuda, la recuperación, el crecimiento económico, el cambio estructural, la gestión de desastres y la mitigación del calentamiento global. También está animando a las empresas a invertir en la digitalización y las tecnologías verdes.
El Banco Central de Corea del Sur también ha comprado más bonos del Estado. Varias medidas han proporcionado apoyo monetario al Nuevo Trato coreano, entre ellas la ayuda a la pandemia, la recuperación, las inversiones digitales y ecológicas y las redes de seguridad para el empleo.
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Los instrumentos de política monetaria de China están cada vez más alineados con los objetivos estratégicos a largo plazo del Gobierno. Entre ellos se encuentra el apoyo a sectores clave, al tiempo que se evitan las burbujas de precios de los activos y su sobrecalentamiento.
Se necesitan acciones más audaces
En el último año, los países más pobres se han visto condenados a recesiones prolongadas y recuperaciones retrasadas. El imperialismo de las vacunas y el apartheid significan que sus esfuerzos de vacunación se verán retrasados y limitados, si no peor.
Las desaceleraciones prolongadas no solo amenazan con convertirse en depresiones, sino que hacen retroceder aún más los modestos avances logrados en las últimas décadas. La brecha Norte-Sur entre países ricos y pobres volverá a crecer con toda seguridad.
Las perspectivas de recuperación se han visto frenadas por la falta de espacio fiscal de los países pobres. El FMI debe ayudarles a utilizar la política monetaria de forma mucho más creativa, no sólo para aumentar el espacio fiscal, sino también para complementar otras políticas de ayuda, recuperación y transformación.
T: MF / ED: EG